La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle Carreón, Lima, Studium

21 - La guerra inglesa

"Chile jamás habría entrado una sola pulgada dentro de la guerra, si no hubiera sido por el respaldo del capital inglés" agregando: "era un completo error hablar de dicho conficto como de una guerra entre Chile y Perú. . . es una guerra de Inglaterra contra el Perú, con Chile como instrumento. . . Asumo la responsabilidad de esta afirmación". (46).

James G. Blaine, Secretario de Estado de los Estados Unidos en el año 1881 así se expresó en el Senado durante el mandato del presidente James A. Garfield.

El 30 de enero de 1882, el mismo James G. Blaine, en declaraciones al diario "The Washington Post" habló sobre las relaciones de Inglaterra y Chile en la guerra del Pacífico, y declaró que esa república: (47).

"consiguió de Inglaterra acorazados y material de guerra. Los soldados chilenos marcharon hacia el Perú con uniforme de tela inglesa, con fusiles ingleses sobre sus hombros, la simpatía inglesa respaldó a Chile en su conquista y los intereses comerciales ingleses reciben un tremendo impulso del engrandecimiento de Chile".

Seguidamente al referirse a las transacciones que Chile buscaba en ese entonces con Inglaterra sobre el salitre y guano peruanos, expresó: (47)

"Banqueros ingleses proveerán el dinero, comerciantes ingleses efectuarán los negocios, buques ingleses cargarán los productos. Más de 800 barcos están implicados en este negocio". . . La guerra contra el Perú ha sido hecha en pro de los mismos intereses que Clive y Hasting tuvieron en la India".

Para mejor comprender la referencia sobre Clive y Hasting se debe conocer que el primero fue el conquistador de la India a nombre de la East India Company y después de dominar el país, se dedicó a expoliarlo al máximo de sus riquezas. Hasting a nombre de la misma Compañía, desarrolló el cultivo del opio y, a nombre de la cultura, cristianismo y civilización, decretó el monopolio del opio y después de generalizar su consumo en la India, donde hasta con ese producto se pagaban los salarios de la Compañía; a cañonazos la subsidiaria, Sociedad Jardine, Matheson y Compañía impusieron durante el siglo XIX el libre comercio y consumo en la China a través de dos guerras para doblegar la resistencia de ese país a consumir la droga, por eso la referencia a esos personajes implica perfidia, engaño, abuso, prepotencia y brutalidad.

Desde la independencia y antes también, el comercio inglés había sustituido al español en el trato directo con las colonias. Por ese interés económico Inglaterra dio el apoyo simbólico a la emancipación y, cuando ésta se produjo, trató, en compromiso con Estados Unidos, hacerse dueños del comercio continental, situación que no aprobó Estados Unidos, pero tampoco impidió el florecimiento del comercio británico que, como primera potencia marítima e industrial, impuso agresivamente sus condiciones, sea para extraer o adquirir materias primas o vender sus productos.

Cuando surgió la riqueza del guano, los comerciantes ingleses procuraron tener el control de esa riqueza y en mucho lo consiguieron a través de los consignatarios y bonistas, por eso se disgustaron cuando el Perú suscribió un acuerdo con el francés Dreyfus, al perder esa riqueza. La situación se incrementó con el salitre que estaba en sus manos en Antofagasta, aunque Chile ponía los obreros para explotarlo. En Tarapacá se estatizó la comercialización lo cual estuvo en contra de sus proyectos, en cambio Chile les dio todas las facilidades, frente a esa situación, Inglaterra decidió que Chile, por ser quien le daba mayores ventajas fuera elegido para manejar las riquezas y comenzaron a fraguar disculpas: como la inestabilidad del gobierno peruano, sus frecuentes golpes militares, su seriedad en cumplir compromisos como el no pagar la deuda, que es monopolista y, por último, país de indios que no merecen mayor respeto. Se debe tener presente la coincidencia de fechas. El Perú firmó el convenio el 5 de julio de 1869, teniendo como Ministro de Hacienda a Piérola que negoció con Dreyfus y, 1871, cuando se abren los recursos, astilleros y arsenales ingleses al servicio de Chile. El intervalo fue el tiempo que demandó la negociación para aniquilar al Perú.

El gobierno inglés, siguiendo las indicaciones de la City, ubicación de banqueros, comerciantes, especuladores, quienes dictaban la política del imperio y lo siguen haciendo, decidieron jugar a la carta chilena al haber mostrado ese país su entero servilismo al mercantilismo británico, sumisión de las Malvinas de 1982, cuando Chile entregó sus bases y plena ayuda a los aviadores y barcos ingleses para que pudieran, no sólo atacar a la Argentina, sino que bajo la protección del territorio, realizaran labores de espionaje y sabotaje a cambio de dos escuadrones de aviones Hawker Hunter y bombarderos Camberra, quedando pendiente la entrega de un portaviones. Seguramente también está el pleno apoyo a Chile, en caso de algún conflicto de ese país.

Pinochet consideró que eran más positivo para Chile los criterios de expansionismo geopolítico que la dignidad del pueblo chileno y el sentido de solidaridad continental latinoamericana. La colaboración entre Inglaterra y Chile viene desde 1851, cuando la flota inglesa, actuando como policía del gobierno chileno, en época del presidente Bulnes, quien preparó elecciones fraudulentas a favor del candidato Manuel Montt, lo cual motivó la sublevación de los liberales chilenos quienes se hicieron fuertes en Concepción y la Serena. Para combatir dicha revolución, se dispuso el bloqueo de Coquimbo, acción naval ejecutada por los barcos británicos en conjunción con el ejército del general Montt. Como se produjo una nueva sublevación en Magallanes, el nuevo presidente recurrió igualmente a la flota inglesa para doblegar a los insurgentes.

