La Habana, Cuba. Aumenta el número de balsas que zarpan desde la costa sur de Cuba y arriban ilegalmente a las costas de Quintana Roo. Sus tripulantes, todos cubanos, son la mercancía en un negocio cuya sede está en La Florida, Estados Unidos y que extiende su red hasta territorio mexicano. Entretanto, el gobierno de La Habana insiste en que un acuerdo migratorio con México evitaría ese tráfico de personas y las autoridades mexicanas persisten en postergar ese arreglo.

Esa circunstancia convirtió el tema migratorio en “un punto de conflicto” entre las relaciones entre México y Cuba, señala Miriam Rodríguez Martínez, directora del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales (CEMI) de la Universidad de La Habana.

La especialista en flujos migratorios se pregunta por qué las autoridades mexicanas no actúan activamente contra ese tráfico de personas y considera que ése es un factor significativo que afecta las relaciones entre ambas naciones, porque incluso puede ser utilizado por Estados Unidos como mecanismo de intromisión. Agrega que “la falta de un acuerdo migratorio entre Cuba y México, que defina el trato a los emigrantes cubanos, es un elemento que influye de manera negativa en las relaciones bilaterales”.

Desde septiembre de 2001, cuando tuvieron lugar los ataques terroristas contra blancos estadunidenses, dejó de reunirse el Grupo de Trabajo sobre Migración que mantenían Cuba y México para definir sus negociaciones en este ámbito.

El deterioro bilateral llegó a su límite en 2005, tras el motín protagonizado por varios cubanos detenidos en la estación migratoria de Iztapalapa. Aunque entonces hubo una amplia expresión pública en el sentido de que se reanimarían las conversaciones que comenzaron en el 2002 en materia migratoria, “pareció disolverse esa voluntad” y, desde entonces, “no han habido cambios en la situación”, comenta la académica. De esta manera, persiste el ingreso ilegal de cubanos a territorio mexicano.

Paradójicamente, aunque La Habana y Washington no mantienen relaciones diplomáticas –y allí radica la esencia del tráfico de emigrantes cubanos hacia la superpotencia–, ambos gobiernos firmaron un acuerdo migratorio en 1995. A partir de esa fecha, quedó estipulado que no se les imputaría formalmente ningún delito a los capturados en las costas cubanas o repatriados por los guardacostas estadounidenses.

Además, el 30 de agosto de ese año, se anunció que Estados Unidos permitiría el ingreso de 20 mil cubanos al año. Esta oferta se condicionó a que el gobierno cubano frenara la oleada migratoria. Sin embargo, la emisión de visas para viajar legalmente al país se ha restringido, la cifra máxima de permisos expedidos en el 2006 fue de dos mil 700.

Valioso trueque

La travesía de un cubano que zarpa desde su país y llega a costas mexicanas, para desde ahí llegar a Estados Unidos, puede costarle unos 15 mil pesos cubanos (a un cambio de 1 por trece pesos mexicanos). Para la directora del CEMI, el monto que representan esas transferencias económicas significa que “indiscutiblemente hay negocio en esto”.

Aunque no existen cifras oficiales al respecto, la académica señala que algunas fuentes citan sumas que fluctúan según la efectividad de la agrupación de traficantes de personas y del arreglo que hayan acordado en Estados Unidos los familiares del emigrante.

Por su parte, Magali Martín Quijano, investigadora asociada de ese centro de estudios sobre la migración internacional, sostiene que la fuente de financiamiento de la operación de tráfico no sale de Cuba sino de Estados Unidos. “Son los familiares los que pagan”. El pago se hace allá, cuando llega la mercancía. Por la prensa mexicana sabemos que han habido casos en los que la persona que está siendo traficada mediante esta triangulación de países, cuando llega a las casas de seguridad de estas redes y no llegó el dinero, es retenida hasta que el familiar deposita o hace llegar el recurso para que lo trasladen a Estados Unidos.

Las redes de tráfico humano utilizan mecanismos ilegales para implicar en una actividad delictiva a quienes desean vivir en otro país por intereses y motivaciones personales. En estas travesías, pueden suscitarse confrontaciones que ponen en peligro la vida de los tripulantes o, incluso, generar muertes por naufragios, advierte la doctora Rodríguez, quien también dice que: “hay que parar esas facilidades y esa impunidad en que muchas veces se produce este tráfico”.

