por Javier Lajo Lazo; javierlajo@hotmail.com

Asimilación o muerte, pareciera ser la alternativa que plantea la ONU al haber rechazado, a fines del año pasado, la aprobación de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Asimilación, absorción, integración, y últimamente “inclusión”, este conjunto de palabrejas han dominado todo el discurso del nuevo colonialismo interno, encapullado esta vez, en las teorías antropológicas del desarrollo y el progreso que el hemisferio norte, sus gobiernos y ONGs, extienden sobre los pueblos mas postergados y mas pobres, ahora con muchas prebendas para los que se someten al “exterminio cultural”; con lo que seguirán pretendiendo disolver a los pueblos indígenas, y volverlos conglomerados de personas individuales, imagen óptima para la mayoría de diplomáticos de la ONU que señalan que los indígenas son “poblaciones” y no “pueblos”. Hace tiempo hubieran aprobado esta “Declaración” si los indígenas hubieran aceptado ser “poblaciones” y no pueblos. Veamos en síntesis que hay detrás de estas palabras y de esta negativa.

Hace varias décadas los indígenas asisten a la ONU “estirando la mano” (y como dirían en mi pueblo, con sus “caritas de pide pan”), pero hasta hoy, salvo el Convenio 169 de la OIT, nada importante han conseguido, solamente que en ese Convenio se les declare pueblos de segunda categoría, ya que en sus articulados hay una nota al pie, que es vergonzante para todos los humanos, puesto que dice algo así como que: “la categoría de pueblos a los indígenas que aquí se menciona no les da derechos iguales a los de los otros pueblos”.

Asistí personalmente a unas cuantas de estas reuniones como para darme cuenta de que no sirven para nada, mas que para hacer turismo y visitar a algunos buenos amigos gringos. Pero para los ilusos y turistas que siguen asistiendo, les preguntaremos ¿Porqué creen que la ONU no quiere aprobar la Declaración de los Derechos Indígenas?. Pues porque esa declaración afecta a las bases mismas de sustentación de todo el conjunto de paradigmas de la civilización occidental. Aprobar “derechos colectivos”, es socavar los cimientos mismos sobre los que está construida la cultura occidental y su principio “divino” del individuo, que pese a todo es quien hegemoniza y controla férreamente a estas “naciones unidas”. Pero, sobre todo, la intención política expresa o implícita de las otrora grandes potencias colonialistas, (que con esto demuestran que lo siguen siendo), es disolver a los indígenas como colectivos multifamiliares, es decir, no quieren Comunidades, dado que los indígenas aun se siguen reconociendo dentro de sus sociedades como colectivos de parentesco y en donde el “afecto familiar” es el cemento principal de sus sociedades y no las relaciones de “mercado”, del salario o de la “mercancía” propiamente dicha. Pero esto que podría parecer una simple y diversa forma de ver el mismo mundo de lo que llaman también “ciudadanía”, esconde en realidad una diferencia profunda que tiene que ver con la “forma” o “modo de vida” de civilizaciones diferentes y en donde existen también diferentes maneras de pensar, diferentes lógicas y sobre todo diferentes idiomas. Para una cultura predadora como occidente, el ‘afecto humano’, el colectivismo de la familia y la comunidad, son veneno para las malas costumbres del ‘individuo’.

Decíamos que nuestros pueblos tienen códigos culturales diferentes, y que partimos de una “ontología comunitaria” que es muy diferente y contradictoria con la “ontología del individuo” que occidente viene usando y desarrollando torpemente desde hace más de 2000 años y que es lo que predomina en sus mensajes y valores culturales y sociales, como aquello de “libertad individual”, de la “democracia del voto individual”, del “mercado del individuo consumidor soberano”, de “derechos humanos del individuo”, etc. Al margen de que estos valores sean muy respetables, estos no se pueden seguir “aplicando” como ‘norma universal’ a todas las culturas del mundo y seguir tratando de convertir a todos en “ciudadanos individuales”, aunque por la fuerza de la inercia colonialista (del mercado consumista, de las redes financieras, de las comunicaciones, de la tecnología, etc) estos valores “eurocéntricos” sean por ahora impuestos como “cosa natural” y sin ningún derecho a la replica por parte de algunos “indígenas” que nos salimos del cuadro colonialista y reclamamos el derecho a nuestra identidad, así fuera “idílicamente” dentro de los “territorios comunales”. Si alguien quiere ilustrarse de la doctrina de la imperiosa necesidad de culminar el “etnocidio arcaico”, puede leer a Vargas Llosa y su fundamentalismo occidentaloide.

