Entre los protagonistas de la religión tenemos, por un lado, a quienes forman la cúpula intelectual, y por otro, al pueblo que encarna el sufrimiento religioso. No se puede olvidar que la gran masa de creyentes es el sujeto de los problemas sociales más agudos, como la desocupación, la explotación por sus patrones, la marginación en que vive. En este medio negativo es lógico que las religiones puedan echar su abono de “esperanza y redención”.

En la Semana Santa, le escuché decir en un programa de televisión al Arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, que el pueblo debe tener “fortaleza para cargar los pesos de la vida”. ¡Bonita cosa! No se si recuerdan a Monseñor Arregui como tramitador de la compra venta de varios edificios y terrenos para la curia, con evasión de impuestos. Resulta grotesco que el cura Arregui, rozagante y gordo, pida a la gente pobre fortaleza para cargar los pesos de la vida.

Mientras exista pobreza y miseria la religiones existirán como pretendida solución a esos grandes problemas. Pero la religión, con cualquier nombre y sello que tenga, es impotente para resolver nada.

Desde Carlos Marx sabemos que “el sufrimiento religioso es, por una parte, la expresión del sufrimiento real y, por otra, la protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo”.

Texto inteligente y profundo que nadie ha desmentido, si miramos este “valle de lágrimas” propio de la sociedad capitalista. El pueblo sufre los rigores de la explotación y quienes lucran a través de discursos religiosos riegan fantasías para mantener al pueblo en estados de trance, en un sopor similar a los que producen la mariguana, el opio (que aquí no se consume) o cualquier otra droga.

Si pasamos a observar lo que hacen los medios tenemos todas las tramoyas que se mueven en la sociedad y podemos ver y oír lo que ocurre en este endiablado escenario. Ponen la realidad cruda y la fantasía desbordante pero con ideologías venenosas, alienantes, dirigidas a que no cambie nada. Distribuyen sin pausa productos enlatados en USA, altamente lesivos y peligrosos para la salud mental. EU es la primera fuente de violencia organizada en el mundo. En Ecuador, grandes pendejos, nos obligan al consumo de seriales de televisión donde los protagonistas gringos, soldadotes, espías, viajeros del tiempo, karatecas, brujas guapas, etc. siempre luchan contra “el mal” y siempre son los vencedores.

EU vive sus pesadillas y nos trasladan en horribles producciones encaminadas a reforzar la idea de la superioridad de la potencia. El juego se repite en seriales cansonas y ridículas. Y todo con la venia de los canales (orgullosamente ecuatorianos), que tienen envasados para cien años. Los años que quisiera vivir el imperio.

Si la televisión en algo aporta a la discusión de los problemas de la sociedad, borra con el codo esta labor al permitir la proyección de tanta basura norteamericana.

Ojalá el gobierno les de correa a estas programaciones que incentivan la violencia, la mentira, la continuidad de sistemas opresores contra los pueblos de todo el mundo, que por muy pobres y atrasados que sean, tienen valores e historia superiores a cualquier potencia mal habida.

VUELE BAJO

Facundo Cabral

Dios espera que el hombre vuelva a ser un niño para recibirlo en su seno.

No crezca, mi niño, no crezca jamás
Los grandes al mundo le hacen mucho mal

El hombre ambiciona cada día más
y pierde el camino porque quiere volar

Vuele bajo
porque abajo está la verdad
Esto es algo que los hombres
no aprenden jamás.

Por correr el hombre no puede pensar
Que ni él mismo sabe para dónde va

Siga siendo niño y en paz dormirá
Sin guerras ni máquinas de calcular
Vuele bajo porque abajo está la verdad
Esto es algo que los hombres
no aprenden jamás

Diógenes cada vez que pasaba por el mercado se reía porque
decía “el calzado, muchas gracias”, y a la vez le hacía muy feliz ver que muchas cosas había en el mercado que él no necesitaba.

Es decir
Rico no es el que más tiene sino el que menos necesita.
Es decir
El conquistador por cuidar su conquista se transforma en esclavo de lo que conquistó.

San Francisco decía lo que talvez sea la fórmula de la felicidad
“Deseo un poco y lo poco que deseo lo deseo poco”.

Vuele bajo porque abajo
Está la verdad
Esto es algo que los hombres no aprenden jamás

“Bienaventurados los pobres en espíritu
Porque de ellos será el reino de los cielos”.
Si se nos permite, y de esto doy fe, incluye a la tierra,
Porque los hombres no aprenden jamás.