Este negocio requiere que la “mercancía” llegue con vida. Sin embargo, las dificultades para hacer una travesía por el Caribe y para ingresar por la vía ilegal a México y a Estados Unidos, no son pocas: epidemias, naufragios y posibles ataques internos.

La travesía de quienes ingresan ilegalmente a México, y de ahí a Estados Unidos, ha conducido a las precarias embarcaciones por derroteros alejados de las rutas marinas más frecuentadas. Así ocurrió con 11 cubanos que fueron rescatados por personal de la Secretaría de Marina Armada de México, cuando flotaban en una embarcación de apenas 11 pies de eslora, en las cercanías de la isla Pérez, junto al arrecife Alacranes, en espera de corrientes marinas favorables que los acercaran a la costa mexicana.

La ruta del sur

Desde hace más de una década, México constituye la “ruta sur” de los llamados “balseros” cubanos que buscan ingresar ilegalmente a Estados Unidos. Si al momento de su arribo no son detectados o sus embarcaciones interceptadas, ya pueden seguir hacia la frontera norte. Una vez ahí, cruzan el puente internacional hasta pisar suelo estadunidense; se presentan como cubanos y obtienen el amparo de la llamada Ley de Ajuste Cubano, diseñada para alentar la emigración ilegal desde la mayor de las Antillas.

Para la directora del CEMI, “éste es un elemento incitador de la incidencia de este tipo de actividades de tráfico”. A los cubanos les alienta saber que al llegar a México tienen una ruta segura hacia Estados Unidos, pues, a diferencia de lo que ocurre en el estrecho de La Florida, no serán interceptados por los guardacostas.

Por otra parte, el retraso de un acuerdo migratorio entre México y Cuba aumenta el riesgo de incidentes que ponen en peligro la vida de quienes deciden lanzarse al mar en balsas precarias, surcando la ruta marítima hacia las costas de la península de Yucatán. En cambio, la existencia de estos acuerdos con otros países vecinos evita el riesgo de encallamientos que a menudo se traducen en víctimas mortales.

Una de las tareas cotidianas de los marinos de la séptima zona naval militar de México es el rescate de grupos de náufragos cubanos que asiduamente surcan las aguas colindantes a Quintana Roo. Así ocurrió a mediados de marzo, cuando 15 balseros quedaron a la deriva y fueron auxiliados a 50 kilómetros del archipiélago de Holbox, al norte de Cancún. Habían zarpado tres semanas atrás desde Surgidero, en Batabano, provincia de La Habana. La barcaza improvisada en que viajaban sólo les permitió transportar alimentos para cinco días. Su salvamento en el mar significó su entrega posterior a los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes los concentraron en la agencia local. Ninguno fue repatriado a Cuba.

Esa es una historia común para los marinos y autoridades mexicanas que tan sólo en el 2006 lograron rescatar del mar a 436 balseros cubanos en las costas de Quintana Roo. Los habitantes de Isla Mujeres han revelado que ya están familiarizados con la presencia de cubanos que llegan a terrenos solitarios entre a la playa Acapulquito y un viejo tiradero de basura.

La doctora Martín Quijano expone que la mayoría de los emigrantes cubanos que viajan hacia Quintana Roo zarpan desde Pinar del Río al oeste de la isla. Explica que los balseros evitan navegar por la costa norte –que es una ruta más larga y más riesgosa– y optan por la costa sur que conduce a las playas de Cancún en la costa mexicana.

“No tenemos información del perfil de esos emigrantes porque como, desde hace muchos años, México no devuelve a las personas que detiene en su territorio, desconocemos sus datos socioeconómicos”, dice la académica, quien agrega que, aunque México devolvió a Cuba a 16 personas en el año 2005, ese grupo no aportó datos significativos para identificar una muestra de migración ilegal.

Al respecto, la directora del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales, Miriam Rodríguez, estima que los cubanos que actualmente ingresan a territorio mexicano por vía marítima hasta Quintana Roo, pueden tener las mismas características que arrojaron otras investigaciones previas: se trataría preferentemente de hombres jóvenes, con escolaridad de nivel medio o medio superior y desocupados.

Con relación a la nacionalidad de quienes integran las redes que trafican con cubanos desde la península de Yucatán hacia territorio estadunidense, las académicas recordaron la “fuerte polémica” ocurrida el 26 de agosto del 2006 entre Fidel Castro y las autoridades del INM que negaban que se permitiera el tráfico de cubanos en México.

