Industrias, centros turísticos y de otras ramas fueron atacados, al tiempo que resultaron grandes las afectaciones causadas al sector agrícola, en particular la provincia de La Habana, principal productora de la capital. El objetivo era doblegar por hambre la voluntad del pueblo cubano de defender la Revolución y con ese fin los enemigos realizaron más de 100 actos de sabotaje y piratería y una intensa guerra biológica contra los cultivos económicos fundamentales.

Estuvo presente asimismo la acción de bandas contrarrevolucionarias que asesinaron a campesinos y trabajadores agrícolas.

Entre septiembre y diciembre de 1960 tuvieron lugar más de 50 violaciones aéreas en el actual territorio de La Habana y entre los sabotajes más significativos figuran la quema de miles de arrobas de caña y almacenes de sacos de azúcar, como los perpetrados en el central Hershey, hoy llamado Camilo Cienfuegos, de Santa Cruz del Norte.

Las bandas criminales, en el municipio de Madruga, incendiaron y destruyeron en 1961 cuatro naves para almacenar papas, una de las viandas más demandadas por la ciudadanía.

Para tener una idea de la intensidad que por esa época alcanzaron las actividades terroristas contra la Isla, basta señalar que desde noviembre 30 de 1961, cuando el presidente Kennedy aprobó la puesta en marcha del denominado Proyecto Cuba, hasta enero de 1963, se llevaron a cabo cinco mil 780 acciones contra el país.

Constaba el citado Proyecto de 32 tareas, una de las cuales, la 21, exponía: "La CIA someterá el 15 de febrero un plan para provocar fracasos en las cosechas alimentarias en Cuba". Con ese vil propósito Estados Unidos desató una intensa guerra biológica.

En 1978 se produce una plaga de roya en las plantaciones cañeras, enfermedad que procedente de Holguín se extendió por todo el archipiélago y atacó sobre todo a la variedad Barbados-4362, en esa época la predominante, y hubo que demoler el 34 por ciento de las áreas cañeras del país.

Durante años, la roya ocasionó considerables daños a la economía y solo en la zafra de 1980-81 se dejó de producir casi un millón de toneladas de azúcar. La introducción del Thrips palmi en Cuba constituyó una de las expresiones más graves del propósito de los gobernantes norteamericanos de matar por hambre a la población antillana, pues diezmó cultivos de interés económico y para la nutrición, como el tubérculo ya mencionado, aparte de ser ese un insecto resistente a una creciente cantidad de plaguicidas.

Atacó principalmente a las provincias de La Habana y Matanzas, y Cuba presentó en la ONU pruebas testificales que confirman su lanzamiento el 21 de octubre de 1996, desde una avioneta registrada y procedente del vecino Imperio y bajo el control del Departamento de Estado.

Las pérdidas ascendieron entonces a más de 35 millones de dólares por exterminio de plantaciones, la adquisición de plaguicidas y el mantenimiento posterior del programa de defensa contra la plaga.

Esa extensa relación de la guerra biológica incluye, el Moho azul del tabaco, desaparecido en Cuba desde 1957 y que en noviembre de 1979 reapareció de forma virulenta, con un impacto de tal magnitud que se calcula su efecto negativo en 350 millones de dólares, por disminución de exportaciones, perjuicios en el consumo nacional y los gastos para erradicar ese hongo.

A la larga lista se suma la sigatoka negra, detectada en 1990 en el plátano, y que desde ese año a 1995 redujo un 77 por ciento las plantaciones y produjo costos superiores a 100 millones de dólares, en momentos en que el país comenzó a aplicar el riego localizado para aumentar los rendimientos en la cosecha de la gustada vianda.

La introducción de plagas por los terroristas prosiguió con la llamada Tristeza del cítrico, en 1990, y el Minador de ese fruto, en 1993, la Proca del café, la peor enemiga de tales plantaciones que originó en 1995 el 80 por ciento de pérdidas en la producción en Granma y Santiago de Cuba, y el deterioro del grano.

El arroz, uno de los alimentos que no falta en la mesa nacional, fue atacado en septiembre de 1997 con el Ácaro que redujo en un 50 por ciento la cosecha.

Pero frente a estos actos terroristas estuvo la respuesta de los investigadores y científicos del país con la creación de variedades resistentes a las enfermedades y plagas, métodos eficaces y rápidos de diagnóstico y otras formas de combatir tales agresiones.

Los datos son elocuentes, y solo esos ejemplos, sin contar los asesinatos cometidos, bastan para condenar enérgicamente al terrorismo en todas sus manifestaciones y a principales instigadores y ejecutores como Luis Posada Carriles.

Fuente
Agencia Cubana de Noticias
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