Al parecer por eso recordó la existencia al sur de las fronteras del
imperio de una amplia zona geográfica con no pocas inquietudes y
demandas, y antes de que las cosas se pongan más difíciles, consintió
en "bajar" personalmente para ver què puede hacerse e intentar ganarse alguna mejoría pública.

Y he ahí al señor Presidente desembarcando, después de seis años sin
hacerlo, en las tierras a las cuales prometió prioridad y desvelos
cuando en el año 2000 acaparó ilegalmente la presidencia de la Unión.

Viaja además para calzar su política de Tratados de Libre Comercio
individualizados, luego que el gran acuerdo hemisférico se deshiciera
como castillo de naipes frente a la resistencia de los "mestizos" del
Sur, que conocen las apetencias monopólicas escondidas tras las
cláusulas económicas diseñadas para la región.

Tiene a su haber la anuencia y los comportamientos cipayos de
algunos de los gobiernos del hemisferio a visitar, incapaces de dejar
los caminos de dependencia que por decenios fueron trazados desde
Washington.

W. Bush intenta asì contrarrestar las políticas progresistas de no
pocas naciones de la zona, lideradas por gobiernos que abogan por la
independencia y por una integración donde la Casa Blanca se siente del
otro lado de la bancada y para nada coloque sus manos en el asunto.

Y ¡oh! extremo de la ridiculez, llega hablando de cooperación,
asistencia, apoyo y humanismo, y para ello anuncia el recorrido de un
yatecito médico que se propone brindar rápidas consultas a gente
necesitada en los litorales centroamericanos y del Caribe insular.

¿Y quién no duda que se trata de hacer algo, no importa lo ridículo
que pueda ser, para contrarrestar la presencia permanente de miles de
médicos cubanos en América Latina y los planes de salud regional
impulsados por La Habana y Caracas con la sumatoria entusiasta de otras naciones de la zona?

Si lo que busca es gloria y frases amables, Bush tendrá que tapiarse
en los salones exclusivos de ciertas casas de gobierno latinoamericanas, porque lo cierto es que si asoma a las calles, solo
abucheos y rechazo abundarán en su cosecha.

Y no es retórica. Basta pasar revista a los programas de peculiar
"bienvenida" que preparan los pueblos...los que tienen la última palabra.

Agencia Cubana de Noticias