Desde la década de 1970 las políticas públicas que han pretendido paliar la pobreza de México han sido un rotundo fracaso. Hoy en día, 11 municipios de cinco estados de la República se encuentran en los niveles de marginación del África subsahariana, y más de una centena de comunidades están al borde de esta situación, revela el Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas de México 2006.

Especialistas en el tema aseguran que los programas de combate a la pobreza, aplicados desde la imposición del modelo neoliberal en nuestro país, tienen todos los sesgos de la marginación, discriminación y hasta “exterminio”, porque no han tenido un impacto positivo en más de 20 millones de habitantes que padecen pobreza alimentaria.

De acuerdo con estudio elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México (CDI), las comunidades más afectadas son predominantemente indígenas y sus “actividades” se desempeñan en el agónico campo mexicano (Contralínea 72) .

Alejandro Tuirán Gutiérrez, consultor externo del PNUD, quien participó en la realización del informe, dice que la falta de inversión en infraestructura es uno de los motivos por los que los índices de desarrollo humano (IDH) se encuentran en niveles deplorables.

Como ya lo había reportado Contralínea, el estudio arroja que Coicoyán de las Flores, del estado de Oaxaca, es la demarcación más pobre del país con IDH de 0.4455. Es seguido muy de cerca por Santiago El Pinar, de Chiapas, con un IDH de 0.4479, y por Metlatónoc, de la Montaña de Guerrero, con 0.4483.

Tuirán Gutiérrez explica que estas cabeceras municipales son las más aisladas de sus respectivas capitales, tienen problemas orográficos, existe más población indígena, no se invierte, no se generan empleos y, en consecuencia, tenemos una migración enorme.

“Éstos son los más descuidados, no existen servicios públicos, no se ha hecho absolutamente nada y lo peor parece que sólo sirven para hacer campañas políticas”, dice, en referencia a la presencia del presidente Felipe Calderón Hinojosa en sus primeros días de gobierno, cuando visitó Metlatónoc. Añade que la estancia del primer mandatario fue “espectacular”, pero no se va a solucionar nada si no se invierte.

Para el consultor de Naciones Unidas no hay otra lectura: “hay dos México, el moderno que está inserto en la globalización y que mucha gente no ha querido reconocer, y el marginado, el aislado, que tiene niveles de pobreza y concentración del ingreso como África”.

Tuirán Gutiérrez asevera que una de las características de la pobreza es el ser indígena, y “hay una abierta segregación hacia ellos”. Hace referencia a la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México que llevó a cabo en 2005 la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y en donde se muestra claramente la visión que se tiene al respecto.

El análisis citado por el experto señala en su capítulo tercero -referente a la discriminación contra los indígenas- que el 43 por ciento de las personas encuestadas, de un universo de 765, opinan que “los indígenas tendrán siempre una limitación social por sus características raciales”; mientras, uno de cada tres encuestados dice que “lo único que tienen que hacer los indígenas para salir de la pobreza es no comportarse como indígenas”.

Otro de los aspectos que se observan en el estudio que llevó a cabo la Sedesol, es que el “40 por ciento de los mexicanos está dispuesto a organizarse con otras personas para solicitar que no permitan a un grupo de indígenas establecerse cerca de su comunidad”.

En voz de los propios indígenas, nueve de cada 10 opinan que en México existe discriminación por su condición, 90.3 por ciento siente que tiene menos oportunidades para conseguir trabajo, tres de cada cuatro tiene menos oportunidades para ir a la escuela y dos de cada tres tienen pocas o nulas posibilidades para mejorar sus condiciones de vida.

En el informe de la Sedesol, entonces encabezada por Josefina Vázquez Mota -ahora secretaria de Educación-, se destaca que “a pesar de los avances registrados recientemente, México sigue contando con niveles de pobreza y desigualdad mayores a los que corresponden a un país con su nivel de desarrollo.

“Una de las explicaciones de éstos fenómenos históricos, es la discriminación, entendida como la situación en la que, por prejuicios, a una persona o grupo de personas se les da un trato desfavorable, generalmente por pertenecer a una categoría social específica”, indica.

El consultor de la ONU agrega que “el gobierno, en todos sus niveles, no tiene a esta población como prioridad nacional, aunque en el discurso si lo hagan. Parece que son sólo parte del folclor y la cultura.

“Cuando se trata de la globalización, ésta se da en un solo sector de la sociedad, el más relacionado con la modernidad, ubicado en el norte del país y las tres grandes zonas metropolitanas (Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal). Donde está el rezago y la marginación más alta ahí va a encontrar indígenas, esto parece un exterminio”.

