Lord John Stevens of Kirkwhelpington, ex jefe de la policía del Gran Londres, es un hombre en quien se puede confiar: se le conoce por haber enterrado la investigación británica sobre la muerte de la princesa Diana y del comerciante de armas Dodi Al-Fayed y también por enterrado, más tarde, el escándalo sobre el lavado de dinero por los clubes de fútbol.
Después de pasar a retiro en 2005, fue nombrado consejero especial del primer ministro británico Gordon Brown para los asuntos de seguridad internacional. Mediante la creación de este nuevo puesto, cuyas funciones interfieren las del presidente del Comité Conjunto de Inteligencia, el primer ministro pretende independizarse del MI5 y el MI6 para disponer de su propio dispositivo de inteligencia.
En efecto, Lord Stevens dispone, a título privado, de sus propios de canales de inteligencia.
 Creó y preside su propia agencia de inteligencia, Stevens Consultancy.
 Preside el buró de inteligencia económica Quest Investigations, en el que trabajan Efraim Halevy (ex jefe del Mossad, de 1998 a 2002) y la baronesa Mary Teresa Goudie (amiga de la esposa de Gordon Brown).
 Es administrador de la empresa de seguridad Mercer Street Fletcher.
 Es administrador de Invicta Capital Mohammed Yussef, propiedad del magnate de la minería y del petróleo de Somaliland (Estado no reconocido creado en la antigua Somalia británica).
 Según Intelligence Online, es también administrador del laboratorio de análisis criminalístico LGC Analytical Science.

La evolución de las estructuras británicas de inteligencia se asemeja a lo que está sucediendo en Estados Unidos, donde ese proceso ha desembocado en una politización total de ese sector.