En Alemania ocurren cosas terribles, terribles, terribles. Justo al cumplirse otro aniversario del 11 de septiembre, terroristas islámicos querían realizar un «espantoso atentado »con una enorme «cantidad de muertos» (Spiegel Online) que «hubiera traído a Alemania una dimensión del horror aún desconocida» (Frankfurter Allgemeine Zeitung [FAZ]) y que recién en el «último instante» (Lausitzer Rundschau) pudo ser evitado a través de la resuelta acción de las fuerzas de seguridad.

Similares gritos de Casandra hubo hace un año en torno a la llamada valija-bomba en la estación central de Colonia. Pero, desde entonces, la situación se ha agravado más aún, según el artículo de fondo de Berthold Kohler en el FAZ : «Las bombas son cada vez más grandes y los que las colocan más profesionales. Esta es una realidad con la que tenemos que confrontarnos también en nuestro país. Se hizo tan evidente a raíz de la reciente acción policial, que Schäuble pudo desistir de agregar su Ceterum censeo al cacheo online.»

Pero, para desgracia del ministro del interior y sus ventrílocuos de Francfort, el atentado demostró lo contrario: los que supuestamente colocan las bombas son cada vez menos profesionales y se comportan cada vez más estúpidamente. Fritz G., el supuesto cabecilla del trío capturado el 11 de septiembre, en Oberschledorn – Sauerland – nos recuerda sin querer a Virgil Starkwell, el personaje principal de la comedia de Woody Allen Woodie, el cuervo de la mala suerte.


El periodista e investigador alemán Jürgen Elsässer presentando uno de sus libros en el Club Suizo de Prensa, Ginebra, 2006.
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En el diccionario de internet Wikipedia, el pájaro de la desgracia es definido como: «Nacido en un medio pobre, tuvo que confrontarse desde muy temprana edad con las dificultades propias de la clase social baja. Una que otra vez le pisotean los anteojos. Después, también destruyen su querido violoncelo. Por eso, decide simplemente tomarse aquello que desea. Pronto se nota, que si bien en Virgil hay mucha energía criminal, fracasa en la realización de sus malvados planes, a causa de su torpeza. Después de varias fugas de la cárcel e intentos de mejorarse,Virgil es condenado a ochocientos años de prisión, pero él tiene la esperanza de que, con buena conducta, necesitará cumplir sólo la mitad de la condena.»

Cero coma siete toneladas de un golpe

«Fritz – el terrorista – y sus peligrosos amigos » así el título de tapa del diario Welt del 8 de septiembre, se comportaron también torpemente. Si bien, supuestamente, fueron adiestrados en terrorismo en un campamento al norte de Paquistán, querían hacer para sus bombas justamente una mezcla química que es totalmente inadecuada: el peróxido de agua oxigenada es hasta ahora más bien conocido como el elemento primario para la elaboración de tintura para el cabello de las desacreditadas rubias oxigenadas. El FAZ creó ya el término «bomba de agua oxigenada », lo que es absurdo, pero que suena extremamente peligroso. El trio habría preparado «veinte veces más materia explosiva que en Madrid» dice, aludiendo a los atentados en la capital española, el 11 de marzo de 2004, con un saldo de casi 200 muertos.

Lo único que está probado, es que el grupo compró 12 barriles con 730 kilos de peróxido de agua oxigenada y los depuso en una casa cerca de Freudenstadt en la Selva Negra. Ese producto es en sí inofensivo. Ésto cambia sólo cuando el producto químico reacciona con acetona y otros ácidos; entonces resulta Triaceton-Triperoxid (TATP) o Apex. El uso de la mezcla para hacer bombas, es prácticamente imposible, ya que puede explotar de manera muy fácil e incontrolable. «Sobre todo, Apex es muy vulnerable a golpes, fricciones y calor. Si la materia explosiva está guardada en un barril que tiene un cierre a tornillo, ya la fricción al abrirlo, puede llevar a una explosión. Incluso el Frankfurter Allgemeine Zeitung admite, que es importante que la mezcla sea enfriada lo suficiente durante la elaboración, porque de lo contrario explota. Los autores ¿cómo iban a lograr sacar las bombas Apex del garaje de su casa de vacaciones, ni hablar de transportarlas hasta un supuesto destino en alguna dependencia norteamericana, sin que se les exploten en las manos?

Con el atentado en Madrid Apex no tiene nada que ver – es sabido que allí se utilizó dinamita de las minas asturianas. También para los ataques en el transporte urbano en Londres, el 7 de julio de 2005, los medios mencionan repetidamente el explosivo TATP – pero los informes oficiales de investigación de la Cámara de los Comunes, es decir de los servicios secretos británicos, guardan silencio al respecto. Si bien hasta ahora niguno de los atentados en las metrópolis occidentales fue realizado con bombas de agua oxigenada peróxida, el material aparece siempre en los relatos de los cazadores de terroristas: como se trata de un producto químico usual en el comercio, se puede atizar el temor hacia los «terroristas en la vecindad», que pueden comprar en la droguería todo lo necesario para una crímen masiva.

