El 17 de febrero de 1999, salió del Congreso donde ocupaba una curul en representación del Movimiento Popular Democrático. Ese día exigió, como solamente él sabía hacerlo, con educación pero con firmeza y en voz alta, su derecho a parlamentar: “Señorita Presidenta quiero hablar ahora, no
mañana”
. La voz de Jaime Hurtado, dura como el guayacán de la tierra que lo vio nacer, sirvió en esa última ocasión para fustigar al corrupto y vendepatria gobierno del democristiano Jamil Mahuad.

Una ola de dolor y protesta se levantó en el país. Hurtado era querido, respetado, reconocido. El gran orador negro, el revolucionario, el comunista, había dejado de existir fruto de una tenebrosa confabulación cuyos hilos secretos llegaban hasta las fauces del poder gubernamental.

La policía lanzó una ’hipótesis’ que ’implicaba’ a los paramilitares colombianos en el asesinato. Se dejó en el aire la sospecha de que el crimen habría sido porque Hurtado viajó días atrás al Caguán, zona colombiana de despeje para las conversaciones con las FARC. Efectivamente, el diputado emepedista, junto a otras personalidades ecuatorianas, fue invitado por el mismísimo presidente colombiano Andrés Pastrana y las FARC, anfitriones del acto. Allí estuvieron Pastrana y su Gabinete, representantes personales de jefes de Estado y Gobierno, ministros de Estado, legisladores, ex Presidentes, escritores y artistas como Gabriel García Márquez, etc. La sospecha perdió peso: ni Pastrana, ni sus invitados, fueron asesinados por los ‘paras’.

Los ojos del pueblo identificaron a los asesinos y vehículos usados. A los dos días cayeron Christian Steven Ponce, Serguei Merino y Fernando Aguirre. Los tres participaron de una o de otra manera en la provisión de las armas, en el seguimiento de las víctimas. Al año salieron libres por falta de sentencia. Ponce acaba de ser capturado en los Estados Unidos por una falta de tránsito y deportado al Ecuador. El caso y el pueblo esperan justicia. Los fantasmagóricos alias de «Mylanta» y «Vitorino» permanecen en el imaginario judicial, suplantando las identidades de los verdaderos autores, cómplices y encubridores del homicidio político.

El caso está abierto todavía. El supuesto asesino, Freddy Contreras, está condenado a 16 años de prisión. La familia y el Partido del mártir rechazan esa condena que pretende finiquitar el proceso y echar la lápida de la impunidad sobre los lazos entre los conocidos actores y los desconocidos autores.

Algo más… Se sabe que Hurtado investigaba un caso de narcotráfico. Ciro Guzmán, director nacional del MPD, recordaba en estos días que ”teníamos indicios de que había una especie de mafia con intereses en el narcotráfico y el núcleo de ese grupo resultaba ser la familia Cevallos Balda. Medardo Cevallos Balda fue embajador de Ecuador en México en el gobierno de Jamil Mahuad”.

El MPD y la conciencia nacional rechazaron el informe final de la justicia: un documento tendencioso, ligero y apresurado, un final ’feliz’ que debía contentar a todos. Las sospechas sobre el embajador de Mahuad obligaron a sospechar desde la ‘vox populi’ que se trataba de un “crimen de Estado”.

A 8 años de la fechoría terrorista no ha terminado de recordarse la valiente voz de Jaime Hurtado, o su inclaudicable militancia, o su compromiso profundo con los pobres y su revolución necesaria. Su presencia firme junto al pueblo nos mueve a exigir el esclarecimiento total de su asesinato, aunque caigan cabezas ‘famosas’. El mejor homenaje a su memoria, sin embargo, seguirá siendo la materialización de sus sueños de libertad y justicia.

JAIME HURTADO GONZÁLEZ

Nació el 7 de febrero de 1937 en la pobreza del hogar de los esmeraldeños, afrodescendientes, analfabetos, Esteban y Pastora, en Malimpia, Quinindé.

Hasta los diez años de edad trabajó enfrentando la pobreza de su hogar, junto a sus padres campesinos y a sus siete hermanos mayores. Recién a esa edad pudo salir a la ciudad de Esmeraldas e ingresar al primer grado de escuela. Fue lustrabotas en las horas que sus compañeros descansaban. El reto del estudio lo asumió responsable, brillantemente. Hizo su secundaria en Esmeraldas y la terminó en Guayaquil, gracias a una beca.

Fue un notable atleta y basquetbolista. Medallista de oro en salto triple, 110 vallas, 1500 planos, jabalina y disco. Seleccionado del Atletic y EMELEC de básquet.

Ingresó a la Universidad de Guayaquil a estudiar jurisprudencia. Allí fue líder estudiantil y presidente de la Asociación Escuela de Derecho. Las ideas revolucionarias habían hecho mella en su cerebro. Su origen de clase, su negritud, su empatía con las luchas obreras, campesinas y estudiantiles de su patria y el resto del Mundo, impulsaron el paso que marcaría su vida: en 1966 ingresa a las filas del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador.

Esa militancia lo llevó al Comité Central y al Buró Político de la organización comunista. Esa militancia lo llevó a defender desde su profesión y su trinchera a las organizaciones laborales y campesinas. Esa militancia lo llevó a ser uno de los fundadores, en 1979 del Movimiento Popular Democrático, al que representó como Diputado nacional en dos ocasiones y como candidato a la Presidencia de la República en dos ocasiones también. Esa militancia junto a los pobres de la tierra, podríamos decir, lo llevó también a la tumba.

A 8 años del infame crimen se levantan las ideas y banderas de Jaime Hurtado y Pablo Tapia. Una patria nueva pugna por nacer. El pasado oprobioso que asesinó a estos patriotas y revolucionarios está agonizando.

Hurtado y Tapia hacen falta…: un pueblo los reemplaza!

QUITO:

INVITACION AL ACTO DE HOMENAJE A HURTADO, TAPIA Y BORJA EN EL VIII ANIVERSARIO DEL CRIMEN IMPUNE

ESTE MIÉRCOLES 21 DE FEBRERO, A LAS 10 HORAS, EN EL MONUMENTO A JAIME HURTADO GONZÁLEZ, EN LA ESQUINA DE LAS AVENIDAS 6 DE DICIEMBRE Y PIEDRAHITA , DIAGONAL AL CONGRESO Y FRENTE A LA CORTE DE JUSTICIA.