Buque de guerra israelí frente a las costas marítimas de Gaza, Palestina.
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Silvia Cattori: En su página web FREE GAZA podemos leer : «Hemos intentado entrar en Palestina por tierra. Hemos intentado entrar por aire. Esta vez, iremos en barco» [1]. Es un intento único. ¿Por qué Gaza en particular? Y, ¿por qué llegar en barco en uno de los lugares más vigilados del mundo?

Greta Berlin: Israel afirma que Gaza ya no está ocupada. Bien : si es verdad, entones tenemos derecho a llegar allí. La verdad es que Israel controla todas las entradas a Gaza y que su población está ahí más aislada del mundo que nunca. Los internacionales ya no pueden acceder a Gaza por la frontera con Egipto y, por supuesto, la frontera Erez con Israel está cerrada a prácticamente todo el mundo.

Así, entre 50 y 80 personas, hombres y mujeres, saldremos de Chipre a finales de verano. Muchos de nosotros tenemos más de 50 años: hombres y mujeres de todos los orígenes y nacionalidades - palestinos, israelíes, australianos, griegos, estadounidenses, ingleses, españoles, italianos - embarcaran en un barco llamado FREE GAZA. Una de las pasajeras, Hedy Epstein, es una superviviente del holocausto y dos o tres palestinos son supervivientes de la Nakba. A muchos de nosotros se nos niega el acceso a los territorios ocupados porque hemos ido ahí para dar testimonio de lo que Israel hace sufrir a los palestinos.

Silvia Cattori: Esta salida hacia Palestina por mar se produce 60 años después de que saliera de Marsella hacia Palestina el barco Exodus, el 27 de julio de 1947, con 4500 refugiados judíos a bordo. ¿Han querido ustedes que su salida coincidiera con ésta en 1947?

Greta Berlin: Es una pura coincidencia. La razón de que salgamos en 2007 es que este marca el segundo año de la supuesta retirada del ocupante israelí. Ahora bien, Gaza está más asediada que nunca y las condiciones de vida de los habitantes de Gaza, que ya eran muy difíciles, no ha dejado de empeorar desde entonces. Por lo tanto, para nosotros se trata de atraer la atención del mundo sobre la terrible negación de los derechos civiles y humanos de los palestinos.

Silvia Cattori: ¡No va a ser sencillo entrar en las aguas de Gaza! ¿Cree usted verdaderamente que la marina militar israelí les dejará entrar en ellas?

Greta Berlin: Israel no tiene derecho a impedirnos entrar en Gaza. Así que vamos allí. El derecho internacional dice que tenemos derecho a ir a Gaza. Acuérdese de que en julio de 2005 las autoridades israelíes proclamaron que la Franja de Gaza ya no estaba ocupada. Si Gaza ya no está ocupada, ¿por qué no debemos ir?
Dejemos que las autoridades israelíes demuestren que Gaza ya no está ocupada permitiéndonos entrar. Este viaje es un intento de desafiar las palabras del propio Israel. Numerosas ONG nos han invitado a visitar sus locales y clínicas. ¿Con qué derecho puede Israel prohibirnos estas visitas?

Repito: debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para atraer la atención del mundo sobre el hecho de que el bloqueo militar israelí lleva a la muerte lenta de los habitantes de Gaza. Sabemos perfectamente que este viaje será difícil, pero estamos decididos a hacerlo. O bien podemos lamentarnos de la inercia de la comunidad internacional, o bien hacer algo para que la gente reaccione y actúe. Si nosotros, que hemos podido constatar la gravedad de la situación, no hacemos nada, ¿qué credibilidad tendríamos ante los palestinos que están bajo la ocupación?

Hemos planeado este viaje desde hace tiempo, reflexionando muy meticulosamente la mejor manera de mostrar nuestro apoyo. Discutimos la posibilidad de ir a Gaza para apoyar el derecho al retorno de los palestinos expulsados de sus casas en 1948. ¿Debería marcar nuestro viaje los 60 años de la ocupación? Pero consideramos que era de extrema importancia desafiar la afirmación de Israel según la cual Gaza ya no está ocupada y sus habitantes son libres.

Según el derecho internacional las aguas de Gaza, en 40 kilómetros de costa, pertenecen a los palestinos e Israel no tiene derecho alguno a controlar esta agua. Hasta los Acuerdos de Oslo reconocen que la costa de Gaza pertenece a sus habitantes.

