Lo que el presidente de Estados Unidos ha llamado “acelerar el periodo de transición”, en el que según él está Cuba, equivale a la reconquista de Cuba por la fuerza. Ése es el plan que ha quedado hoy mejor delineado y al desnudo ante la opinión pública.

Quiero subrayar una frase del discurso del presidente de Estados Unidos: “La palabra de orden en nuestros tratos futuros con Cuba no es estabilidad, la palabra de orden es libertad”.

Cuba entiende estas palabras como un acto irresponsable, que da una idea del nivel de frustración, desesperación y odio del presidente Bush contra Cuba.

En lenguaje amenazante y altanero, Bush delinea incluso la opción del uso de la fuerza, el escenario de la ruptura de la estabilidad en Cuba para dar paso a lo que llamó la “libertad”, que es el cambio de régimen, el derrocamiento de la revolución y la reconquista de Cuba por la fuerza; al hacerlo, el presidente de Estados Unidos dejó abierta las opciones de si eso sería el resultado de un hipotético y fantasioso levantamiento interno en Cuba, que Estados Unidos apoyaría, lo cual cualquier persona medianamente bien informada y con dos dedos de frente sabe que no es políticamente posible, pues la revolución tiene un apoyo abrumador y mayoritario del pueblo; pero dejó también abierta la idea de que esa estabilidad pueda ser vulnerada desde fuera, con una nueva guerra de conquista y anexión, como la que lanzó contra Irak, y como la que amenazó con lanzar contra 60 o más oscuros rincones del planeta, entre los cuales, por supuesto, estaba Cuba.

Debemos advertir que un escenario como ese no sólo significaría la ruptura de la estabilidad de Cuba, sino también de la estabilidad de Estados Unidos, y pondría en peligro también al pueblo norteamericano, cuyos hijos serían enviados a matar y a morir en una guerra en Cuba que duraría 100 años, y que no terminaría sino con la victoria de nuestro pueblo, a un costo tremendo, es lógico, en vidas de sus hijos, destrucción material; pero cuyo único resultado posible es la preservación de la independencia y la soberanía de Cuba.

La palabra de orden en Cuba no es ni la estabilidad, ni nada de eso, la palabra de orden en Cuba es: ¡Coraje! Y es nuestra respuesta; serenidad absoluta y confianza en nuestra fuerza y en la solidaridad que el mundo dispensa hoy a Cuba, y en la admiración que la resistencia de Cuba levanta en el mundo.

Estamos claros de qué significa la libertad que el presidente Bush promete a los cubanos, y nos tomamos en serio la evocación de nuevos y renovados esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para cumplir su política de cambio de régimen en Cuba, que es, por demás, ilegal; es una política violatoria del derecho internacional. El presidente de Estados Unidos no tiene autoridad moral, ni potestad legal para proponerse cambiar el ordenamiento jurídico, político, que los demás pueblos de la tierra, soberanamente, han decidido darse.

Sabemos qué vendría detrás de la “libertad” traída en los bombarderos y las armas del ejército de Estados Unidos: los grupos terroristas, sedientos de sangre, que todavía hoy se entrenan en Florida con total impunidad, permitidos y tolerados por el gobierno de Estados Unidos, con los cuales, hace unos días, se reunió el presidente Bush en Miami, para prometerles y conversar con ellos sobre esta presentación, y para recordar que él les prometió que resolvería el tema de Cuba. Uno de los voceros de esos grupos dijo que lo único que reclamarían al presidente en ese momento serían tres días de licencia para matar en Cuba. Pero hay que saber que no van a encontrar aquí a un pueblo poniendo otra mejilla; encontrarán a millones de combatientes, armados y entrenados, y a un pueblo preparado y fogueado, después de casi medio siglo de Revolución victoriosa, en defender sus conquistas y su derecho a la libertad e independencia.