Pobreza histórica

Verónica Villarespe Reyes, doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid e investigadora titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide con el consultor de Naciones Unidas y asegura que el libre mercado y la limitación del intervencionismo estatal en la política económica han acrecentado los índices de pobreza.

Villarespe Reyes, autora de los libros Pobreza, teoría e historia y La solidaridad: beneficencia y programas, pasado y presente del tratamiento de la pobreza en México, asevera que desde el agotamiento del modelo estabilizador, la polarización económica se acentuó gravemente.

La especialista explica que en los primeros años de la década de 1970 la concentración de ingreso en pocas manos se había hecho evidente. “Los términos de intercambio con el exterior se deterioraban cada vez más, se desaceleró la inversión y aumentaron las presiones inflacionarias, lo que mostró que las posibilidades de crecimiento no eran inagotables”.

A la situación económica que ya se mostraba polarizada, se añade el descontento social. Las movilizaciones políticas no se hicieron esperar, “un sector grande de obreros y campesinos, desempleados unos y con muy poco salarios otros, se asimilaban a las filas de los pobres. Los marginados del proceso de desarrollo, de industrialización, hacía tiempo que no importaban más que como un vivero de mano de obra descalificada”, dice.

En esta etapa, expone, “el Estado mexicano instrumentó lo primeros programas de combate a la pobreza, con la intención de ‘paliar las desigualdades sociales’ y detener la explosión política”. Los instrumentos fueron canalizados, principalmente, al sector rural: en 1973, surge el Programa de Inversiones para el Desarrollo Rural (PIDER) y en 1977 es creada la Coordinación General de Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupo Marginados (Coplamar).

De De la Madrid a Fox

En 1982 con Miguel de la Madrid, al frente del Poder Ejecutivo federal, se recrudecen los niveles de marginación con el privilegio que se le da a la apertura comercial y desaparecen pequeñas y medianas industrias, en consecuencia los índices de desempleo aumentan.

La investigadora indica que durante esta época y con la liberación comercial, se elabora una estrategia de ajuste que tenía como eje fundamental la reducción del gasto público y mantener los bajos salarios para abatir la inflación; sin embargo, a finales de 1987, ésta sigue su curso.

La asunción al poder de Carlos Salinas de Gortari como presidente de México, en 1988, trajo consigo el Programa Nacional de Solidaridad, “involucraba proyectos productivos, obras de de infraestructura y obras de beneficio social, sin embargo la corrupción fue un factor coadyuvante en la pérdida de credibilidad”.

De “Solidaridad”, siguió en 1977 el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), con Ernesto Zedillo en la presidencia. Dicho plan estaba dirigido en las tres vertientes anteriores, y fue retomado por el gobierno de Vicente Fox, quien en 2002 cambió el nombre del proyecto, no así las condiciones de vida de millones de mexicanos que sobreviven en la marginación.

Villarespe Reyes, investigadora del Iiec, agrega que con los programas instrumentados por la tecnocracia mexicana, se “ha tratado a los pobres como si estuvieran fuera de la producción, la distribución, el intercambio y el consumo, es decir, como si estuvieran aislados del sistema que los procrea”.

La experta cita a dos teóricos: Amartya Sen, premio Nobel de Economía en 1998 por sus estudios sobre la pobreza, y al jurista inglés Mattew Hale, y dice que para el primero “la mejoría de la condición humana es más que una posición humanitaria justa, es enfrentar el orden y el caos social que pudiera presentarse en las sociedades perturbadas a causa de la pobreza.

“Para Hale, la pobreza en sí misma castra las mentes de los hombres o por lo menos se hacen hombres tumultuosos e inquietos y por ello el socorrerlos es un acto de gran prudencia civil y de sabiduría política: donde hay muchos pobres, los ricos no pueden estar seguros ni continuar como tales”.

Luego de conocer los resultados del Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas de México 2006, Villarespe Reyes agrega que la pobreza en el caso de las étnias indígenas es realmente patética, porque hay quienes quieren dejar su visión del mundo pero tampoco tienen para qué la dejarla.

“¿A dónde se van a incorporar?, a una sociedad que los excluye cada vez más, este es un problema muy complejo y por más programas que se hagan de combate a la pobreza no se va a superar si no hay un cambio en la estructura económica. La mejor política social es una política económica incluyente que hoy no existe. Mientras no se vaya a dejar ese modelo neoliberal de apertura hacia el exterior y no haya un modelo de desarrollo nacional no se va a cancelar la pobreza en nuestro país”, concluye.

Publicado: Abril 2a quincena de 2007