El Fuerte, Sin.— Descalzos, los pies morenos de Julia Gastélum Escalante —gobernadora tradicional o cobanaro de Mochicahui— golpean con ímpetu el piso del kiosco de la plazuela central. Su larga cabellera negra le escurre por los hombros, apenas sostenida por una diadema café y resaltada por la blanca vestimenta que porta, hasta tocar el contorno de su cintura.

Los cinco músicos yoremes, que acompañan la danza de pascola de la mujer, arrancan el ritmo del espíritu indígena a sus sonajos, ayalis, jiruquias, huejas y coyolis; instrumentos tradicionales que mezclan sus sonidos con los del violín y el arpa.

Es el 12 de octubre —514 años después del “descubrimiento” de América— y los indígenas yoremes de Sinaloa festejan, con sus danzas tradicionales, la llegada del subcomandante insurgente Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a los valles costeros ubicados entre los ríos Mayo y el Fuerte, al norte de Sinaloa.

La mayo, como la conocen los yoris o mestizos, es la primera de al menos una decena de comunidades indígenas que la Delegación Sexta visitará en el norte del país, en el primer acercamiento formal con dichos pueblos (pues hasta ahora sólo le anteceden las comunicaciones, por medio escrito, con el pueblo yaqui).

Por acuerdo de la Comisión Sexta, el delegado Zero reanudó su larga caminata por las zonas más vulnerables de México, conocida como La Otra Campaña e iniciada el pasado 1 de enero.

El recorrido fue suspendido durante cinco meses, luego del operativo de represión ejecutado por la Policía Federal Preventiva (PFP) y la Policía del estado de México en contra de integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el 3 y 4 de mayo en San Salvador Atenco.

En la plazuela de Mochicahua, el delegado Zero de la Comisión Sexta escucha el dolor de los yoremes que, a pesar de la distancia, es el que también aqueja a los indígenas del sur: despojo de tierras, renta de terrenos por insuficiencia de presupuesto, discriminación, marginación, pobreza, ausencia de servicios de salud, educación, vivienda.

Además de dar la bienvenida a Marcos y a la karavana que lo sigue, la gobernadora Julia Gastélum resume la problemática de su pueblo: quienes siempre son humillados y marginados, y quienes no tienen tierras para sembrar hortalizas, somos los indígenas.

Los yoremes van contando la historia de cómo los yoris (“bravos o quienes no respetan”) les han arrancado la posesión de la tierra, a través del agresivo Programa de Certificación de Derechos Parcelarios y Titulación de Solares Urbanos, impulsado por la administración de Vicente Fox y la Procuraduría de la Reforma Agraria.

Los mayos reclaman la aprobación de la Ley Indígena local, que desde hace un par de años se encuentra detenida en el Congreso estatal. Ante más de 200 simpatizantes, el delegado Zero recuerda la traición que los partidos políticos: Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, cometieron en contra de la causa indígena al rechazar los Acuerdos de San Andrés.

El subcomandante Marcos explica que para los de arriba los indígenas no existen, y cuando se les reconoce su existencia es sólo como limosneros o seres que dan lástima, pero no como personas que tienen derecho a una vida digna. Por ello, dice, el único camino es la organización anticapitalista, desde abajo y a la izquierda, sin líderes que ordenan cuándo hablar y cuándo callar.

De acuerdo con los datos aportados por el análisis “Los zapatistas y La Otra: los caminantes de la historia”, del subcomandante Marcos, la mayoría de adherentes a la Sexta Declaración son indígenas, aún sin contar a los zapatistas.

La amenaza del narcotráfico

Desde su primer acto en Teacapán, hasta la última plaza visitada -el mercado Obregón de Los Mochis- en reuniones privadas y en plazas públicas de Sinaloa -el estado donde se reinicia formalmente La Otra Campaña, y que se ubica en el lugar 22 del recorrido-, el subcomandante insurgente Marcos escucha que el narcotráfico es el principal problema de la entidad, gobernada por el priísta Jesús Aguilar Padilla.

