El cantón Montecristi se encuentra ubicado en la amplia llanura costera del centro de la provincia de Manabí. En un paisaje de colinas y hondonadas dominadas por el bosque seco tropical y el bosque deciduo de tierras bajas donde sobresalen guayacanes, ceibos, algarrobos, cactos y otras especies nativas. En este mosaico de formaciones de zonas secas se levanta imponente el cerro Montecristi con su vegetación de bosque siempreverde piemontano, y bosque de neblina premontano en la cima del cerro (1) todo lo cual configura un imponente paisaje ecológico natural y paisaje transformado por hombres y mujeres de esa noble tierra.

En efecto, Montecristi es la cuna de agricultores, pescadores y artesanos que conservan la tradición centenaria de elaborar artesanías de diferente tipo: tejidos de mimbre, sombreros de mocora y paja toquilla, hamacas de cabuya, bolsos, cestos; piezas de arcilla que son réplicas de objetos precolombinos y además hermosos adornos tallados de tagua o marfil vegetal, conchas marinas y otros materiales de origen natural.

Desde la perspectiva del uso tradicional de bienes de la biodiversidad, merecen especial referencia la tagua y la paja toquilla, dos especies emblemáticas cuyo aprovechamiento y manufactura forma parte de la vida social y económica del Ecuador desde hace siglos.

La tagua es el fruto de una palma endémica de la Costa ecuatoriana, la Phytelephas aecuatorialis que crece en los relictos de bosques dispersos en Esmeraldas y Manabí. Conocida como tagua, cade o marfil vegetal, es una especie de la que se aprovecha todas sus partes: el tallo resquebrajado sirve para la construcción de pisos y paredes; las hojas para cubrir las viviendas; las semillas tiernas se emplean como alimento y una vez maduras constituyen el apreciado marfil vegetal. Las características físicas del fruto de la tagua la convirtieron en un material noble y de alto valor para la artesanía y la industria. La tagua se usaba tradicionalmente para elaborar objetos utilitarios como botones, enchapes de muebles, además de joyas y adornos de todo tipo.

La economía regional estuvo fuertemente ligada a la cosecha, recolección, limpieza, secado y pelado de la tagua para exportarla en pepa a Europa; más tarde dio lugar a una próspera industria de botones tanto en Manta como en Guayaquil; algunas de estas empresas se mantienen y se han tecnificado. Actualmente hay en Montecristi numerosos talleres artesanales para la elaboración de figuras decorativas, con lo cual se da valor agregado al marfil vegetal ecuatoriano.

El aprovechamiento de la tagua es un buen ejemplo de uso no destructivo de un recurso de la biodiversidad porque es una actividad extractiva que no destruye a la palma; los campesinos dominan toda la cadena de aprovechamiento, desde el manejo y conservación de los taguales, la cosecha, la preparación, la manufactura y la comercialización, todo lo cual forma parte de la economía de un importante segmento de la población manabita.

Otra especie emblemática de la Costa es la paja toquilla, que se obtiene de una planta nativa, la Carludovica palmata. La obtención de la fibra es un proceso muy elaborado que requiere la recolección, la maceración y la extracción de una fibra muy fina, blanca y flexible, con la cual se tejen los sombreros de paja toquilla que tienen fama nacional e internacional. La elaboración de los sombreros de paja toquilla es una tecnología desarrollada por los artesanos manabitas; un proceso laborioso al que se dedican tradicionalmente muchas familias de Montecristi. “La vida en Montecristi empezaba mansamente todas las mañanas…la paja delgada y flexible se torcía entre ágiles dedos, cuando la hora aún era propicia para que el sol no la tostase. Porque los sombreros finos había que tejerlos de suerte que ninguna precaución faltara: debajo del toldo, hombres y mujeres de piel cobriza y ojitos perdidos trabajaban encorvados, ausentes del tiempo. Meses enteros requería dar fin a los mejores, aquellos tan suaves ligeros como un pañuelo de seda y que pagaban a buen precio a bordo de las goletas, que de tarde en tarde largaban anclas frente a la playa de Manta…” relata Alfredo Pareja Diezcanseco, en las primeras páginas de su libro La Hoguera Bárbara. (2)

En Montecristi son conocidos los manjares de frutos nativos como el pechiche, la guayaba, la grosella y deliciosos platos de la gastronomía popular como el viche, el bollo, el corviche, la bola de verde, la salprieta... lo cual nos indica que el pueblo de Montecristi tuvo y tiene una relación fuerte con el entorno natural.

Pero sobre todo Montecristi tiene un lugar privilegiado en la historia ecuatoriana por ser cuna de Eloy Alfaro, el ecuatoriano más ilustre que lideró la revolución liberal. Combatiente en incontables batallas, conoció triunfos y derrotas: fue el líder de la transformación más importante del Ecuador. Hace 112 años “ culminando una larga carrera de épicas jornadas, Eloy Alfaro y sus huestes macheteras, pertrechados de un liberalismo genuinamente progresista, hicieron mover la rueda de nuestra historia con transformaciones espirituales, institucionales y materiales que, pese a olvidos y adulteraciones posteriores, constituyen el patrimonio esencial del pueblo ecuatoriano. La soberanía política, el ideal de Patria Grande, la libertad de conciencia, la liquidación ( al menos) parcial de formas señoriales de propiedad de la tierra y de explotación del hombre por el hombre, la integración regional, el fomento de la educación, la provisión de obras y servicios de utilidad pública se cuentan como invalorables aportes de la alfarada. Su grito de combate – ¡Libertad o muerte! – está llamado a sobrevivir en la memoria agradecida del pueblo”. (3)

Por esto y mucho más Montecristi resume la historia y la esperanza del pueblo ecuatoriano que ha cifrado sus anhelos en la próxima Asamblea Constituyente, cuya responsabilidad histórica es transformar la desgastada institucionalidad del Estado y preparar la nueva Constitución del Ecuador para el nuevo siglo. Que el pensamiento visionario de Alfaro que emerge con la fuerza de la historia desde Montecristi, oriente a los asambleístas en esta trascendental tarea.