«El imperio romano esta cayendo». Ésto es, en una frase, lo que dice el reporte Baker. Las legiones no lograron imponer su mandato en Mesopotamia. Craso perdió los estandartes de sus legiones en los desiertos de Siria e Irak, y lo mismo le ha ocurrido a George W. Bush. No hay ningún Marco Antonio que recupere el honor del imperio.

La política «no está funcionando». «Colapso» y «catástrofe», palabras que se escucharon en el senado romano en muchas ocasiones, estaban incrustadas en el texto del reporte Baker. ¿Y tú, James?

Éste también es el lenguaje del mundo árabe, siempre esperando el colapso de un imperio y la destrucción del siempre a salvo Mundo Occidental, que lo ha llenado de dinero, armas y apoyo político. Primero los árabes confiaron en el imperio británico y en Winston Churchill, luego confiaron en el imperio de Estados Unidos y en Franklin Delano Roosevelt; en las administraciones de Truman y Eisenhower y en los demás hombres que dieron armas de fuego a los israelíes y miles de millones de dólares a los árabes (Nixon, Carter, Clinton, Bush...) Y ahora les dicen que los estadounidenses no están ganando la guerra; que la están perdiendo. ¿Si usted fuera árabe qué haría?

Den por seguro que no es esto lo que están preguntándose en Washington. Oriente Medio, que es de vital importancia (supuestamente) en la «guerra contra el terror», es en sí mismo un mito y en realidad no importa en la Casa Blanca. Es un distrito, un mapa, una región tan amorfa como la creciente «crisis» inventada por la administración Clinton cuando ésta quería que sus tropas llegaran a Somalía.

¿Cómo salir, cómo hacerlo con algún decoro?; esa es la pregunta. Al diablo con la gente que vive ahí; los árabes, los iraquíes, los hombres, las mujeres y los niños que mueren a manos de los estadounidenses, y de los mismos iraquíes, todos los días.

Nótese como nuestro «vocero» en Afganistán ahora reconoce a las mujeres y los niños muertos en los ataques aéreos de la OTAN como si fuera de esperar el asesinato de todos esos inocentes porque estamos en guerra con el horrendo talibán. El mismo sistema de pensamiento ha llegado a Bagdad donde los voceros de la «coalición» también ­de vez en cuando­ suelen adelantarse a las evidencias videograbadas para reconocer que ellos también matan a mujeres y niños en la guerra contra el «terror».

Pero lo que impera son las frases que expresan impotencia y fatalidad. «La capacidad de EEUU para actuar como influencia en los acontecimientos en Irak está disminuyendo». Existe el riesgo de «deslizarse hacia el caos, que podría desencadenar el colapso del gobierno iraquí y una catástrofe humanitaria».

Pero ¿acaso no sucedió ya todo eso? El «colapso» y la «catástrofe» están presentes a diario en Irak. La capacidad estadounidense de «influenciar los acontecimientos» ha estado ausente durante años.

Y volvamos a leer la siguiente frase: «La violencia está aumentando en términos de alcance y mortandad. Está alimentada por la insurgencia árabe sunita. Milicias chiítas, escuadrones de la muerte, Al Qaeda y la criminalidad generalizada. El conflicto sectario es la principal amenaza a la estabilidad» .

¿Me lo pueden repetir? ¿Dónde estaba esta «criminalidad generalizada» y este «conflicto sectario» cuando Saddam, el criminal de guerra favorito de todos, estaba en el poder? ¿Qué piensan los iraquíes de esto?

Qué típico de los medios estadounidenses es el hecho de que fueron de inmediato a pedirle su opinión a Bush sobre el reporte Baker, en vez de buscar la reacción de los iraquíes que son quienes están padeciendo todas las consecuencias de nuestra tragedia autoprovocada en Mesopotamia.

Ellos seguramente disfrutarán la idea de que tropas estadunidenses estén «incrustadas» dentro de las fuerzas iraquíes. No hace mucho, era la prensa la que estaba «incrustada» en las fuerzas estadounidenses. Como si los romanos hubieran estado dispuestos a incrustar a sus legiones entre los godos, ostrogodos y visigodos para garantizar su lealtad.

Lo que los romanos sí hicieron, y que los estadounidenses jamás harán, es ofrecer a sus súbditos la ciudadanía romana. Todo miembro de una tribu, en Galia, Betania o Mesopotamia, que cayó bajo el poder romano, se convirtió en ciudadano de Roma. ¿Qué hubiera podido hacer Washington en Irak si hubiese ofrecido la ciudadanía estadunidense a cada iraquí? No hubiera existido la insurrección, ni la violencia ni el colapso ni la catástrofe, ni tampoco habría sido necesario un reporte Baker.

Pero no. Queríamos darle a esta gente los frutos de nuestra civilización, pero no nuestra civilización en sí. Esa la tienen prohibida.

¿El resultado? Ahora esperamos que las naciones a las que supuestamente odiábamos ­Irán y Siria­ nos salven de nosotros mismos. «En vista de la capacidad (sic) de Irán y Siria de influenciar los acontecimientos y de su interés de evitar un caos en Irak, Estados Unidos debe tratar de involucrar (sic) a estos países de manera constructiva».

Me encantan estas palabras. Especialmente «involucrar».

Sí, la «influencia de EEUU» está disminuyendo. La influencia de Siria e Irak se está incrementando.

Ésto es, en suma, la «guerra contra el terror». Me pregunto ¿han sabido algo de Lord Blair de Kut al Amara?