Venían de la lejana Kandahar, en Afganistán, donde Washington inició su venganza bélica contra los presuntos ejecutores del brutal atentado del 11 de septiembre de 2001.

Desde entonces a la fecha más de 500 detenidos han llegado a ese enclave para ser sometidos a torturas, golpizas y violaciones de todo tipo, sin que ningún reclamo haya logrado violentar el capricho de la Casa Blanca de negarles asistencia jurídica y un trato medianamente humano.

En este lustro las noticias no podían ser más alarmantes. Golpizas, profanación del Corán, castigos corporales y psíquicos, violencia para terminar con las reiteradas huelgas de hambre, y suicidios ante tanta vesania, han acompañado la triste existencia de estos seres borrados de la vida por un plumazo del Presidente de la primera potencia imperial de nuestra época.

Esa es la verdadera historia que han sufrido y sufren en la Base Naval de Guantánamo los "supuestos terroristas" apresados por las tropas norteamericanas, y son precisamente tan tétricos pasajes los que motivan que para esta fecha la gente decente y honesta del planeta reclame con fuerza el cierre de semejante campo de exterminio.

De hecho, a pocos metros del perímetro estadounidense pacifistas encabezados por la luchadora antibelicista estadounidense Cindy Sheehan, realizarán mañana día 11 una vigilia contra la existencia de tan ignominiosa cárcel y exigirán el cese de las guerras de agresión y el retorno a casa de las tropas entrampadas por W. Bush en Iraq.

Y no son las únicas voces. Organizaciones defensoras de los derechos humanos, personalidades de todo el mundo, entidades políticas, religiosas y sociales, y no pocos gobiernos del planeta, también apoyan el cierre de la ilegal prisión donde languidecen sin esperanzas hoy día casi 400 seres humanos.

Mientras, W. Bush mira a otro lado y sigue pensando en como burlar la decencia universal. Al fin y al cabo, ese es su trabajo.

Agencia Cubana de Noticias