Silvia Cattori: ¿Qué quieren demostrar?

Greta Berlin: Queremos demostrar que Israel y Estados Unidos están haciendo padecer hambre a los habitantes de Gaza porque estos eligieron democráticamente al gobierno de Hamas. Queremos apelar a la conciencia de los ciudadanos del mundo diciéndoles: «Despertad. No podéis seguir apartando la vista de los crímenes cometidos por Israel. No podéis seguir cerrando los ojos ante el genocidio de los palestinos».

Creemos que es importante demostrar que Israel ha mentido, que Gaza nunca ha sido liberada. Los barcos de guerra israelíes no han dejado de disparar contra las barcas de pesca palestinas y han matado a muchos pescadores en estos dos últimos años. ¿Qué había hecho estos que no fuera pescar para alimentar a sus familias? ¿Qué tipo de crimen comete Israel disparando sobre personas que tienen derecho a pescar en sus propias aguas?

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Una familia palestina agradece a Greta Berlin sembrando un olivo. Pulsar para ver video.
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Silvia Cattori: ¿Cree usted de verdad que podrán enfrentarse a la potencia militar de Israel?

Greta Berlin: Vamos a intentarlo. Nuestra misión es ir a Gaza. Por supuesto, creemos que nos pararán. Pero vamos a insistir en el hecho de que legal y moralmente tenemos derecho a ir allí. Y a bordo tenemos bastantes periodistas para contar lo que ocurra; dejemos, pues, que traten de pararnos. Se podrá demostrar que la « libertad para Gaza » proclamada por Israel es una completa mistificación. Este territorio sigue ocupado y su población es aterrorizada a diario.

Silvia Cattori: Así pues, ¿su objetivo es esencialmente político?

Greta Berlin: Exactamente. Gaza tiene derecho a ser libre. Aunque llevemos con nosotros medicinas y víveres, nuestro objetivo no es hacerlos llegar. Como cualquier otro pueblo, el de Gaza quiere poder viajar, comerciar, trabajar en paz y gozar del derecho a controlar su destino. Debería tener derecho a utilizar su aeropuerto, destruido por los israelíes hace cinco años, y debería tener derecho a pescar en sus aguas.

Por supuesto que la catástrofe humanitaria es importante, pero ser libre es de una importancia vital para este pueblo. La comunidad internacional debe presionar a Israel y ayudar a reestablecer las estructuras internas de los palestinos que les permiten reconstruir su sociedad . Nuestra misión es advertir a Israel, a Estados Unidos y a la Unión Europea de que son responsables del bienestar de 1.400.000 personas.

Silvia Cattori: ¡Se trata de un gran proyecto!

Greta Berlin: Después de tantos supuestos « procesos de paz » los palestinos no han obtenido nada. Todos los esfuerzos internacionales han fracasado. Queremos contrarrestar la desinformación extendida tras 60 años a favor de Israel en vez de la historia real de la desposesión de los palestinos. El mundo no puede esperar indefinidamente a que Israel se siente seriamente en la mesa de negociaciones. Incluso las ONGs son incapaces de decir la verdad por miedo a perder su apoyo internacional. Más de 65 resoluciones de la ONU ha tratado hacer pagar a Israel sus perjuicios; pero en cada ocasión han visto como se oponía el veto de Estados Unidos. Durante 60 años los palestinos han estado esperando que se les haga justicia. ¿Cuánto tiempo todavía deberán pagar el precio de lo que Europa hizo sufrir a los judíos? ¿Durante cuánto tiempo todavía la comunidad internacional apartará la vista diciendo: «No lo vimos, nos sabíamos»?

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Ver arriba video sobre la destrucción de las viviendas palestinas por tractores y bulldozers del ejército israelí. Este documental en inglés cuenta también como de manera deliberada, la activista estadounidense para la paz, Rachel Corrie, fue aplastada por uno de estos tractores paramilitares. La lógica del estado de Israel es quitarle cada vez territorio a los palestinos mediante la fuerza. Pulsar para ver video.
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Silvia Cattori: ¿Esperan ustedes que se les unan otros barcos?

Greta Berlin: Cualquier persona que posea un barco, cualquier persona que desee unirse a nosotros para romper el asedio es bienvenida. Cuantos más barcos se unan mayores serán las posibilidades de que se nos oiga.