Los simpatizantes denuncian la complicidad al más alto nivel de la política con la delincuencia organizada. En todos los foros señalan que “aquí se vive un narcogobierno”: llamada “la cuna del narcotráfico”, la entidad es presa del cártel de Sinaloa, comandado por Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo.

Con matices, el delegado Zero apenas aborda la problemática que a diario registra al menos un "levantón" y, muy frecuentemente, algún ejecutado. “Si uno ve las noticias de lo que hay en Sinaloa, nada más es que hay narcotráfico y guerra, guerra de narcotraficantes. Pero, ¿dónde se habla de la gente que trabaja, de la gente que está sufriendo?, ¿de las cosas que nos estuvieron platicando ahorita que están pasando aquí? Aquí que es su vida propia. Como nadie se entera, parece que no está pasando nada. Y lo que está haciendo La Otra Campaña es demostrando que sí están pasando cosas, que Sinaloa no es el narcotráfico, sino los campesinos, los pescadores que lo están levantando, los trabajadores, y que eso lo conozcan en otras partes”.

Pero la realidad de este estado se advierte hasta en el operativo de seguridad que despliega la PFP en torno al subcomandante insurgente Marcos. Y es que la escolta no sólo es más numerosa -nueve camionetas de la Federal Preventiva- sino que es más agresiva.

Durante todos los recorridos (en ciudad y en carretera), tres unidades de la PFP forman una burbuja que impide a cualquier vehículo circular a la par de la camioneta Voyager, color guinda, que transporta al delegado Zero. El resto se encarga de vigilar a la llamada karavana que lo acompaña. El operativo también se apoya en las policías estatal y municipal para cortar la circulación de calles y avenidas.

Además de la camioneta Voyager, viaja un autobús con 45 adherentes de organizaciones, como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, el Consejo Nacional Indígena, el Frente Popular Francisco Villa Independiente, el Partido de los Comunistas, Uníos, representantes de los medios alternativos y cinco automóviles particulares.

Desde el 8 de octubre, fecha en que la Delegación Sexta arribó a Nayarit, también siguen a la karavana una camioneta Van, color dorado y sin placas, de inteligencia militar, y al menos dos automóviles del Centro de Investigación y Seguridad Nacional.

Al igual que el contingente que acompaña al delegado, al concluir su paso por Sinaloa las 11 unidades federales abordan el trasbordador California Star con destino a Baja California Sur. Todos han pagado su boleto a la compañía Baja Ferries, privatizada en la época de Carlos Salinas de Gortari.

A pesar de los rumores que le antecedieron a este traslado, el subcomandante no se identifica; y es que curiosamente, dicen empleados del naviero, las autoridades militares, aduaneras y migratorias -encargadas de supervisar la legalidad de los tripulantes- decidieron ausentarse la madrugada del 14 de octubre.

Los pescadores

Ese mar que el delegado Zero surca en el trasbordador es disputado entre los dueños legítimos y los grandes empresarios. Los simpatizantes de La Otra Campaña en Sinaloa denuncian que además de la complicidad entre autoridades y narcotraficantes, aquí se padece el despojo de las costas del Pacífico, promovido por el megaproyecto presidencial Mar de Cortés, antes conocido como Escalera Náutica.

Pero este no es el único problema que enfrentan los sinaloenses. En Dautillo, municipio de Novolato, Marcos se reúne con los cooperativistas de La Ribereña. Molestos por la situación que padecen, los pescadores y sus esposas y madres van contando la historia del pueblo.

Dedicados a la pesca de camarón, los adherentes a La Otra Campaña explican que este año se perdieron tres toneladas de este producto, “porque no hay precio para cotizarlo en el mercado”.

Adriana Cervantes, madre de un pescador, señala que cuando se les acumulan las cuentas no los dejan pescar. “Siempre nos han pisoteado y humillado. No tenemos seguro, ni trabajo. Sólo tenemos el basurero”.

El subcomandante Marcos cuenta que “a nosotros nos lo hacen con el café. Nosotros somos indígenas de Chiapas, sembramos maíz y frijol, que es lo que comemos, y el café... con ese conseguimos un poco de dinero para comprar algo de ropa, el machete para trabajar y si alguien se enferma, poder conseguir la medicina. También tiraron el precio del café porque las grandes plantaciones querían poner el precio más alto.