En adición a este preludio de una escalada de más bloqueo, a estas amenazas, el presidente hizo una descripción mentirosa y ridícula de la situación en Cuba. Nunca vi a un político destilar más odio y más frustración. Hizo una descripción de Cuba que únicamente la ceguera, debido al odio y la impotencia, puede llevar a caer en esos extremos.

Dijo que en Cuba era ilegal reunirse más de tres personas sin autorización. Hemos visto a más de un millón reunirse en la Plaza, por su propia voluntad, para reclamar el enjuiciamiento o la extradición a Venezuela del terrorista Luis Posada Carriles, o la liberación de nuestros cinco héroes, o el cese del bloqueo contra Cuba.

Ha hecho un llamado desesperado a otros países para sumarse al bloqueo y a la subversión contra Cuba, para sumarse a esta política fallida que nadie en el mundo comparte.

El gobierno de Estados Unidos se encuentra solo en su política hacia Cuba. Ha habido una apelación reiterada y desesperada para que otros gobiernos se sumen. Se puede ser el más poderoso, pero no el más respetado; se puede tener la capacidad de destruir a un país con un ataque nuclear, pero no de levantar simpatía; se puede ser temido, incluso, pero eso no quiere decir que se sea querido o apoyado. La comunidad internacional no sigue su política: hay un rechazo casi universal al bloqueo genocida que impone contra el pueblo de Cuba.

Mientras el presidente de Estados Unidos leía la diatriba anticubana que le prepararon, Cuba resultaba elegida en París miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, por 157 votos, de los 175 posibles; el país con más votación de todo el Tercer Mundo para integrar el Consejo Ejecutivo de la UNESCO; el país que más votos obtuvo en el hemisferio occidental, incluso, más votos que Estados Unidos.

Está solo el presidente de Estados Unidos. Está furioso, desesperado. Es comprensible: prometió resolver la situación de un plumazo a aquellas mafias cubanas en Miami, que lo llevaron a la presidencia de modo fraudulento, que aplicaron las mismas tácticas que aplicaban aquí antes del triunfo de la revolución, y que permitieron que, después de una controversial y polémica elección, que tuvo durante un mes al mundo viendo aquel espectáculo deprimente, finalmente fuera proclamado por la diferencia de un voto en la Corte Suprema.

¿Con qué autoridad usted se erige en juez de los derechos humanos y la democracia en los otros países? Usted no tiene autoridad moral, señor presidente; no tiene credibilidad. Dos tercios de los estadunidenses sienten vergüenza de usted. Tiene menos de 25 por ciento de apoyo de la opinión pública de su país. Nuestro pueblo ha lidiado, además, antes de usted, con otros nueve presidentes de Estados Unidos, y está aquí y va a seguir aquí.

La economía cubana se fortalece, los esfuerzos de nuestro pueblo van fructificando. La revolución es ahora más fuerte, ha resistido nuestro pueblo con ejemplar madurez política y unidad los duros años de periodo especial que ha tenido que vivir.

En su discurso hay un intento vano y ridículo de reclutar, para seguir su política contra Cuba, a los militares cubanos, a los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias del Ministerio del Interior. Les promete perdonarles la vida después que tome el control de Cuba, si ahora, a tiempo, se arrepienten de servir a su pueblo, de defender la Revolución.

Está delirando. Le está hablando a un ejército libertador. Olvida que en Cuba el ejército es el pueblo uniformado. Olvida que más de 350 mil cubanos vistieron voluntariamente ese uniforme para ir a enfrentar al régimen del Apartheid que Estados Unidos y otros países occidentales apoyaban, y que hicieron posible con su victoria la liberación de Namibia, la preservación de la integridad territorial de Angola, la liberación de Mandela, la legalización del ANC, el surgimiento de una Sudáfrica sin Apartheid.

Olvida que esos hombres y mujeres llevan medio siglo derrotando los más de 600 planes que ustedes organizaron para tratar de asesinar a Fidel, que derrotaron la guerra sucia y las bandas armadas que ustedes organizaron y suministraron en las montañas de Cuba. Olvida que los hombres y mujeres que llevan ese uniforme son el pueblo en el poder, porque aquí hay una revolución victoriosa que ustedes no han podido derrotar.

