Foto arriba: El destacado y remarcable investigador estadounidense David Ray Griffin, tiene mucho prestigio en su país como catedrático universitario, por tal razón la prensa oficialista ligada al poder no puede acusarlo de chiflado como acostumbra hacerlo para desacretidar las investigaciones de periodistas independientes. El profesor David Ray Griffin es autor de varios libros sobre los atentados del 11 de septiembre y en donde pone en tela de juicio la versión oficial de la administración Bush acerca de estos acontecimientos.
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El artículo del Sr. Cockburn, «Le complot du 11 Septembre n’aura pas lieu», publicado en la edición de diciembre de 2006 de Le Monde diplomatique, constituye un claro ataque contra el movimiento a favor de la verdad sobre el 11/9 [1]. El artículo es erróneo en todos los aspectos.

Me presenta como uno de los «grandes sacerdotes» de este movimiento, como si se tratara de una secta religiosa y no de una fuerza basada en los hechos y de la que forman parte científicos, ingenieros, pilotos, veteranos de guerra, filósofos, ex controladores aéreos, ex altos responsables del Departamento de Defensa y analistas que decidieron dejar la CIA [2].
Nos llama «adeptos de la teoría del complot», ignorando el hecho de que, al defender la versión gubernamental, está defendiendo la teoría oficial del complot del 11/9.

Al declarar que la administración Bush y los militares son tan incompetentes que no pudieron haber organizado los atentados del 11/9, presenta un argumento que podría servir también para probar que tampoco podían organizar las invasiones militares contra Afganistán o Irak.
Al pretender que Osama Ben Laden reivindicó los atentados, Cockburn parece ignorar que el video de la supuesta confesión de Ben Laden fue fabricado [3] y que según un vocero del FBI: «El FBI no dispone de pruebas tangibles que permitan vincular a Ben Laden con el 11 de septiembre.» [4]

Después de presentar a los miembros de este movimiento como «adeptos del complot», el Sr. Cockburn avala por sí mismo la versión gubernamental sobre los derrumbes de las Torres Gemelas, [versión] que se sostiene únicamente si se ignoran una considerable cantidad de hechos.

Lejos de estar «mal hechas», las torres fueron concebidas para resistir prácticamente a cualquier eventualidad, incluyendo el choque de grandes aviones de pasajeros.
Al rechazar la posibilidad de que hubiera cargas explosivas instaladas, el Sr. Cockburn no tiene en cuenta que 118 miembros del Fire Department de New York atestiguaron que hubo detonaciones de explosivos [5]. (Yo mismo cité los testimonios de 31 de ellos, en un ensayo titulado Explosive Testimony [6].)
La versión oficial sobre esos edificios, versión que el Sr. Cockburn defiende, entra en contradicción con toda la historia de incendios catastróficos en inmuebles con este mismo tipo de arquitectura de estructura de acero: un derrumbe total de ese tipo de rascacielos nunca se ha producido como consecuencia de daños externos y/o de un incendio, ni siquiera en el caso de incendios mucho más intensos y de mucha más duración.

Varias características de los derrumbes de esas torres no tienen otra explicación que la utilización de explosivos:
 1. Fueron simétricos y perfectamente verticales, lo cual significa que todas y cada una de las 287 columnas en cada una de las torres (las 47 enormes columnas centrales y las 240 columnas del perímetro) y cada una de las 81 columnas del edificio n° 7 tuvieron que derrumbarse simultáneamente. Creer que tal cosa pudo producirse por causa de los incendios, que no se propagaron uniformemente en ninguno de los edificios, es como creer en los milagros.

 2. Los derrumbes fueron totales, cada uno de los 3 rascacielos se desmoronó formando un montón de escombros de unos pocos pisos solamente. O sea, cada una de las columnas de acero tuvo que partirse en muchos pedazos, que es precisamente lo que hacen los explosivos utilizados en las demoliciones controladas.

 3. Todo el hormigón, al igual que el mobiliario, quedó pulverizado en partículas de polvo extremadamente finas (las inmensas nubes que pudieron observarse). Los incendios y la ley de gravedad no habrían bastado para proporcionar la cantidad de energía necesaria para producir dicha pulverización, lejos de ello.