En esa ocasión y ante la televisión de su país, el presidente Fidel Castro acusó al gobierno de Fox de ser “tolerante” ante el tráfico organizado de personas, reprochándole que no devolviese a todos los cubanos que llegan a México por esa vía.

Fue entonces cuando la prensa mexicana denunció –el diario Por Esto! en particular– que siete mil cubanos habrían ingresado ilegalmente al país. Esa noticia desmintió la versión de los funcionarios del INM. Al respecto, la especialista asegura que existe una conexión entre Miami y los traficantes de cubanos asentados en México. Es por ello que la ruta tiene dos fases: el tráfico Cuba-México y el que sigue por la vía México-Miami. Ambas vertientes se realizan por mar o tierra, pero siempre trianguladas desde La Florida.

Existe, sin embargo una nueva modalidad de tránsito ilegal de cubanos por territorio mexicano. Se trata de triangular una salida legal desde Cuba vía el aeropuerto de la Ciudad de México para que, desde ahí, pasar el control migratorio internacional y seguir hacia Estados Unidos como destino final. Citan las especialistas en migración que tuvieron noticias de esta nueva forma a partir de los testimonios que recogió la prensa mexicana y que no ha desmentido ninguna autoridad.

Las dos expertas del CEMI que Contralínea consultó, vislumbran que a futuro podría potenciarse la ruta de la emigración ilegal cubana hacia México. Eso ocurriría “en la medida de que los potenciales emigrantes conozcan cada vez más que ésa es una vía por la cual se llega de manera segura, aunque no tenemos elementos para afirmarlo”.

Fecha de publicación: Agosto 1a quincena de 2007

Pies mojados

Los cubanos que se lanzan a la mar hacia Estados Unidos salen de las playas de Villa Clara, Caibarién o Sagua la Grande, Puerto Padre y Bahía Honda. Sin embargo, en 2005, la zona de donde emigraron más cubanos fue la Habana y Ciudad Habana. En ese año fiscal, 2 mil 712 personas de nacionalidad cubana fueron devueltos a su país tras ser interceptados en el Estrecho de la Florida por el Servicio de Guardacostas estadunidense.

Sin embargo, otros mil cubanos lograron entrar y se quedaron en Estados Unidos bajo la protección de la Ley de Ajuste Cubano (1966). Esa legislación borró la palabra indocumentados del glosario y se aplica bajo un criterio simplista: Pies secos/pies mojados: el que pisa tierra, se queda.

Investigaciones del Centro de Estudio de las Migraciones Internacionales revelaron que los principales indicadores de las salidas ilegales masivas de cubanos tienen su trasfondo en:

a)Situación económica interna de Cuba.

b)Disminución de las visas otorgadas por Estados Unidos para salidas legales temporales y definitivas.

c)Acciones de estimulación a través de la actividad enemiga.

d)Propaganda incitadora de las salidas ilegales del país.

Desde que Estados Unidos cesó la revisión periódica del acuerdo migratorio de 1994-1995, aumentó el flujo de emigrantes y la presencia del tráfico ilícito de personas. Eran jóvenes, la mayoría de Ciudad Habana (65 por ciento). Casi 80 por ciento, con escolaridad media y superior; 60 por ciento obreros y 74 por ciento con familiares emigrados. Sus principales motivaciones son las de tipo económico y familiar.

Ahora sí, diálogo

En julio pasado, durante la reunión parlamentaria Cuba-México, José Ignacio Piña, embajador mexicano en la isla, manifestó la intención de su gobierno de retomar las negociaciones para establecer el acuerdo migratorio cuyas negociaciones se estancaron hace ya cinco años, cuando México no aceptó la demanda de Cuba de repatriar a los inmigrantes ilegales.

El objetivo de ese pacto es alentar los flujos migratorios de una manera “ordenada, legal y segura”, dijo el diplomático, quien hizo votos por dejar atrás la confrontación entre los dos gobiernos tras la denuncia de que las autoridades mexicanas toleran una creciente oleada de cubanos por su territorio, organizada por traficantes nacionales y cubanos exiliados en Miami, Florida.

Mientras prospera el diálogo binacional, la Asociación Cívica Cubano-Mexicana, la Casa del Balsero y del Migrante Cubano y Capítulo México, continúan su política de apoyo a los emigrantes que ilegalmente ingresaron a territorio mexicano, argumentando que son perseguidos políticos. Esta organización, dirigida por Eduardo Matías López Ferrer, les brinda asesoría para que gestionen su residencia en México.