Aquel viernes negro…

En la tarde del viernes 8 de enero de 1988, Carlos y Pedro Restrepo, de 17 y 14 años respectivamente, fueron vistos con vida por última vez en los interiores del Centro de Detención Provisional de Quito. Corría el último año del mandato presidencial de León Febres Cordero… América Latina comenzaba a convulsionarse en medio de la aplicación de políticas económicas neoliberales. En el Ecuador, hacían años que las pesquisas en torno a la persecución de un grupo denominado “Alfaro Vive”, conllevaban a más de una opinión velada.

Por aquella época, y según describe María Fernanda, hermana de Carlos y Pedro, los Restrepo eran una familia apegada a los dictámenes del gobierno de Febres Cordero: acudían a campañas electorales e incluso apoyaban abiertamente al entonces régimen de derecha, a pesar de que algunos nombres figuraban o se habían escuchado bajo el reciente apelativo de ‘desaparecido’ en el pequeño círculo de sus familiares o amigos: René Pinto, Milton Reyes, Consuelo Benavides, Arturo Jarrín, eran tan sólo algunos de los nombres que aparecían bajo la etiqueta de conspiradores, subversivos, o simplemente denominados vergonzosamente como “asalta bancos”.

Aun cuando la detención se realizó por la mañana, apegados a la estricta definición del término, tuvo más en común con el secuestro. Si bien corresponde a una interrupción en el libre tránsito de un ser humano, toda detención contempla algunos privilegios, entre los que figuran el buen trato o trato humano, y el derecho irreductible a contactar allegados o profesionales que el detenido considere idóneos en su resolución. Pudiendo descontarse por parte de los organismos de control el trato caritativo, el derecho a comunicarse es inherente e insumiso.

De acuerdo al cálculo exhaustivo de sus parientes, la “detención” se efectuó entre las nueve y las nueve y media de la mañana por parte de la Policía Nacional. En la tarde, según relatos de testigos, fueron vistos en el Centro de Detención Provisional. Quedando, sino perdidas, al menos si ocultas las diligencias que se llevaron las horas correspondientes al medio día.

Según declaraciones futuras del agente Guillermo Llerena, expresadas en el transcurso de diez años, miembros de la Policía abrían conducido a los dos menores hasta el Servicio de Investigación Criminal de Pichincha, dejándolos en manos del personal del grupo SICP-10. Este último considerado de alto entrenamiento y especialista en la lucha “anti subversiva”, creado ex profeso por León Febres Cordero. Lo cual resulta inexplicable: los dos detenidos, por su condición de menores de edad, tenían más en común con un centro de detención para jóvenes, que con el reducto más apartado del comando policial.

Posteriormente, todo recae dentro de las conjeturas. Algunas versiones hablan acerca de la muerte accidental de uno de los hermanos al ser objeto de tortura, y de la consiguiente eliminación del segundo con el fin de encubrir el hecho. Otros sugieren que los continuos maltratos inflingidos sobre los dos menores, les ocasionaron la muerte. Todo apunta a que fueron torturados y asesinados. Además se sugiere que antes de ser arrojados en el lecho de la laguna del Yambo, a 120 km. al sur de Quito, sus restos fueron desmembrados.

Otro viernes, después de 20 años
Veinte años después, en la tarde del 8 de enero de 2008, un evento es organizado, ya no sólo en conmemoración de los dos hermanos desaparecidos, sino en memoria de algunos más. La lista creció desde el año de 1998, cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al reconocer el crimen de los hermanos Restrepo, reconoció también que en el Ecuador existieron crímenes de Estado. Se menciona el de Fausto Basantes, Juan Delgado, César Garzón, Dukerman Valencia, Juan Carlos Jaguaco, Saúl Cañar, Pablo Jaramillo, Aníbal Aguas, Washington Palma, Mayer Mina, María Lalbay, Paúl Guañuna, Esteban Villacrés, Wilmer Zambrano, José Caicedo, Segundo Olmedo, entre otros.

En el marco del acto, Pedro Restrepo (padre) declaró: “Este es un evento especial para la familia, donde queremos recordar a nuestros hijos, decirles que jamás los olvidaremos a ellos y a su madre; están en nuestro corazón. Al mismo tiempo queremos compartirlo con el pueblo ecuatoriano, por su solidaridad y su apoyo; también queremos dar las gracias a a Rafael Correa, al que la familia reconoce como un líder cívico de los derechos humanos por abrir una puerta a la esperanza: ha sido el único que ha tenido la voluntad política desde el inicio de su mandato por develar este crimen.”

Al respecto, Correa se refirió la Comisión de la Verdad, conformada hace algunos meses, y de la cuál forman parte Pedro Restrepo y la hermana Elsie Monge, entre otros. Correa aseguró que esta instancia no archivará una sola carpeta que impida esclarecer los crímenes contra los derechos humanos que se cometieron en gobiernos pasados. Se espera que con la Comisión de la Verdad, se desclasifiquen documentos de casos ocurridos y considerados crímenes de Estado.