El perfil sobre Vicente Fox que realizó el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) durante la etapa final del régimen priísta, da cuenta de los temores, las debilidades y los yerros que cometería el presidente de la República durante los últimos seis años, por lo que al final de este sexenio recordamos aquel análisis elaborado por ese órgano de seguridad nacional que advertía lo que padecerían los mexicanos en este sexenio perdido.

El documento, con fecha 23 de junio de 1999 elaborado por el órgano de inteligencia de la Secretaría de Gobernación a cargo en ese entonces del gobierno de Ernesto Zedillo, hizo el siguiente perfil del entonces candidato: “Lejos de ser un hombre joven (pues en el momento de la elección de 2000 cumplía 58 años de edad) y de una familia unida, se puede hablar de un hombre maduro, sin experiencia y con una estructura familiar totalmente distorsionada, pues su padre siempre estuvo lejos de la casa familiar”.

Según el documento del Cisen, Fox “es de vehemente expresión y fácil verbo, lo que lo convierte en un individuo impulsivo que invariablemente es rebasado por las circunstancias, por lo que debe rectificar de manera casi permanente muchas de sus apresuradas declaraciones”.

Ese perfil lo consideraba como “un individuo con criterio cambiante y advenedizo, en términos psicológicos se le considera un megalómano, muestra de ello resulta su acercamiento con diversos grupos socioeconómicos locales y nacionales, a los que no pertenece o en los que no encaja, como es el caso”.

También advertía que “Vicente Fox no puede salirse de un guión preestablecido, pues es capaz de caer en contradicciones básicas e irreductibles, es decir, pese a la aparente claridad de su estructura ideológica, desbarra en conceptos elementales. Se ha dado el caso de que en eventos improvisados o poco controlados, de manera impredecible invoque principios legales inexistentes o realice señalamientos poco congruentes con la filosofía del PAN e incluso se contradiga en planteamientos elementales.”

El informe indicaba que la imagen “se basa en la presencia de un Fox Bronco, con imagen fuerte e imponente, informal (pantalón vaquero, camisa de cuadros y botas) que muestre un cambio desde la presencia del candidato, haciéndolo agresivo como mecanismo de ataque y descontento. Con la presencia de sus hijos busca suplir la imagen del cónyuge; así, intenta convencer a dos grupos importantes de población (mujeres y jóvenes) de la necesidad de apoyar a Fox, como alternativa política nacional.”

El resumen de inteligencia nacional de 1999, sostenía que Vicente Fox carece de raíces nacionalistas “pues su padre se nacionalizó norteamericano, su madre nunca adquirió la nacionalidad mexicana y la formación personal de Fox se enfocó de manera casi permanente a la alabanza del proyecto de vida norteamericano y europeo, patrón que además ha reproducido de manera puntual con sus hijos.”

Cinco años después, en julio de 2005 y desde la perspectiva de la Psicología Social, el doctor Rolando Díaz-Loving, director de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de Posgrado de la Facultad de Psicología de la UNAM, examina al mismo personaje

El académico describe la necesidad de aceptación del mexicano. Ese afán se opone, sin embargo, cuando se trata de decidir a quién conceder un cargo público o a quién proteger. Los afectos entran en conflicto con las competencias y esa cuestión ha primado en el gobierno de Fox. Ése ha sido un conflicto, destaca el también autor de la investigación Desarrollo y análisis psicométrico de la escala multidimensional de autoritarismo en la cultura Mexicana.

El elefante

Los tropiezos políticos y declaraciones del presidente sobre la situación del país aumentaron las críticas en su contra. Para el psicólogo social, esos errores eran previsibles. Recuerda que en la campaña de 2000, un grupo de politólogos y periodistas entrevistó a los aspirantes a la Presidencia. “Tras reunirnos con Fox, uno de los asistentes me comentó: ‘tengo la impresión de que estamos en el examen de un niño que lo único que alcanzó a leer fue el libro sobre el elefante y que al responder cualquier pregunta, regresa a cómo es el elefante’.

