Era claro que la fulminante victoria del pueblo cubano sobre las fuerzas mercenarias desembarcadas por Bahía de Cochinos, en la región centro-sur de la Isla, frustró los planes imperialistas de alcanzar una victoria rápida que les permitiera presentarla ante el mundo como "asunto entre cubanos ".

Se trataba de un típico acto de terrorismo de estado que obligaba a Washington a enmascarar su autoría, con la finalidad de mostrarse ante la opinión pública internacional al margen de los acontecimientos.

Pero la insistente negativa imperial de su intervención, presentada el 16 de abril al pleno de la Asamblea General de la ONU, y la campaña mediática orquestada tergiversando los hechos, no resistió más de una semana y cayó por su propio peso.

La invasión, como el bombardeo de los aeropuertos del día 15, fue obra de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

La Operación Pluto costó al contribuyente estadounidense 349 millones de dólares; los cabecillas de la brigada de asalto, según sus propias confesiones, fueron preparados —y engañados— por los órganos de inteligencia de ese país y de USA era igualmente todo el armamento, la logística y los modernos medios navales y aéreos que dieron cobertura a la fuerza invasora en su recorrido hasta las costas cubanas.

En el apoyo a las operaciones terrestres participó el portaaviones Essex. Desde esa nave se realizaron numerosas misiones por parte de los cazas Jet A 4D y también vuelos de reconocimiento durante el 17 y el 18 de abril.

El día 19 Washington trasmitió una orden a dicho navío mediante la cual el propio Kennedy autorizaba la protección de los aviones que procedentes de Nicaragua, lanzarían ataques contra las tropas terrestres de la Isla. Esa misión fue cumplida por cuatro Sky Hawk, procedentes del Essex.

A diferencia de los B-26 atacantes de los aeropuertos y otros que participaron en las acciones de los días siguientes, enmascarados con las insignias y siglas de la fuerza aérea cubana, estas no traían ningún tipo de identificación, pues por órdenes de Mike Griffin, comandante de la operación, las siglas USAF fueron borradas.

Entre quienes pilotearon los aviones estaban Riley Shamburger, natural de Alabama, con más de 15 mil horas de vuelo, veterano de la Segunda Guerra Mundial y de la agresión a Corea. Fue contratado por la CIA con un salario mensual de dos mil 200 dólares.

También aparece en la nómina de los agresores Wade Caroll Gray, también de Alabama, calificado piloto de pruebas y asalariado de la CIA con un sueldo mensual de mil 500 dólares.

Como los anteriores está Willard Ray, quien sirvió durante varios años en la USAF y en el momento de ser contratado por la CIA, era inspector técnico de la Hayes Internacional, importante compañía aérea de servicios a las Fuerzas Armadas.

La relación es mucho mayor pero la cerraremos con Francis Leo Baker, de Boston. Durante años estuvo en la USAF como ingeniero de vuelo. Participó en la agresión a Corea y no pudo cobrar los últimos mil 600 dólares que le pagaba la CIA, porque pereció al ser derribado por los jóvenes artilleros cubanos.

Todavía el 20 de abril en un discurso el presidente Kennedy continuó con la mentirosa fórmula: " He insistido anteriormente que esta era una lucha de patriotas cubanos contra un dictador cubano. Aunque no se puede esperar que ocultemos nuestras simpatías -añadió—aclaramos repetidamente que las fuerzas armadas de este país no intervendrán en forma alguna."

Pero cuatro jornadas más tarde, ante la incontrovertible evidencia de los hechos y la creciente pugna de imputaciones recíprocas entre la CIA y las demás agencias federales del gobierno por la responsabilidad del estruendoso fracaso, la Casa Blanca emitió una declaración: "El Presidente ha declarado desde el primer momento, que como Presidente asume la responsabilidad de los acontecimientos de los últimos días."

Durante una visita a Cuba 40 años después, Arthur Schlesinger Jr., asesor de Seguridad Nacional en esa época, declaró: "No hay ningún fracaso más completo, ningún fracaso más total que el intento de la CIA de invadir Cuba por Bahía de Cochinos, en abril de 1961. Los historiadores lo llaman ’El fallo perfecto’.

Agencia Cubana de Noticias