A pesar del efecto inofensivo, incluso contraproductivo al mezclarse, del agua oxigenada peroxida, «Fritz el terrorista» y sus compinches se abastecieron sucesivamente con más de 0,7 toneladas de la sustancia química en un mayorista de Hannover. En diversos transportes, la acarrearon por toda la república hasta su escondrijo en la Selva Negra, como si quisieran dejar una pista para los pesquisidores…

Fritz hace lo que quiere

Por lo demás, Fritz G., el supuesto cabecilla del trío, no hizo nada para tratar de desviar la atención de su persona y sus planes. A pesar de que en el año 2005 se hicieron pesquisas por haber constituído un grupo criminal y por instigación pública, y se lo detuvo por corto tiempo, nunca pasó a la clandestinidad, ni cambió su aspecto físico, ni se procuró una nueva identidad.

A más tardar, a comienzos de 2007, tendría que haberse dado cuenta que organismos estatales de seguridad estaban detrás de él: su vivienda en Ulm fue registrada. El Frankfurter Allgemeine Zeitung consta con asombro: «Fritz G. y sus supuestos cómplices no se dejaron intimidar por el registro de su vivienda, sino que al contrario empezaron a abastecerse con barriles de material explosivo, alquilaron casas y garajes, adquirieron detonadores militares y en sus e-Mails, (interceptadas) supuestamente se burlaban de sus pesquisidores. Ésto arroja serios cuestionamientos.»

A principios de mayo, apareció un informe alarmante en la revista Focus. «En él se describe al grupo bastante detalladamente, se informa sobre las relaciones con Paquistán y Usbekistán y también que los hombres ya habían filmado videos de despedida, al modo de los autores de atentados suicidas. Para los servicios de seguridad, ese informe de Focus fue una pequeña catástrofe. Esperaban que el grupo pasara inmediatamente a la clandestinidad…» Pero nuevamente ocurrió lo contrario: Fritz & co. continuaron operando con toda tranquilidad. Finalmente, el trío eligió para la construcción de armas, justamente el pueblito idílico Oberschledorn en Sauerland.

«Nos conocemos y también a los que vienen de vacaciones al pueblo, donde viven unas 900 personas» escribe el FAZ sobre ese lugar. En esos alrededores, en medio de veraneantes y afectos a caminatas, estos personajes tenebrosos de pelo largo y barba o mejor dicho de cabezas rapadas tienen que haber llamado la atención como los forzadores de cajas fuertes en un cumpleaños infantil con el Pato Donald. ¿Porqué no alquilaron en un edificio anónimo, con garaje en el subsuelo y acceso a la autopista, como entonces los miembros de la RAF?

Reveladora es también la actuación de la policía, poco antes de la intervención del 4 de septiembre: el 3 de septiembre los tres fueron detenidos en un control policial por conducir a pleno día con las luces encendidas. Si bien uno de los policías, durante el control, tuvo el descuido de decirle a un colega en voz bastante alta, que los que iban en el auto estaban en «una lista de la Policía Criminal Federal», pudieron seguir viaje.

El ejemplo más claro sobre la relación entre supuestos perseguidores y supuestos perseguidos, lo dió óptimamente Spiegel Online, por desgracia sin indicar el momento exacto de lo ocurrido. En una ocasión, los tres se habrían sentido fastidiados a causa de sus perseguidores. Seguidamente «uno de los islamitas […] se bajó del auto, mientras el semáforo estaba en rojo, y entalló los neumáticos del auto de uno de los perseguidores de los servicios de seguridad. »

Todavía queda mucho por esclarecer de la historia de Fritz el terrorista y sus dos cómplices. Pero algo está claro: actuando de esa manera no hubieran podido nunca llevar a cabo un atentado de grandes dimensiones. Hay tres teorías para explicar el enigma. O bien el grupo era demasiado estúpido para utilizar su energía criminal para un lograr un objetivo – como se muestra en la película de Woody Allen. O – según supone Peter Carstens autor del FAZ – a través de su extraño comportamiento querían distraer la atención de las fuerzas de seguridad, de otras células terroristas, las cuales, mientras tanto, podían llevar adelante sus propios planes. O, los tres se sentían seguros de no ser detenidos, porque realizaban un delito en colaboración con los de adentro y creían tener protección de alto nivel.

Considerando lo que actualmente se conoce, no debiera dejarse de lado ninguna de esas posibilidades. Tal vez las tres son verídicas: tres personajes extraviados fueron envueltos por un grupo de las fuerzas secretas de seguridad, para mantener al trote al resto del servicio de seguridad y así desviar la atención de verdaderos terroristas peligrosos. Lo que dijo Schäuble – que no se puede hablar de un cese de alarma – sería entonces perversamente correcto

(Fuente y traducción Horizons et débats), Suiza.