El mandatario norteamericano realiza el viaje tras haber sufrido el fracaso en las elecciones legislativas debido a otra derrota militar norteamericana, esta vez en Irak.

¿Se podrá pronosticar lo que espera a Norteamérica "después de Irak" desde el punto de vista del trato actual de los vietnamitas con respecto a los norteamericanos y de las relaciones entre Vietnam y EE UU? Sí, se podrá, teniendo en cuenta todas las enmiendas y suposiciones necesarias.

Está claro que Vietnam no es Irak. También por la razón de que las pérdidas de EE UU en Irak sobrepasan algo el nivel de 3000 militares. En Vietnam las cifras relativas a las pérdidas norteamericanas son distintas oscilando entre 58 y 60 mil (no siempre coincidiendo con los datos oficiales de EE UU). En cuanto a las pérdidas registradas entre militares y especialmente entre la población civil en Vietnam e Irak, en ambos casos ascienden al menos a decenas de miles y, según algunos datos procedentes de Irak, a centenares de miles. Sin hacer mención de la infraestructura arruinada y el desbarajuste económico global.

Lo mismo que hoy en Irak (del cual los norteamericanos no han marchado aún), en los años 70 pocos podían esperar buen trato de los vietnamitas con respecto a los norteamericanos. Sin embargo, a fines de semana George Bush llegará a Hanoi y antes, en 2000, allí estuvo de visita su predecesor Bill Clinton.

Conviene señalar que entre la salida de los norteamericanos de Saigón y la visita de Clinton medió un cuarto de siglo. Pero incluso hoy, lo concerniente a aquella guerra y las relaciones con Norteamérica suscitan una reacción tan áspera que todos mis interlocutores en Hanoi prefirieron mantenerse en el anonimato.

No fue la visita de Clinton, la que puso el punto final a la guerra. Esto sucedió mucho antes, en 1995, cuando fueron restablecidas las relaciones diplomáticas, señaló un alto cargo del gobierno vietnamita. Al decir de éste, entonces Hanoi decidió firmemente "no hacer hincapié en el pasado, sino proyectarse hacia el porvenir desarrollando relaciones de cooperación con todos los países del mundo".

Un politólogo vietnamita, otro interlocutor del articulista, no pudo mencionar datos sociológicos precisos sobre la actitud de los vietnamitas hacia los norteamericanos en la década del 70, del 90 y en el presente; tales sondeos simplemente no se han efectuado. Pero es poco probable que los habitantes de ese país hayan olvidado algo. La guerra afectó a cada familia y eso no se refiere solamente al pretérito. El politólogo, veterano de guerra, experimentó también el efecto nocivo del "agente naranja", pesticida norteamericano que, como se puso en claro más tarde, ejerció influjo genético sobre los soldados vietnamitas (y norteamericanos). Ese veterano vietnamita esperaba preocupado el nacimiento de su hija y el año pasado, de su nieta. Tuvo suerte, ambos retoños vinieron al mundo sin tener defectos innatos. Pero otras familias fueron menos afortunadas, teniendo en cuenta que se trata ya de la tercera generación.

Pero refiriéndose a las visitas de los presidentes norteamericanos a Vietnam, según algunas apreciaciones, en 2000 muchos vecinos de Hanoi estaban muy interesados en ver al presidente del más rico país del mundo. Fíjense: "rico" y no "fuerte", ya que los vietnamitas sabían y saben perfectamente el precio de la fuerza norteamericana y el de la firmeza propia.

Una fuente oficial dice que hoy Norteamérica es para Vietnam el principal consocio económico, ante todo, gracias a las inversiones norteamericanas en los sectores alimentario y textil de Vietnam, cuya producción se suministra en primer lugar al mercado norteamericano.

En aquella guerra terminada hace más de 30 años, la principal ayuda a Vietnam fue prestada por China y Rusia. China se convirtió en el segundo (después de la UE) socio comercial de Vietnam: según algunas conjeturas, el intercambio de mercancías en 2006 alcanzará 10 mil millones de dólares USA, pero, por el monto de inversiones, Pekín va muy a la zaga de EE UU o la UE. Rusia conserva las posiciones más importantes (pero no monopólicas) en la extracción de petróleo de Vietnam y lleva a cabo investigaciones conjuntas en los sectores de altas tecnologías, por ejemplo, en materia de la biotecnología. Pero su giro comercial es diez veces menor en comparación con el comercio entre Vietnam y China. Las realidades económicas son las determinantes para el país que sobrevivió el desbarajuste económico posbélico.

Pero hace falta destacar una peculiaridad más de la región del Pacífico. George Bush llega a Vietnam no sólo como presidente de EE UU, sino como uno de los 20 líderes de las economías agrupadas en la APEC. Esa organización tiene también por misión conseguir que la competencia económica en el área Asia-Pacífico vaya acompañada de la cooperación capaz de convertirla en espacio económico único. En esta calidad, a Hanoi llegan también los líderes de Rusia y de China: Vladímir Putin y Hu Quintao, respectivamente, que prestaron ayuda a Vietnam en la guerra contra EE UU, y todos los demás. El ascenso económico registrado en la región es producto de su cooperación indistintamente del bando a que tal o cual país pertenecía en la pasada guerra.

Resulta difícil presagiar que algo parecido suceda en Bagdad al cabo de un cuarto de siglo o, quien sabe, dentro de 10 años. Tampoco se sabe si los veteranos norteamericanos de la guerra en Irak fijen su residencia permanente en Irak. En Vietnam este fenómeno tiene lugar: soldados veteranos de EE UU se asientan aquí, se hacen con familia, o, por lo menos, prestan ayuda al negocio norteamericano-vietnamita. O bien, se dedican a la beneficencia, ayudando a los vietnamitas víctimas de los bombardeos o "agente naranja" de la pasada guerra.

RIA Nóvosti, 15/ 11/ 2006.