Imagínese que un ecuatoriano (nomás para conocer el manso Guayas) tenga que tomarse una foto tamaño pasaporte, con el fondo celeste y blanco de la bandera de Guayaquil. Que tenga que solicitar una visa de turista al Alcalde pelucón de apellido Nebot, y que de yapa, cuando le pregunten si es simpatizante del PSC (Partido Social Cretino), hincha del Barcelona Sporting Club o del EMELEC, conteste afirmativamente.

Imagínese que a un ecuatoriano, al pisar la tierra de Guayas y Kil, se le obligue a cantar “Guayaquileño, madera de guerrero”, y acto seguido tenga que pagar (sin chistar) peaje (si es por debajo de la mesa mejor) por concepto de tasa para la regeneración urbana de Pelucolandia, y que antecito de que el Prefecto Nicolás Lapentti selle el pasaporte para conocer el sitio paradisíaco y más aniñado donde residen la crema y nata del Club la Unión, los admiradores de Gringolandia y los cultores del neoliberalismo y le obliguen a gritar a todo pulmón: ¡Lo que es con Pelucolandia es conmigo!

Ya en la República Autónoma Guacharnaka, el ojo atento de turista se percatará de que allí habitan la mayoría de la “Fuerza de los Vivos”, los amos de la Junta de Beneficiencia de Guayaquil, los representantes de las Cámaras de Comercio, quienes creen a pie juntillas que los cargos se transmiten de generación en generación, que al Ecuador se lo debe administrar como si fuera el Cortijo de León Febres Cordero, que si se ha incrementado el Producto Interno Bruto (PIB) y ha sido anulado el riesgo país es gracias los banqueros y empresarios y que una la ley que frene el contrabando, la ley de justicia financiera o una ley que proteja el medio ambiente es una aberración.
Los turistas nacionales y extranjeros podrán constatar que si pelucones como Álvaro Noboa y su parentela viven a cuerpo de rey, es porque hay niños trabajando en sus plantaciones bananeras, porque explotan a empleados y trabajadores de Bonita Banana, Industrial Molinera y Ecuasal.

En Pelucolandia, el turista también tendrá la oportunidad de conocer a sesudos periodistas de la prensa rosa que compiten con rutilantes estrellas del jet set criollo para ver quien colecciona más cirugías plásticas y siliconas, además de tomarse una foto con reinas y ex reinas de belleza, modelos y presentadoras de televisión que a punta de camisetas, una libra de arroz o una funda de Quaker se han convertido en Concejales y Consejeras del gobierno de la naciente República Autónoma Guacharnaka que hoy ,luego de su contundente derrota en las urnas para la Asamblea Nacional Constituyente, seguirán las instrucciones del alcaldillo de origen libanés que sueña con que Pelucolandia sea una estrella más de la bandera norteamericana o como afirmó el dueño del PRIAN que suspira por que los ricos de Pelucolandia sean tan o más ricos que sus pares gringos.

No deje, amigo turista, al volver de este inolvidable viaje, de contarme sus experiencias. Puede ser que me anime a ir para allá...