El masaje del Lingam tiene como propósito relajar al hombre y llevarlo al contacto con su lado más sensible. La relación de la pareja se vuelve más respetuosa y, además, los papeles tradicionales de los sexos se ven intercambiados, lo cual es muy sano para la apertura de la mente.

El masaje del Lingam fortalece los vínculos de intimidad que existen en la pareja y también sana algún trauma, experiencia o condicionamiento negativo que haya existido hacia el sexo. Por eso, el orgasmo y la eyaculación no son el objetivo primordial de este masaje, sino la exploración de una nueva forma de placer que no esté condicionada por factores tradicionales como alcanzar precisamente ese momento cumbre o clímax.

Para realizar este masaje es importante prepararse tanto espirtual como físicamente. Se recomienda que la pareja se de un buen baño relajante. Luego, hay que respirar profundamente y vaciar el estómago, pues la experiencia sexual es más placentera si se está totalmente ‘vacío’.

Para que la pareja se conecte, es una buena idea -al igual que con el masaje del Yoni- acercarse y acariciarse tiernamente, abrazarse y verse a los ojos, con la idea de derribar las fronteras o murallas que estén separando a la pareja.

Luego, el hombre debe recostarse sobre su espalda, encima de almohadones que le levanten el torso y la cabeza. Sus piernas deben estar cómodamente separadas con las rodillas un poco dobladas, y los genitales totalmente expuestos para que el masaje sea totalmente efectivo.

Tomar un poco de lubricante sexual y esparcirlo tanto por el lingam como por los testículos. Con mucha delicadeza, la mujer debe iniciar el masaje en los testículos y en el escroto, provocando que toda el área se relaje. Luego, se acaricia suavemente el hueso púbico o pélvico y el perineo. Cuando se llegue a esta zona hay que ser especialmente cuidadosa, pues el perineo (que se encuentra entre los testículos y el ano) es una zona que casi ningún hombre heterosexual ha permitido que le toquen.

Posteriormente, se procede a acariciar el cuerpo o asta del Lingam, variando la presión y la velocidad, para que el estímulo varíe de intensidad y resulte más placentero. Hay que recordar que el hombre estará asumiendo una posición pasiva que no necesariamente le es familiar, por lo que no hay que permitirle moverse.