La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) mantiene en secreto un rentable negocio que le reditúa ganancias millonarias y que no está dispuesta a abrir al escrutinio público.

Amparada en el secreto de Estado, la Sedena se niega a proporcionar detalles sobre el negocio de la venta de armamento en el que ha incursionado desde hace años en América Latina y evade hablar sobre el monto que obtiene por la venta de equipo bélico y el destino que le ha dado a esos recursos.

La información está considerada por la Defensa como “reservada”, ya que argumenta que su divulgación “podría generar contingencias en materia de seguridad nacional, seguridad pública y defensa nacional”.

La Sedena asegura que el negocio que tiene en el rubro de la venta de armas, corresponde solamente al armamento “que se comercializa a los cuerpos de seguridad pública”.

Sin embargo, se sabe que por lo menos desde hace 10 años, la Secretaría de la Defensa Nacional vende equipo bélico en el mercado latinoamericano.

“En 1996 fue la última vez que tuvimos información”, dice la investigadora María Cristina Rosas, y asegura que en esa fecha la Defensa Nacional obtuvo ganancias de “20 o 22 millones de dólares”.

“Se exporta a países latinoamericanos, sobre todo a Centroamérica porque en el Cono Sur hay más competencia”, comenta la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Es un mercado latinoamericano; es donde podemos competir”.

La investigadora explica que en el mercado internacional de la venta de armamento se dividen los clientes y genera proveedores en diferentes niveles.

Por un lado los que ofrecen equipo bélico altamente sofisticado con respaldo de alta tecnología, pero que resulta sumamente costoso; y por el otro, los proveedores que ofrecen menor calidad pero precios más accesibles. Y es aquí en donde México juega un papel importante.

“Hay un tipo de especialización, de división internacional del mercado que, por ejemplo, un país como Estados Unidos elabora ese tipo de armamento (sofisticado) pero es más costoso para los países latinoamericanos; adquirirlo le implica una erogación muy superior a la que les implica comprarle a México.

“El producto que le está vendiendo México a Centroamérica es un producto de menor calidad pero es accesible en precios; si Centroamérica quiere un producto más sofisticado, lo puede comprar en Estados Unidos, en Francia, en Rusia, pero va a tener que hacer una erogación más considerable”, dice María Cristina Rosas.

La investigadora de la UNAM explica el mecanismo mediante el cual se realizan las transacciones comerciales por concepto de venta de armas.

“Se establecen los convenios gubernamentales, porque todo esto se maneja a nivel de compras de gobierno; se ha hablado mucho de que ahora, en la era del libre comercio, lo que son compras gubernamentales, incluso para los sectores de defensa nacional, se pudiera abrir a licitaciones internacionales donde pudieran ser diferentes empresas y grandes consorcios. Pero todavía en el sector de defensa, sobre todo en Latinoamérica y Centroamérica, vemos una preeminencia en el trato de gobierno a gobierno.

México ha firmado tratados de libre comercio con Costa Rica, Bolivia, Colombia y Venezuela, Uruguay, Chile y El Salvador, Nicaragua y Honduras y en todos se han establecido apartados específicos de comercialización de armamento.

“Hay un mercado de armas”, dice el investigador Raúl Benítez, pero sería importante que hubiera “más transparencia en la compra y venta de armamento”.

En torno al tipo de armas que produce México, Benítez asegura que “la Sedena produce MP 5”. María Cristina Rosas dice que incluso hubo proyectos de producción de misiles.

“Hubo un proyecto para elaborar misiles, pero después se consideró inviable económicamente, ya que era sumamente costoso, entonces lo que nosotros podríamos exportar es muy limitado y básicamente se circunscribe a arma ligera y municiones.”

La producción

De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional, el nivel de producción de equipo militar que tiene la dependencia es amplio y abarca desde armamento ligero hasta vehículos blindados.

En armamento ligero la Defensa produce pistolas semiautomáticas HKP7M13S; fusiles automáticos G3, que se fabrican en dos modalidades; ametralladoras MP5; ametralladoras ligeras HK21; morteros calibre 60 milímetros, que por su ligereza pueden ser manejados “por un solo individuo”, y morteros calibre 101.6 milímetros.

La Defensa también fabrica vehículos todo terreno y transporte de personal, como el Scout Car; el Unimog S-404; el Jeep Neekaf, un vehículo ligero de exploración con un cañón sin retroceso calibre 106 milímetros; o el carro WT-500, utilizado para el remolque de piezas de artillería.

De acuerdo con información oficial, la Defensa también produce vehículos blindados, como el DN-IV, utilizado en “misiones de reconocimiento y seguridad táctica”, provisto de artillería Amet. M.A.G. calibre 7.62 milímetros y Browning calibre 12.7 milímetros; el DN-V, provisto de un cañón de 75 milímetros; el DN-VI; el blindado DN-VII, “utilizado para reconocimiento del terreno, escolta y para la protección y seguridad de funcionarios”; el blindado de Reconocimiento Anfibio Erc Lynx 6x6, provisto de un cañón F1 de 90 milímetros y dos ametralladoras de 7.62 milímetros.

La Defensa también produce vehículos blindados anfibios para transporte de tropas VCR TT, con ametralladoras Browning; anfibios ligeros M11; blindados Media Oruga; el blindado Mex-1, provisto de un cañón de 20 milímetros; el M-8, “utilizado como servicio de escolta, patrullaje y reconocimiento de terreno”, con un cañón GI-2 de 20 milímetros.

El catálogo de equipo militar que produce la Defensa y que podría estar comercializando a países de Latinoamérica, incluye los blindados Henschel HWK-11; el blindado Grúa Tanque M-32, “utilizado para la recuperación de vehículos blindados en las áreas de operaciones”.

También destacan en la producción de la industria militar el blindado DNC-1, “utilizado como transporte de personal y para misiones de reconocimiento”, provisto de un cañón de 20 milímetros; y el DNC-2, utilizado para “misiones de seguridad táctica”, provisto de ametralladoras.

Opacidad

“La fiscalización que tiene que ver con el gasto de la Defensa es uno de los rubros del gasto que regionalmente ha sido el más difícil de rastrear”, dice Mariana Pérez, coordinadora del Índice Latinoamericano de Transparencia Presupuestaria, elaborado, entre otras instituciones de América Latina, por Fundar, la organización no gubernamental especialista en presupuestos públicos.

La investigadora comenta que en el más reciente indicador de transparencia en la región, la calificación más baja fue para los presupuestos de defensa. “Se argumenta que es de seguridad nacional y que por eso se tiene que mantener hermético”, se queja Mariana Pérez.

La especialista comenta que los recursos designados para Defensa en los países latinoamericanos siempre están rodeados de factores ambiguos que dificultan seguir el rastro al dinero. “No queda claro para qué estás asignando un recurso porque no hay una línea clara de presupuestar tal cosa para lograr un objetivo”, dice.

En el caso de México, la Secretaría de la Defensa Nacional se ha mantenido al margen de la transparencia presupuestaria en los diversos rubros en los que destacan compras de insumos y sobre todo de equipo bélico.

Aunado a la opacidad con que se maneja en estos rubros, ahora se suma el relacionado con la venta de armas que desde hace años mantiene en el mercado en la región de Centro y Sudamérica. Los fondos millonarios que recaudan por este negocio siguen siendo un secreto.