El pasado 19 de enero, el vocero de seguridad nacional de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, dijo que el 11 de enero China derribó su obsoleto satélite meteorológico con un misil balístico de alcance medio.

El 23 de enero las autoridades chinas confirmaron el hecho de que hayan realizado una prueba antisatélite, al advertir que China "jamás ha empleado ni empleará el espacio con fines militares", según manifestó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, sobre el lanzamiento del misil balístico chino habían sido avisadas todas las partes interesadas, EE.UU. incluido.

La reacción de Rusia al lanzamiento del misil balístico chino ha sido contenida. El 19 de enero, el ministro de Defensa: Sergei Ivanov, calificó de "bastante abstractas" estas noticias, suponiendo que estas noticias "son poco fundadas". Pero ya al día siguiente, un vocero del Ministerio de Defensa dijo que "ha tenido lugar un cambio profundo y cualitativo en las Fuerzas Armadas de China". Al decir de una fuente de RIA Novosti en el Ministerio, puede tratarse de una "nueva carrera armamentista" provocada "exclusivamente por la política agresiva de EE.UU.". y por último, el 25 de enero el presidente Vladimir Putin, que estaba de visita en Delhi, vinculó e forma directa las pruebas realizadas por China con los planes estadounidenses de militarizar el espacio cósmico.

Título de propiedad sobre el cosmos

De conformidad con la nueva estrategia espacial de EE.UU., que el presidente George Bush aprobó en agosto pasado, EE.UU. se reserva el derecho de "libertad de acción en el espacio". La estrategia establece asimismo que EE.UU. defenderá este derecho, hasta negando acceso al espacio cósmico a sus adversarios si sus acciones amenazan a los intereses nacionales de Estados Unidos. "Los americanos quieren que el espacio militar pertenezca única y exclusivamente a ellos. Para que puedan predominar desde el espacio en el campo informático, apuntar misiles y armas de alta precisión desde satélites y que los demás no lo puedan hacer.

En Ginebra tiene su sede la Comisión Permanente de Desarme en al que durante los últimos años Rusia y China tratan de plantear el problema de la desmilitarización del espacio, y EE.UU. bloquea estas intenciones", hace recordar Ruslán Pukhov, director del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías (Moscú) y miembro del Consejo Público adjunto al Ministerio de Defensa de Rusia.

La retirada del Tratado de Defensa Antimisil en 2002, la negativa a negociar la desmilitarización del espacio, la nueva estrategia espacial, todos estos actos de Washington provocan la escalada de la carrera armamentista. Dado lo anterior, las acusaciones que se formulan contra China de que las pruebas realizadas por Pekín pueden provocar "la militarización del espacio cósmico" parecen poco válidas.

La causa de la preocupación de EE.UU. tiene por lo vista otro origen. Ahora dentro del alcance de China se encuentran ingenios espaciales muy importantes para EE.UU.: satélites militares de comunicaciones, inteligencia y elementos del sistema global que de navegación y posicionamiento. Los datos que estos satélites transmiten se utilizan por todas las armas, por el servicio de inteligencia y en el empleo de armas de alta precisión.

Conflicto de generaciones

Según ha aclarado Andrei Ionin, experto del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías, China ha dado muestra de tecnologías antisatélite de primera generación, mientras que los propios norteamericanos trabajan ya en sistemas de tercera generación.
El experto del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías hace constar que tanto Rusia como EE.UU. hace ya tiempo que se negaron a utilizar sistemas de primera generación, aunque a este respecto no haya habido ningún acuerdo internacional. "El problema es que esta tecnología adolece de dos defectos. Primero, no es sigiloso, es decir, en caso de lanzar un ataque EE.UU. sabrá quién derribó su satélite lo que supone de hecho declaración guerra. Y, segundo, carece de rapidez necesaria: desde el momento del lanzamiento hasta el momento en que el satélite queda abatido pasan varios minutos porque el misil tiene que alcanzar la órbita siguiendo su trayectoria balística" -, aclaró el experto.

La segunda generación de las tecnologías significa que el misil interceptor se lanza desde un avión. EE.UU. ensayó estas tecnologías en los años 80, recuerda Andrei Ionin. El programa se llamaba ASAT (Anti-Satellite Missile) y formaba parte de la Iniciativa de Defensa Estratégica (Guerra de las Galaxias) de Ronald Reagan: la URSS también tenía ciertas ideas a este respecto. Pero esos sistemas también presentaban una serie de desventajas. "Es cierto que es muy difícil determinar el punto desde el que se lanzó el misil pero la rapidez de acción deja mucho que desear" -, dice el experto del Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías.

Hoy en día los, norteamericanos trabajan también en sistemas de tercera generación: armas laséricas o de haces. "Se trata de una tecnología absolutamente sigilosa e instantánea que, desde luego, China carece", explicó Ionin.

Armas contra la militarización

La militarización del espacio es un problema a que Pekín ha apuntado en reiteradas ocasiones. Según observa The Washington Post, la RPCh encabeza en la ONU los esfuerzos por convocar una conferencia internacional a fin de solucionar los problemas vinculados con el acercamiento de una nueva carrera espacial de armamentos. Hasta ahora estos esfuerzos quedaban bloqueados por Estados Unidos que anunció que "libertad de acción en el cosmos" es un componente de la seguridad nacional como "poderío en aire y en el mar".

Pero hasta dentro de EE.UU. muchos están conscientes de que el emplazamiento de armas en el espacio supone ante todo una amenaza a los propios Estados Unidos porque ese país depende como ningún otro del funcionamiento de los sistemas espaciales tanto en el plano económico como militar.

Hasta ahora el argumento principal que Washington esgrimía para justificar su negativa a firmar un acuerdo de este tipo radicaba en que en el cosmos no hay ninguna carrera armamentista. El pasado 11 de enero China desmintió estas razones. Nos resta esperar que la "advertencia china" sea oída en la Casa Blanca.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)