 4. Al principio del derrumbe de cada una de las Torres Gemelas, que comenzó cerca de la cúspide, vigas de acero salieron disparadas horizontalmente hasta una distancia de 150 metros. Tan impresionantes proyecciones verticales no pueden explicarse mediante la energía gravitacional, que es vertical.

 5. Todos y cada uno de los 3 inmuebles se derrumbaron a la velocidad de la caída libre. Eso quiere decir que los pisos inferiores, con todo el acero y el hormigón de que estaban compuestos, no opusieron absolutamente ninguna resistencia (a la caída de los pisos superiores). El Sr. Cockburn escribe también: «Recurrir a la hipótesis de las cargas explosivas no es necesario en lo absoluto para comprender la caída acelerada de las torres…» Tal afirmación está en total contradicción con las leyes más elementales de la física.

 6. Durante varias semanas después de los derrumbes, aparecieron charcos de metal derretido debajo de cada edificio. El acero sólo empieza a derretirse a los 1 540° C, mientras que la temperatura de los incendios no puede haber sido superior a los 1 000° C [7].
El derrumbe del edificio n° 7, «que no fue golpeado por ningún avión», también corresponde a las características clásicas de las demoliciones controladas.

Aunque me he concentrado aquí en el World Trade Center, existen abundantes pruebas que inducen a la duda sobre casi todos los aspectos de la versión oficial de los hechos; pruebas que yo mismo presento en Le Nouveau Pearl Harbor y en Omissions et manipulations de la Commission d’enquête sur le 11/9. En este último libro, demuestro que el informe de la Comisión contiene por los menos 115 mentiras por omisión o manipulaciones [8].

El Sr. Cockburn parece no querer examinar esas pruebas porque está convencido de que los esfuerzos tendientes a demostrar que el 11/9 es un «complot interno» son una pérdida de tiempo y desvían la atención de los temas verdaderamente importantes. Sin embargo, si el 11/9 fue verdaderamente orquestado por ciertas facciones del gobierno estadounidense, ¿qué podría resultar entonces más importante que demostrarlo basándose en hechos? La idea de que Estados Unidos fue atacado por terroristas extranjeros el 11 de septiembre fue utilizada para justificar la guerra contra Irak y mil cosas más. El resultado de ello es que Estados Unidos convirtió al mundo en un lugar mucho más peligroso después del 11/9.

También fue utilizada para desviar nuestra atención del problema de recalentamiento climático, que constituye una amenaza real y seria para la humanidad. En otras palabras, la versión (conspiracionista) oficial sobre el 11/9 es la verdadera maniobra diversionista.

[1La redacción parisina de Le Monde diplomatique encargó dicho artículo al Sr. Cockburn en el contexto de una recuperación del control de sus diferentes ediciones luego de la publicación de una serie de trabajos investigativos sobre el tema en su edición noruega. Ver «Pour le Monde diplomatique norvégien, le 11 septembre est un complot intérieur US», Réseau Voltaire, 25 de julio de 2006.

[2Ver Scholars for 9/11 Truth, Veterans for 9/11 Truth, Pilots for 9/11 Truth, and Patriots Question 9/11 (los títulos corresponden a los sitios web actualmente en línea en Internet).

[3Ver «Fake bin Laden Video».

[4Ed Haas, «FBI says, ‘No Hard Evidence Connecting Bin Laden to 9/11’» Muckraker Report, 6 de junio de 2006.

[5Graeme MacQueen, «118 Witnesses: The Firefighters’ Testimony to Explosions in the Twin Towers», Journal of 9/11 Studies, agosto de 2006.

[7Griffin, «La destruction du World Trade Center: Pourquoi la version officielle ne peut-être la bonne», contratapa del libro de Victor Thorn Le Procès du 11 Septembre (Editions Demi-Lune, Paris, 2006), p.169-221; este texto aparece también en 911Review.com.

[8«115 mensonges sur les attentats du 11 septembre», por David Ray Griffin, Réseau Voltaire, 3 de octubre de 2006.