“Tenemos entonces que el dinosaurio seguía allí, pero era un dinosaurio azul”, precisa Enrique Montalvo.

Al hacer un balance de lo que fue el sexenio de Vicente Fox en materia de democracia y reforma del Estado, observa que en realidad hubo una contrarreforma que no sólo endureció a este gobierno en contra de los movimientos sociales, sino que fija la misma línea a la siguiente administración de Felipe Calderón Hinojosa.

“Con este modelo neoliberal, que significa aumentar las ganancias del gran capital nacional y extranjero, la sociedad no está representada en el Estado y éste es incapaz de encarnarla. Y esto queda claro en Oaxaca, en Tabasco, en Chiapas y en una gran cantidad de movimientos, y en la sociedad en su conjunto.

“¿Cómo deja el país Fox? Yo no diría Fox, sino todo este proyecto de 24 años de neoliberalismo, que quiere otros 24 años para terminar de consumar lo que se ha venido desarrollando desde Miguel de la Madrid, y que es el modelo que seguirá el presidente electo”.

El sexenio de Fox, explica, fue un proyecto que pretendió modernizar el control de la sociedad.

“Pretendía un control casi automático de los ciudadanos, a través de la marginación, de la eficacia de los medios, de la desmovilización social, del acotamiento de lo político a lo electoral, y del elemento del miedo al cambio, que pudiera romper la estabilidad económica y financiera, y por lo tanto al desempleo, a la crisis, etcétera. Y de colocar a los individuos en una situación de indefensión, aislados, incapaces de defenderse y obligados a la sobrevivencia diaria”.

Sintetiza: “fue la búsqueda del consenso enajenado. Se creyó que esto era suficiente para la reelección del PAN”.

Advierte: “nos encontramos entonces una sociedad que camina cada vez mas hacia una crisis que no tiene solución en el campo neoliberal”.

El investigador, autor de los libros “El socialismo olvidado de Yucatán”, “El nacionalismo contra la nación” y “México en una transición conservadora”, entre otros, sostiene que Agustín Carstens Carstens, quien se integró al equipo de transición de Felipe Calderón y actual secretario de Hacienda, será en realidad un representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el gabinete panista.

Carstens tiene como misión vigilar, dirigir y profundizar el modelo.

“Nos queda claro hasta qué punto la elite quería un control pleno, absoluto, del proceso de desarrollo neoliberal, sin que pudiera haber ninguna cuarteadora, ninguna desviación que fuera capaz de llevarnos a la posibilidad siquiera de un neoliberalismo moderado”.

Enrique Montalvo sostiene que hay una corriente de politólogos que quiere hacer creer a los mexicanos que es posible continuar el proyecto neoliberal y tener a la vez una democracia, pero no es así.

“Todas esas hipótesis se vinieron abajo en las elecciones del 2 de julio, cuando el IFE y el tribunal electoral terminaron por transformarse en la antigua Secretaría de Gobernación, es decir, en el instrumento para manipular la elección y lograr la reelección del partido en el poder.

“Y eso que el de López Obrador no era un proyecto radical, pero sí derivaba y desviaba algunas de las líneas claras del modelo neoliberal”.

Contrarreforma del Estado

Enrique Montalvo sostiene que en los gobiernos neoliberales la transición a la democracia es un fetiche, un mito, pues lo que hay es una democracia sin contenido. La transición, por tanto, se redujo a un mero cambio electoral.

A pesar de que la democracia no es real, los partidos políticos, incluyendo al PRD, creyeron en esta propuesta de la clase dominante y relegitimaron al régimen, a partir de la alternancia.

“Lo que sucede entonces es que en 2000 el régimen antiguo, autoritario, no se derrumbó, sino que los humus se pintaron de azul, es decir, se transformó en un régimen muy similar al del PRI, pero dirigido por el PAN”.

Contrario a lo que piensa Porfirio Muñoz Ledo, Enrique Montalvo cree que sí hubo reforma del Estado que se ha ido confeccionando en los gobiernos neoliberales, de Miguel de la Madrid a Vicente Fox.

“Me parece que lo que hubo fue una contrarreforma del Estado, una reforma regresiva, neoliberal. La reforma electoral tampoco me parece que haya sido una etapa dentro de un proceso de reformas, sino que más bien fue un complemento de la contrarreforma del Estado”.