Silvia Cattori: ¿No hace falta cierta dosis de valor para lanzarse a semejante aventura?

Greta Berlin: Me digo que si Hedy Epstein que tiene 82 años y Mary Hugues que tiene en 73, y tantos otros que tienen más de 70 u 80 años pueden hacer este viaje, yo también tengo que ser capaz de hacerlo. No creo que ninguno de nosotros se considere valiente; creo que estamos determinados a hacer oír la voz de los palestinos y que si podemos hacerlo, debemos hacerlo. No podemos apartar la vista cuando Israel bombardea cada día a mujeres y niños.

Silvia Cattori: ¿Por qué es usted tan sensible al drama de los palestinos?

Greta Berlin: Cuando vivía en Chicago, Illinois, me casé con un palestino, refugiado desde 1948. Fue entonces cuando empecé a descubrir la verdad respecto a la limpieza étnica de 750.000 palestinos para establecer el Estado judío. Como en los años sesenta y setenta me comprometí más, un grupo llamado Jewish Defence League amenazó con atacar a mis dos hijos pequeños, diciendo que los mataría si yo seguía militando por la justicia para los palestinos. Durante cerca de 20 años abandoné la lucha y me consagré a mis hijos y a mi carrera. No estaba dispuesta a poner en peligro la seguridad de mis hijos por la causa que yo apoyaba.

En 1977, una vez que mis hijos crecieron y abandonaron la casa, empecé a escribir cartas y a militar. No podía creer que al cabo de 20 años la situación de Palestina empeoraba cada día. El 29 de septiembre de 2000 un soldado israelí mató a Mohammed al-Dura, un niño de Gaza de 12. Alguien filmó este asesinato. Me sentí espantada y conmocionada. Cuando un bulldozer israelí aplastó a Rachel Corrie [2] en mazo de 2003 y Tom Hurndall [3] recibió un disparo de bala unos días después -dos personas que defendían los derechos humanos en el seno del International Solidarity Mouvement en Gaza – decidí ir a los territorios ocupados para ver con mis propios ojos lo que Israel hacía soportar a la población de los territorios que ocupa.

Silvia Cattori: ¿No considera Israel al International Solidarity Mouvement (ISM) un movimiento terrorista?

Greta Berlin: De hecho, no. Los voluntarios del ISM son personas pacíficas que creen en la protesta no violenta contra la ocupación. El único terrorismo que vi durante los cinco meses que pasé en Palestina entre 2003 y 2005 fue la violencia militar contra nosotros, y la violencia de los colonos ilegales contra los palestinos y contra quienes tratábamos de protegerlos. Cuando protestaba contra el espantoso muro que Israel está levantando fui herida en una pierna por una bala de acero recubierta de caucho. Y como los cientos de militantes por la paz he tenido que soportar las granadas lacrimógenas y las bombas ensordecedoras que me lanzaron en Bil’in. Cuando acompañaba a niños palestinos al colegio, los hijos de los colonos nos arrojaron piedras y fue herida en la mano y el fémur.

Casi todos los que se van a embarcar han sido golpeados, heridos de bala o asfixiados por el gas lacrimógenos por los soldados israelíes. A muchos de nosotros nos han detenido por haber protegido a mujeres y niños. Las autoridades israelíes saben perfectamente que no tenemos relación alguna con organizaciones terroristas. Pero Israel está aterrorizado con la idea de que podamos volver a nuestros países respectivos a decir la verdad sobre lo que los soldados hacen sufrir al pueblo palestino ocupado. Eso es lo que teme Israel, la verdad.

Nos hemos comprometido a ir a Gaza. Y esperamos ardientemente el apoyo de todos los progresistas que se unirán a nosotros. Aunque no consigamos desembarcar, lo habremos intentado y daremos a conocer al mundo la situación actual. Creo que todos los del barco comparten las mismas convicciones. Conocemos los obstáculos. Y no se trata de un solo viaje. Volveremos; se trata de una estrategia para dar a conocer al mundo la verdad de la ocupación israelí.

Silvia Cattori: ¿Qué piensan hacer una vez que lleguen a Gaza?

Greta Berlin: Iremos de pesca. Vengan, únanse a nosotros y traigan sus cañas.

Traducción
Beatriz Morales Bastos