El final del derramamiento de sangre colombiana podría empezar en Washington, en un Tribunal Federal o, posiblemente, en el Congreso. Así respondió a las FARC el profesor de la Universidad Estatal de Nueva York, James Petras. Los alzados en armas solicitaron a Petras y a otros intelectuales, artistas y políticos estadounidenses, su intervención a favor de la libertad de Ricardo Palmera (Simón Trinidad) y Nayibe Rojas Valderrama (Sonia).

Dice la carta de las FARC: “De corazón deseamos el canje para poner término al largo cautiverio de los prisioneros en poder de las partes contendientes, incluídos Simón, Sonia, (Thomas) Howes, (Keith) Stansell y (Mark) Gonsalves. A no ser que los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, frente a estos prisioneros, tengan alguna otra iniciativa razonable para convenirla con las FARC. Lo importante es que todos recobren su libertad”.

Petras es un prolífico y profundo analista de los procesos sociales y políticos de América Latina. De Colombia y de su conflicto sabe lo suficiente para formular opiniones como esta, contenida en la carta ya mencionada: “Paradójicamente, el final del derramamiento de sangre colombiana podría empezar en Washington, en un tribunal federal o posiblemente en el Congreso de EEUU, con el reconocimiento de que EEUU es una parte armada en la guerra civil de Colombia, de que sus combatientes son prisioneros de guerra… y de que un acuerdo diplomático negociado es la única alternativa real”.

En este contexto debe registrarse el éxito de la gestión de los defensores de derechos humanos del Valle y de los familiares de los diputados cautivos que participaron en la audiencia dela Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, celebrada el 6 de marzo en la capital norteamericana.

El gobernador del Valle Angelino Garzón convocó, a mediados de marzo, a la Comisión departamental de impulso al acuerdo humanitario. En esta reunión se conocieron los detalles de la audiencia, de las entrevistas con senadores demócratas y con Charles Shapiro, asistente del Secretario de Estado, lo mismo que sobre el pronunciamiento del Subsecretario de Estado para el hemisferio, Tom Shannon, quien, según la version de prensa conocida, dijo que se sentiría muy feliz si se realiza el intercambio humanitario y que el gobierno de EEUU no se opondrá a una negociación con las FARC para tal efecto.

Athemay Sterling, Director del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Santiago de Cali e integrante de la Comisión de Impulso al Intercambio Humanitario, consignó en una nota periodística la emotiva declaración de Angelino Garzón, después de escuchar estos informes y conocer el compromiso de siete representantes del partido demócrata de constituirse en garantes de las negociaciones gobierno-FARC:“…hay que ser realista. El acuerdo entre la guerrilla de las FARC y el gobierno del presidente Alvaro Uribe para concretar el intercambio humanitario debe ser ahora… o, si no, habrá que esperar qué sucede en mayo de 2010…¡y eso sería fatal!”

Para no esperar hasta mayo de 2010 las voces sensatas que se escuchan en Washington y en todo el mundo, incluyendo los medios sociales y políticos del Valle y de todo el país tienen que hacerse sentir en la Casa de Nariño y en los consejos comunales de gobierno. Renunciar definitivamente al rescate a sangre y fuego.

Aplicar los procedimientos que se derivan de las leyes, usos y costumbres de la guerra: por ejemplo, respetar los derechos de los prisioneros de guerra, tanto los que están en las selvas como los que están en las penitenciarías del gobierno. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos reciben frecuentemente denuncias de que los insurgentes presos, sus familiares y amigos son objeto de amenazas y hostigamientos. Mientras se produce el intercambio humanitario, que no debe sujetarse a condiciones por ninguna de las dos partes, las personas privadas de libertad gozan de los derechos al respeto de su vida, de su integridad personal y familiar.

Así comenzaremos a suturar las venas abiertas por el prolongado conflicto armado.