Infructuosamente el defensor agotó las triquiñuelas a su alcance, incluidas ofertas de garantías monetarias por más de dos millones 600 mil dólares en propiedades y efectivo, patrocinadas por integrantes de la mafia que apadrina al delincuente, para obtener que su defendido fuera al menos puesto bajo arresto domiciliario.

La jueza Cardone fue categórica al preguntarle a la defensa: "¿Cómo puede convencerme de que una vivienda particular será más segura que una cárcel en Venezuela?", de donde se fugó 1985.

Llamó la atención que la magistrada decidiera tan rápidamente sobre la fianza, porque la semana anterior, cuando se abrió la vista, había anunciado que se tomaría algún tiempo en dar su veredicto, o incluso escucharía nuevos argumentos.

Realmente un árbitro que se respete a sí mismo, no tendría otra opción, habida cuenta de las pruebas abrumadoras que pesan sobre un individuo legítimamente reclamado por la justicia Venezolana, a quien el gobierno de George W. Bush se niega a extraditar, acudiendo a las más increíbles argucias, por temor a que su viejo agente represor cuente lo mucho que le sabe.

Y es precisamente esa latente amenaza de Posada la principal influencia para que la administración de George W. Bush se hunda cada día más en el ridículo público de su doble moral "antiterrorista", cuando protege a un individuo cuyos delitos admite la propia Fiscalía.

Para el fiscal Paul Ahern debe resultar muy difícil conciliar la ética profesional con la convicción personal de la culpabilidad de Posada, y verse obligado a acudir a eufemismos y otras tácticas semánticas para disfrazar lo que debiera ser motivo del principal enjuiciamiento del reo: su condición de terrorista confeso y probado.

No se trata, por supuesto, de especulación periodística, sino de la esencia misma de las declaraciones del Fiscal cuando admite que la carencia de jurisdicción estadounidense para juzgar a Posada por el atentado del avión cubano no quiere decir que sea inocente.

Y si implícitamente reconoce su culpabilidad en el hecho citado, ¿por qué no lo deportan para que Venezuela lo juzgue?

En la propia vista, cuando el Fiscal argumentó lo inapropiado de fijar fianza, se basó en los antecedentes de fuga de Posada Carriles, aludió a su amplio historial de viajar con pasaportes falsos y usar numerosos escondites en territorio extranjero.

Entonces, como anticipo de lo que esconde bajo la manga, el abogado defensor del terrorista levemente recordó que esos pasaportes fueron «facilitados por el gobierno de Estados Unidos, que al menos sabía de su existencia cuando era informante de la CIA». El detalle insinuador no ha pasado desapercibido.

El 11 de mayo será la vista para conocer siete cargos por delitos migratorios y falsedad de testimonio, por los cuales le pueden fijar al asesino hasta 40 años de prisión.

Expertos aseguran que el gobierno retendrá al viejo terrorista en prisión hasta que este deje de existir y, si llega a noviembre de 2008, Bush le otorgaría por perdón al término de su mandato, en imitación la dádiva concedida por Bush padre a Orlando Bocsh, otro artífice del sabotaje al avión cubano, que alardea de su libertad en Miami junto a muchos otros de su misma fauna.

Agencia Cubana de Noticias