“A mi vez pregunté a Fox cuál sería su programa para impulsar la investigación y me dijo que era una muy buena pregunta que iba a tener que considerar. O sea, no había un plan para fomentar la investigación”.

El mexicano busca a un líder por quien siente afecto y eso conduce al populismo, paternalismo o presidencialismo. Busca a una figura que promete que lo va a proteger y a cuidar. Por ello, su campaña se manejó por expertos en mercadotecnia que destacaron aspectos de nivel emocional: sacar al PRI del poder, sin cuestionar las razones.

Entonces, ese candidato que vendió una imagen que propuso un cambio a través de la mercadotecnica, al convertirse en presidente el único cambio que logró fue la alternancia.

Problema de liderazgo

Con respecto a las capacidades y destrezas de Vicente Fox, un análisis previo de su historial académico y profesional habría revelado a observadores acuciosos que no era apropiado para la alta misión que se le confirió. “Fox terminó su licenciatura un año antes de asumir el cargo y no tenía la competencia para un trabajo como la Presidencia.

“Tuvo un puesto medio en una compañía transnacional que ya es exitosa y él se insertó en una estructrura sin problemas nuevos. Por eso se sabía que Vicente Fox no era una persona que resolviera realmente los problemas. Para él estar en la Presidencia es una situación muy compleja.

“En términos de liderazgo, es una persona con muchos problemas. Fue mal estudiante, logró una maestría en una Universidad con algo de prestigio pero con estándares mínimos para quien liderea una nación como México. Además, las personas a su alrededor le proveen de información acorde a los intereses del grupo”, afirma Díaz-Loving.

La participación en el equipo de trabajo de la esposa del presidente fue considerada por Díaz Loving como un ejemplo de la “mezcla del amor con el poder. Si le digo a mi esposa ’no’ ¿qué implicaciones tiene eso para el país y cuáles en la alcoba?”, pregunta el académico. La influencia de la religión en el presidente se tradujo “una vez más en la mezcla de amor con el poder, porque la religión es fe y ésta no se basa en la lógica inductiva sino en una creencia, es una patología”.

Su desempeño como líder de una nación media como México lo superó. “No tenía ni idea. Podríamos decir que probablemente Fox hubiera sido un buen líder en algún pequeño pueblo. No tenía las compentencias mínimas ni para hacer un buen equipo. Los eligió a través de sus headhunters y el resultado fue caótico, porque aparecieron los afectos.

La Psicología Social divide en dos tipos a los líderes: de tarea y líderes de relaciones. Fox es un líder de relaciones que curiosamente ha sido atacado en su parte afectiva. Se critica su obra, pero más sus afectos. De él algunos dicen: ’es una buena persona que protegió a la población porque amplió el seguro para toda la gente’; ’es bueno o malo’ y por lo tanto en esta situación de afectos: ’estás conmigo y eres mi amigo o mi enemigo’. No se pregunta lo fundamental ¿Cuáles son sus programas y acciones?

¿Deprimido?

Sobre la versión de que el mandatario sufre de depresión, el psicólogo observa: “cuatro o cinco años después de ser electo sigue en campaña y todo lo que dice es para defender su imagen, no para resolver los problemas del país. Ésa es su prioridad.

“Cuando se equivoca -como lo importante es la imagen y no la tarea- defiende esa imagen: gasta más recursos, tiempo y está constantemente a la defensiva. No se dedica a lo fundamental.

“El juicio ya está dado y de tal manera que la mayor parte de los analistas piensa que ésta es una Presidencia muerta. Ya se hizo el dictamen. Sus momentos críticos fueron cuando asumió la Presidencia y en esa luna de miel pudo cambiar el rumbo del país. Ahora, sólo trata de sostenerse y es muy triste, porque todo el trabajo de la Presidencia ahora va dirigido a una mercadotecnica de sostenimiento.

Revista contralínea. Publicado: Octubre 1a quincena de 2006 | Año 4 | No. 65