El tráfico en la capital se ha vuelto tan caótico que necesita con suma urgencia una cirugía mayor que permita recomponerlo y que la ciudad vuelva a encontrar un cierto nivel de armonía. Es cierto que la obra que se va a emprender con respecto al zanjón y el transporte público en ese sector es necesaria e imprescindible pero lamentablemente no es lo único que necesitamos acometer para poner un poco de orden. En realidad se tienen que desarrollar varias acciones en el sentido de recomponer el tráfico y esta responsabilidad consideramos que no sólo le corresponde a la Municipalidad metropolitana y la de todos los distritos que componen a la capital sino también al gobierno a través del Ministerio de Transportes, ya que efectivamente los costos de las diversas obras que hay que emprender sobre pasarían las capacidades presupuestarias municipales. Si bien es cierto que en la actualidad la ciudad sufre de un embotellamiento vehicular casi permanente éste podría ser disminuido considerablemente si se realizan trabajos en las arterias principales por donde transcurre el tráfico vehicular, Pongamos un ejemplo: se ha gastado una considerable suma de dinero en parte de la Javier Prado Este con una vía que debería ser rápida, pero la misma no puede cumplir con esa función primordial pues se forma un cuello de botella a la altura del colegio San Agustín y ello no se remediará si no se acometen obras de aligeramiento en el resto de dicha avenida, tales como ejemplo poner puentes de cruce, como en Rivera Navarrete y Javier Prado y así sucesivamente por el transcurso de la Avenida hasta que esta empalme con la Avenida de la Marina y en realidad se una entonces con Ventanilla. Por supuesto lo ideal sería hacer una autopista, pero ahí estaríamos hablando de costos mucho mayores. Lo mismo en la circunvalación hacia el cono norte en el cruce de Habich hasta donde se encuentra el Metro en Los Olivos. Para dar unos ejemplos. La verdad es que si no se realizan de inmediato obras de esta naturaleza en muy poco tiempo la congestión vehicular en la ciudad hará que esta colapse. En esta columna ya hemos escrito sobre el CAOS, pues claro esta que si esos mejoramientos de obras viales no van acompañados de una mayor cultura cívica en el tráfico de nada valdrán los esfuerzos que se desplieguen en ese sentido. Por ello habrá que iniciar esta reeducación empezando por la propia policía que la verdad es que nadie la respeta pues no tienen ninguna capacidad para imponer el orden y a los conductores de las famosas combis y micros, que más parece que trabajan para los cementerios que para transportar con seguridad a sus pasajeros.