A menos de un mes de que culmine la campaña electoral, vivimos una avalancha de ofertas engañosas de gran parte de los 3 229 candidatos a la Asamblea Constituyente. Solo pocas listas hablan de concepciones y propuestas claras en torno a lo que debe hacer la Asamblea.

Quienes resulten elegidos tendrán 198 días de trabajo, en los cuales se dedicarán a elaborar una nueva Constitución y a realizar los cambios institucionales que el estatuto aprobado en la consulta popular del 15 de abril establece. Como van las cosas, uno de los cambios institucionales podría ser la disolución del Congreso, a pesar de la oposición que los sectores de derecha tienen a esta facultad de los asambleístas.

El dilema del voto entre listas o en plancha...


Existe un alto grado de desinformación y confusión sobre cómo se debe votar y sobre la manera en que se adjudicarán los escaños a los 130 asambleístas.

El primer problema, que los medios se han encargado de magnificar, como para curarse en sano de la contundencia del triunfo que tendrán las fuerzas del cambio, es el tamaño de las papeletas y la incomodidad que el elector tendrá, sobre todo si quiere buscar la fotografía de determinados candidatos.

Además, debido a un sinnúmero de técnicos que han circulado por los canales de televisión tratando de interpretar a su manera el valor del voto y la forma de asignación de los escaños, hoy la gente está más confundida que nunca: ¿se debe votar entre lista o en plancha? ¿Cuál de estas formas beneficia más a uno u otro candidato? ¿Cuánto vale el voto de cada sufragante?

Las reglas del juego establecidas por el Tribunal Supremo Electoral responden a la mañosa campaña que ciertos sectores de derecha han hecho contra el voto en plancha. Argumentan que la forma más democrática de elegir es por personas, entre listas, y no por la plancha porque, según dicen, en la plancha el elector no necesariamente conoce a todos los candidatos de una lista y se ve obligado a darles su voto. Pero ese criterio no toma en cuenta la necesidad de que el elector se defina por tendencias ideológicas, hecho que diferencia esencialmente a quienes participan como candidatos en una y otra lista.

Esta idea la comparte el director del Movimiento Popular Democrático (MPD), Ciro Guzmán, quien afirma que “la gente debe votar por una concepción, por principios, por el cambio y la transformación, por una lista y no entre listas, porque el voto personalizado es un voto que atenta contra la ideología, ya que no se puede escoger a un retardatario y a un revolucionario al mismo tiempo, son ideologías totalmente contrarias. El problema en el Ecuador no se resuelve por escoger a la gente promovida como ‘la más capaz’, sino a quienes representen los intereses del Ecuador, de su soberanía”.

Una confusa fórmula


El TSE mantiene la fórmula del matemático Germán Rojas, del ponderado exacto, para convertir los votos uninominales (entre listas) a votos en plancha (por una sola lista), fórmula que favorece a las fracciones de voto entre listas en detrimento del voto en plancha. Esta idea nace de la presión de ciertos políticos de derecha y de grandes medios de comunicación, en el sentido de personalizar la elección, vaciar las candidaturas de su contenido ideológico, y reducirlas a preferencias personales, individuales, no doctrinarias o filosóficas. Con esta fórmula, en realidad quien pierde es el elector, porque se le conduce a votar fragmentadamente, reduciendo el valor real de cada voto en el conteo final. Algunos electores piensan, por ejemplo, que siendo 14 los candidatos en una provincia, como en Pichincha, lo que deben hacer es dar un voto a cada candidato de las listas hasta ajustar los 14, y con eso han cumplido la orientación de no votar en plancha, pero lo que han hecho con eso es devalorar su voto a menos de la mitad de su valor real.

Ahora están diciendo que para evitar este problema, si son 14 los asambleístas se debe votar por 7 de una sola lista y por 7 de otra lista, pero con esto en realidad buscan evitar la presencia mayoritaria de las fuerzas del gobierno y de la izquierda en la Asamblea, dando más oportunidad a los candidatos de la derecha, a quienes promueven profusamente.

El sistema de adjudicación de escaños


Luego del conteo de votos viene el dilema de distribuir los puestos, de acuerdo a la fórmula que aprobó el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el pasado 14 de junio, con el denominado ‘método Hare’, que consiste en establecer un cuociente distribuidor que se obtiene de dividir el total de votos válidos para el número de dignidades a elegirse en una jurisdicción. Cada escaño se repartirá según las veces que una organización política alcance el cuociente hasta completar el número de escaños. De no hacerlo, esos espacios se entregarán a los residuos más altos.

En pasadas elecciones se han utilizado diversos métodos para adjudicar escaños: el de divisores continuos, como el método D’ Hont, el Imperiali (no tan proporcional), el Webster (el más proporcional) y el método de cuocientes y residuos, denominado método de Hare.

El Hare es proporcionalmente más justo y democrático que las anteriores fórmulas y permitirá que los partidos y movimientos que recibieron el mayor respaldo sean quienes tengan realmente mayor representación en la Asamblea, de manera proporcional. Los partidos de derecha, como el Socialcristiano y la Izquierda Democrática, en una alianza perversa impulsaron el método Imperiali para la elección de concejales y consejeros en el año 2004, con lo cual obtuvieron mayorías casi absolutas en los cantones de Quito y Guayaquil donde tienen mayor influencia.

Según las últimas encuestas, el gobierno lograría un numeroso bloque de asambleístas que junto al importante bloque de asambleístas que aparentemente tendría el MPD, dominarían la Asamblea y lograrían empujar los cambios que el Ecuador reclama.