Usted no es un libertador, señor Bush; usted es un brutal represor. Su régimen ha invadido, masacrado, torturado en nombre de la libertad. Usted avergüenza a sus compatriotas.

Usted autorizó la existencia de cárceles secretas, de vuelos clandestinos. Usted legalizó el uso de la tortura, del vejamen a los prisioneros. Usted mantiene el centro de torturas en la base naval de Guantánamo, que ha sido mundialmente repudiado. Usted autorizó la invasión y la ocupación de Irak, que ha costado más de medio millón de vidas de civiles inocentes.

Quisiera, finalmente, explicar lo que nosotros creemos, realmente, que el presidente Bush debería proponerse como agenda para Cuba. Son estos 12 puntos que voy a decir ahora:

1. El gobierno de Estados Unidos debe respetar el derecho de los cubanos a su independencia y a su soberanía, a la libre determinación.

2. El gobierno de Estados Unidos debe cesar de inmediato su política de agresiones y amenazas contra Cuba, por demás, inútiles.

3. Debe dejar de intervenir groseramente en los asuntos internos de Cuba. Debe renunciar a la idea fallida de fabricar una oposición interna en Cuba con dinero de Estados Unidos.

4. El régimen de Bush debe poner fin a la guerra radial y televisiva contra nuestro país. Debe desmontar las mal llamadas Radio y Televisión Martí, que son una ofensa al pueblo cubano, que ensucian el nombre del héroe nacional de Cuba en trasmisiones que alientan la violencia, el asesinato político, el sabotaje económico.

5. El presidente de Estados Unidos debe levantar de inmediato y sin condiciones el bloqueo genocida contra Cuba. Debe derogar la Ley Helms-Burton, la Ley Torricelli y todas las demás leyes de ese engendro que es el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.

6. Debe eliminar la prohibición de los viajes a Cuba de los estadunidenses y debe eliminar la prohibición de las visitas familiares a los cubanos que viven allí.

7. El gobierno de Estados Unidos debe dejar de estimular la emigración ilegal desde Cuba. Debe eliminar la criminal Ley de Ajuste Cubano y la política de pies secos-pies mojados, que estimulan el tráfico de personas y la comisión de actos violentos.

8. El gobierno de Estados Unidos debe cesar las agresivas campañas de propaganda sucia, de mentiras contra Cuba, que emplean cuantiosos recursos, como no hubo nunca antes dedicados a esta actividad.

9. Deben liberar a los cinco luchadores antiterroristas cubanos, presos políticos en las cárceles estadunidenses: Ramón Labañino Salazar, Fernando González Llort, René González Sehwerert, Gerardo Hernández Nordelo y Antonio Guerrero Rodríguez.

10. El presidente Bush debe extraditar a Venezuela o enjuiciar en Estados Unidos al terrorista Luis Posada Carriles, que se pasea libre en las calles de Miami, llevando sobre su conciencia la muerte de decenas de civiles inocentes cubanos y de otros países.

11. Debe cerrar de inmediato el centro de torturas que creó en la base naval de Guantánamo y cuya existencia defiende todavía hoy pese a la repulsa mundial. Debe devolverle a Cuba el territorio que ocupan ilegalmente, en contra de nuestra voluntad.

12. Debe cesar las presiones contra la comunidad internacional para que apoyen la política de su régimen contra Cuba. No tendrá el apoyo de la comunidad internacional. Como dijo Fidel: Ustedes a Cuba no la tendrán; ustedes tendrían que exterminar a un pueblo entero.

Reaccionamos con indignación; pero con serenidad. No amenazamos, nos preparamos. No alardeamos, no nos jactamos, mantenemos nuestro rumbo. Somos una revolución victoriosa, nos hemos ganado el respeto del mundo.

*Resumen del discurso del ministro de Asuntos Exteriores cubano, pronunciado el 24 de octubre de 2007

Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: Noviembre 1a quincena de 2007