“Entonces en lugar de correrlos de aquí, que venga la policía y los saque, lo que hacen es: vamos a tirar el precio del camarón y que salga más caro trabajar que no trabajar. Porque ustedes lo explicaron muy bien, entre la gasolina, el hielo y todo eso, a la hora que se vende el camarón resulta que le estás poniendo dinero para poder venderlo y no sacas nada.”

En el mitin a la orilla del mar, el delegado Zero se refiere a los reporteros de los medios de comunicación comercial. Dice que si no publican la verdad es porque sus jefes, en las redacciones, tergiversan u ocultan la información.

En esta segunda etapa de La Otra Campaña, el subcomandante concede entrevistas banqueteras y ruedas de prensa, en las que responde preguntas como por qué usa pasamontañas o si algún día renunciará a la “máscara”.

Desaparecidos políticos

Al partir de Sinaloa con destino a Baja California Sur, la camioneta que transporta al subcomandante Marcos, al igual que el resto de la karavana, porta consignas relacionadas con la presentación de los desaparecidos en la década de los 70, y liberación de los presos políticos.

Las denuncias rodantes son resultado de la plática que el subcomandante insurgente Marcos sostuvo con las madres de desaparecidos sinaloenses. En la reunión del 11 de octubre, Rosa María Herrera Álvarez dice: “clamamos justicia. Queremos que a nuestros hermanos e hijos nos los regresen vivos, porque vivos se los llevaron”.

El delegado Zero recuerda que “estas compañeras que están aquí, que escuchamos, son las mamás de los zapatistas, nadie lo mencionó pero -si no se acuerdan- nosotros las adoptamos como mamás en 94, cuando las conocimos. Y además, también, porque algunas de ellas sacaron a compañeros presos nuestros del EZLN en otras partes”.

El subcomandante señala que la lucha tiene que ver con los nombres de los desaparecidos. “Tenemos que aprender a nombrar a nuestra gente: Rigoberto Rodríguez Rivera, Francisco Javier Manríquez Pérez, Henry López Gaytán, Óscar Gaxiola Murillo, Juan de Dios Carvajal Pérez, Cristina Rocha de Herrera, Tranquilino Herrera Álvarez, Manuel Rojas Gaxiola, José Barrón Caldera, José Guadalupe Sicairos Angulo, Rafael Yáñez Ruelas, Ángel Manuel Herrera Álvarez, Luis Francisco García Castro, Carlos Alemán Velázquez, Héctor David Sandoval, Joel Orlando Miguel Anaya, Miguel Ángel Valenzuela Rojo, Edmundo Hernández Borrego, Gilberto Arroyo López, José Manuel Alpisco Lizárraga y Juan Germán Flores Carrasco; puros jóvenes como la mayoría de lo que hay en La Otra Campaña”.

Cuba

Antes de visitar Sinaloa, el delegado Zero participa en la conferencia “América Latina, desde abajo y a la izquierda”, y como conmemoración del 39 aniversario de la caída del guerrillero Ernesto Che Guevara —celebrada el 8 de octubre en Tepic, Nayarit— Marcos dice que, como comandante del Ejército Rebelde, el Che “condujo a sus tropas a la victoria en una de las páginas más brillantes de la historia militar de América Latina, la Batalla de Santa Clara, destrozando la columna vertebral del ejército del dictador Batista en la víspera del triunfo de la Revolución Cubana”.

También habla de la simpatía de los zapatistas con ese régimen socialista y justifica el envío de maíz y gasolina que a mediados de año hicieron las juntas de buen gobierno. “Al elegir Cuba, no sólo elegimos reconocer y saludar una historia y una lucha. También elegimos una definición: el enemigo del pueblo cubano es el mismo enemigo de los pueblos indios zapatistas, de los pueblos indios de México, de los pueblos indios de América. Y elegimos esa definición cuando la moda era, y es, atacar a la Revolución Cubana”.

Publicado: Noviembre 1a quincena de 2006 | Año 5 | No. 67