Explica: “mientras por un lado se decidía que el campo legítimo de la política era la lucha electoral y el juego de partidos, se fue desmantelando y deslegitimando la organización social y se avanzó a la vez en una contrarreforma del Estado”.

Considera que “si el Estado es una relación de fuerzas en la sociedad, nos encontramos entonces con que en terrenos fundamentales como el financiero, el campo, los medios de comunicación, las empresas públicas, la economía, los derechos sociales, el sistema electoral, la publicidad política, las religiones institucionalizadas, la política internacional y la educación, esa relación de fuerzas se conforma y se fortalece a favor de un proyecto neoliberal, del grupo de los grandes consorcios, del gran capital”.

Asegura que la contrarreforma del Estado fue encubierta con la bola de humo de la supuesta transición a la democracia. Sus elementos son los siguientes:

Primero, explica, “la privatizacion bancaria, con la que se dio un proceso de fortalecimiento del capital financiero que llegó al Fobaproa y al IPAB, a través del cual el Estado está subsidiando al capital financiero. Este proceso de contrarreforma del Estado significa el fortalecimiento continuo del capital financiero, en demérito de la sociedad en su conjunto”.

Por otro lado, prosigue, desde Salinas se reformó la Constitución para liquidar al ejido. Después se desarrolló el Tratado de Libre Comercio en el terreno del campo, con lo que se transformó la relación de fuerzas y se dio fin a la banca rural. Posteriormente se dio un proceso de salarización del campo durante el gobierno de Fox, es decir, la liquidación de los productores agrarios independientes, medianos y pequeños.

En el terreno de los medios de comunicación, dice, se dio una devolución de tiempo a la televisión en el gobierno de Fox y después se desarrolló la “Ley Televisa” que llevó a la elitización de los medios y a la imposibilidad legal de que estos se democraticen.

“Después nos encontramos con una venta continua de empresas públicas, que no ha parado desde de la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox, que tenía el objetivo de transferir el poder económico a los grandes consorcios y a los grandes medios de producción”.

Le siguió el proceso por el cual se otorgaron derechos a los partidos en el terreno electoral, a cambio de que abandonaran los movimientos y las luchas sociales. Esto fue posible con la eliminación del poder de los sindicatos, para reducirlos a una media defensa de ciertas demandas económicas.

También se buscó la liquidación de las organizaciones sociales y su sustitución por las organizaciones no gubernamentales, que están desvinculadas de los movimientos sociales y muchas veces ligadas a capitales trasnacionales, y sus fines son meramente electorales.

En la publicidad política, se privilegió a la televisión como medio central para la comunicación con la sociedad, es decir, “como un medio que no se presta para el diálogo, sino para la imposición, que está negado para promover intercambios de pensamiento, que está hecho para difundir ideas breves y preconcebidas. Esto lleva a que los recursos continuamente se transfieran de manera masiva a los grandes medios y a los grandes consorcios televisivos”.

También se transformó la Ley de cultos otorgando un poder excesivo a la iglesia, asegura.

Por otro lado, continúa, la política exterior nos llevó a una ruptura con América Latina, a una alineación con el unilateralismo de Estados Unidos, con su tendencia dominante, unipolar y contraria a la seguridad nacional.

En el terreno educativo, se liquida, se disminuye y minimiza la educación pública y se le sustituye continuamente por la educación privada y tecnocrática, afirma.

Enrique Montalvo sostiene que “el estado, como relación de fuerzas en la sociedad, se transforma a favor de un proyecto que es el neoliberal y del grupo de los grandes consorcios, del gran capital.

“Y nos encontramos con un Estado débil, ausente, sin fuerza y sin recursos, doblado y sometido al poder del gran capital. La nueva relación de fuerzas en el Estado es favorable a una plutocracia.

“Simplemente han deteriorado todos los nexos sociales y nos ha llevado a una situación que es casi de callejón sin salida”.

Sostiene que la única vía para mantener el modelo neoliberal son gobiernos autoritarios, dictatoriales. “Si no hay una salida de transformación, de reforma social y de reforma del Estado, simplemente yo no veo por dónde podamos hablar de transición a la democracia”.

Más bien, dice, “se puede hablar de transición a un Estado cada vez más autoritario, más cerrado, y a una supresión de libertades, incluso las formales que todavía disfrutamos en México”.

Publicado: Enero 1a quincena de 2007