Que Bosch lo haga es comprensible, pero que la línea de mando de quienes responden por esa publicación lo aprueben, resulta revelador de sus estrechos vínculos con la cúpula mafiosa cubano-americana, con lo cual ponen en entredicho la tan cacareada ética como medio independiente que dicen ser.

Los editores de El Nuevo Herald parecen haber olvidado o desconocer el abultado expediente criminal del autor del citado texto, titulado "El castigo de Posada Carriles", con el cual intenta convertir a su par en excelso patriota, acreedor de los más altos honores y reconocimientos de la sociedad norteamericana.

De ese modo el conocido diario miamense otorga una patente a Bosch para mostrar su indignación por el recurso presentado por un juez federal, el cinco de octubre del 2006, donde considera la liberación de Luís —así lo llama— como una medida con serias implicaciones para la política exterior norteamericana.

Por esta vía le permiten también tergiversar a su antojo la verdad histórica, al evaluar como relevantes servicios brindados a Estados Unidos las acciones terroristas ejecutadas por ambos durante décadas contra el pueblo cubano, algunas de las cuales fueron llevadas a cabo en territorio estadounidense.

Gracias a la complacencia de El Nuevo Herald, Bosch da por sentado que la participación de su compinche en el famoso escándalo Irán-Contras, forma parte de la lucha a favor de la democracia. No se debe olvidar que esta operación, con la cual se apoyó la guerra sucia contra Nicaragua, incluyó tráfico de armas y de drogas.

Pero como al parecer esta publicación comparte las concepciones de Bosch, admite que esté presente como acciones válidas en el combate al comunismo en Cuba, la voladura del avión de Cubana con 73 personas a bordo y los atentados dinamiteros en instalaciones turísticas habaneras donde pereció el joven italiano Fabio Di Celmo.

De igual corte considera la voladura del cabaret Tropicana y del Paraninfo de la Universidad de Panamá, lleno el primero de turistas y trabajadores cubanos y de cientos de jóvenes estudiantes el segundo, actos criminales frustrados por la Seguridad del Estado de la Isla.

Y Bosch, por supuesto, no deja pasar la oportunidad como "comentarista " para explicar cómo fue puesto en libertad en Estados Unidos a su salida de la cárcel venezolana, gracias -según él- a la movilización popular y no a la decisión de George Bush padre, promotor y cómplice, como su hijo, de los planes anticubanos, fraguados durante decenios por la CIA y la mafia contrarrevolucionaria radicada en la Florida.

No es ocioso recordar que al llegar a Norteamérica un tribunal ordenó su encarcelamiento al considerarlo peligroso para la seguridad nacional de la Unión.

Ahora, cuando terroristas probados como Orlando Bosch se dan el lujo de escribir en la prensa del país autoproclamado líder mundial en la lucha contra ese flagelo, es oportuno recordar a los directivos de El Nuevo Herald, que "servicios" como los prestados por estos sujetos a EE.UU., han costado la vida a más de tres mil cubanos y provocado graves lesiones a otros dos mil.

Agencia Cubana de Noticias