Pero, los eurocéntricos no deben cantar aun victoria, hoy en día, el occidente capitalista no tiene todas las de ganar. Analistas económicos y políticos de la realidad mundial han pronosticado que en los próximos 50 años, la China y la India cambiarán totalmente el rostro de la economía y el mercado. Los dos gigantes asiáticos son culturas milenarias sustentadas en doctrinas “filosóficas” (aunque este no es el término mas adecuado) diferentes: el Confusionismo y el Hinduismo, cimientos incólumes de civilizaciones diferentes que han sabido preservar su destino particular y han sabido “extraer” de occidente solo lo necesario de su ciencia y su técnica, de la inversión financiera, del mercado y de los ‘derechos humanos’, para sus propios fines como culturas asiáticas. El capitalismo “occidental” está, si no herido de muerte, siendo socavado en su hegemonía casi absoluta sobre el mundo, su desgaste y caída es solo cuestión de tiempo.
En AL, estos años neoliberales que seguimos sufriendo aun, son indudablemente los últimos aletazos hegemonistas y la razón del porqué se aceleran los TLCs en toda el área continental y otros “apuros” como lo ha sido la última guerra para apoderarse del petróleo árabe.

Pero si estas civilizaciones asiáticas son diferentes a la occidental, las culturas indígenas son opuestas, por eso mismo la dificultad para encontrar términos consensuales en el debate de la ONU sobre los “Derechos Indígenas”. ¿Cómo podría una civilización basada en una ontología del individuo, aprobar una declaración de derechos de pueblos comunitarios?. El mundo del ‘individuo’ ha tenido su nacimiento y desarrollo desde la Grecia antigua, pero ha sido férreamente reforzado en el Renacimiento (siglos XIII y XIV) y por el cristianismo. Y no se trata de dos extremos en donde una cultura parte del individuo y la otra de la comunidad, no, las culturas indígenas parten de la comunidad para respetar y proteger al individuo, en cambio una cultura en donde el paradigma es el individuo, este finalmente termina siendo predador y verdugo de la comunidad y también de la naturaleza; en cambio la comunidad adopta a la naturaleza como su integrante mas importante. Siendo esto así, ¿Porqué, no podrían las grandes civilizaciones Quechua-Aymara y Maya-Quiche, aspirar menos que los asiáticos?. Nuestros sistemas de pensamiento están incólumes aun en nuestros idiomas, nuestros valores aun están guardados por las comunidades, nuestra espiritualidad es hoy codiciada por occidentales ávidos de equilibrio y sanación y sobre todo nuestras miles de comunidades agrarias en todo el continente sabrán ganar esta guerra a la muerte disfrazada de “desarrollo” y “progreso”. Actualmente nuestros hermanos ya aprenden a “usar” a occidente para sus propios fines, a sacarle “la vuelta” al capitalismo, nuestros jóvenes aprenden la ciencia y tecnología occidental y muy pronto estarán dándonos sorpresas de cómo procesar los instrumentos materiales y conceptuales occidentales para beneficio de nuestros paradigmas indígenas.

Están vigentes y en uso masivo en los países andinos, los paradigmas indígenas del “Yanan-tinkuy” o paridad complementaria y proporcional, el “Allin Kausay”, que es el ‘existir plenamente’ o con ‘excelencia’, “Ch’ekkalluwa” que es la ‘diagonal’ como línea de la verdad o del equilibrio cósmico”, el Ayni o la solidaridad como el valor económico principal, o la “hermandad de la mutua cooperación”, el ‘Qhapaq Ñan’ o “camino de los justos”; y muchos otros principios de nuestros sistemas de pensamiento y lógica comunitaria, que nos legaran nuestros antepasados. Sobre estos principios ya hemos escrito algunos artículos que se registran abundantes en muchas páginas web de la red. Insistiremos ahora que hay mucho interés por nuestros principios económicos y de gobierno.

Por todas estas cosas, les pedimos a nuestros hermanos que están como mendigos insistiendo en Ginebra y en Nueva York: que ya es tiempo que abandonen ese antro de colonialismo y anti- democracia que es la ONU. Hace muy poco un tarado llamado Ginés de Sepúlveda tuvo la osadía de sostener que los indígenas no somos humanos, nos llamó “humúnculos”. ¿Qué es lo que están buscando los hermanos que siguen mendigando en la ONU?. Tal vez que les hagan explícito otra vez ese título de : ¿Humúnculos?.

¿Álguien habló de ‘refundar’ la ONU?, ahora es cuando..., aunque nos inclinaríamos por fundar otra ONU, una ONU del SUR, una ONU de “los pobres”, tal vez así podríamos negociar mejor nuestras ingentes riquezas naturales y dirigir mejor el destino de la humanidad, porque los usureros del norte, por sus ambiciones desmedidas quieren acabar con el planeta.