El capitalismo británico, dueño igualmente de la prensa, desató una campaña aleve de desprestigio al Perú, ya el 30 de mayo de 1879 editorializaba el "Times" de Londres: (48)

"En cuanto a las razones de la guerra, no hace mucho que dijimos que estaban de parte de Chile y que los extranjeros neutrales deben concederles sus simpatías. La querella es mercantil y mientras Chile pelea por la libertad de comercio, el Perú ha tomado el partido de la restricción y del monopolio".

Por su parte "The Economist" aplaudía las críticas efectuadas contra el Perú por diferentes articulistas y en especial a las propuestas chilenas de arreglar con los bonistas ingleses la deuda peruana del guano. En el Anexo 11 se presentan fragmentos de un artículo del "Standard" de Londres, traducido y reproducido por el "Mercurio" de Santiago, y en los Anexos 12, 13, 14, 15 y 16, se aprecia la forma parcializada, tendenciosa y tergiversada como Inglaterra presentó a su público diferentes episodios de la guerra, pretendiendo justificar su esbozada agresión al Perú.

Quienes avalaron a Chile ante el gobierno inglés fueron algunas empresas o casas inglesas dedicadas al comercio del salitre mencionándose a Guillermo Gibbs y Compañía, Melbourne Clark, Jorge Smith, J.D. Campbell y Compañía, en especial la primera que sirvió incluso para financiar el espionaje chileno en el Perú y no durante la guerra sino desde años previos a ella, sea en forma directa o a través de los consulados chilenos. Igualmente sostuvo en Londres, que a Inglaterra le interesaba apoyar a Chile por ser el país de mayor eficiencia en la costa del Pacífico sudamericano. Sus diplomáticos mintieron a su público y denigraron al Perú y sus habitantes, incluidas sus altas esferas sociales y terminaron incluso aplaudiendo la posibilidad que Chile se anexaría al Perú como lo expresó el almirante Lyons en 1882.

Una vez comprometida Inglaterra en la guerra contra el Perú, brindó a Chile toda clase de ayudas, abiertas unas, encubiertas las otras. Lo que buscó fue la seguridad de las utilidades de los inversionistas ingleses, por eso, cuando el Perú entra en negociaciones con Turquía para adquirir el "Tehlz-Bolend" o "Fehlz-Bolen", acorazado de magnífica calidad y avanzadas las negociaciones a través de un banquero griego, un marino inglés al servicio de Turquía, Hobbart Baja, inmediatamente hizo un obsequio de más de tres mil libras de oro al sultán y logró influenciarlo para que la operación de venta quedara sin efecto con el pretexto de que el país no se viera privado de una de sus mejores unidades navales.

También Inglaterra encontró la forma de canalizar su apoyo económico a Chile, mediante algunos subterfugios, como la "Noticia Halagüeña" tomada del Boletín de la Guerra: (49).

"UNA NOTICIA HALAGÜEÑA.

De Inglaterra se nos dice que varios jefes de casas relacionados con Chile han hecho un fondo nada despreciable, i lo han invertido en armas para la guerra en que se debaten los derechos i el porvenir de Chile. Esas armas deben haber sido despachadas ya".

"Nuestros amigos de Europa nos envían, pues, los medios de vencer i de mitigar los sacrificios que cuesta la victoria. Con ello dejan empeñadas la gratitud nacional".

En 1880 después de producido el combate de Angamos se edita en Londres un folleto con el informe de los marinos ingleses de la flota que estaba en el Pacífico, constituida por el "Thetis" a cargo del capitán P.V. Stephens y el "Turquoise" con el capitán G. Robinson y al mando del almirante F.H. Stirling y tomando exclusivamente los informes chilenos presentan una versión unilateral de dicho combate y totalmente a favor del país victorioso. Censuran a la "Unión", seguramente por no haberse hundido. Por lo menos reconocen que Grau fue un buen marino.

La Peruvian Guano, empresa inglesa que desde 1876 explotó el fertilizante peruano, pagando ínfima cantidad al Estado por ese concepto, desde el momento que Chile se apoderó de Tarapacá, dejó de pagar un centavo y, no sólo eso, sino que siguió vendiendo el guano que tenía en depósitos en Inglaterra, aunque eran propiedad del gobierno peruano de lo cual nunca dio cuenta y terminó abriendo tratativas y negociaciones directas con el gobierno de Chile. Desde ese momento la Peruvian se mostró renuente a negociar con el Perú y por el contrario, se le declaró hostil.

En Londres se formó un Comité Central con los tenedores de bonos y fueron presididos por M. Croyle quien delegó su representatividad en un aventurero que estaba en Chile, Procter, a quien se aduló y endiosó y él retribuyó con lisonjas a Chile y vituperios al Perú. Terminó acordando que bajo el amparo de la flota chilena, podían recoger cuanto guano desearan de las islas, con lo cual, pagarían deuda e intereses a los bonistas, y a Chile, una libra esterlina por cada tonelada. Exigió que si se llegaba a firmar la paz entre los países beligerantes, Chile impondría que los tenedores de bonos peruanos continuarían explotando el guano, debiendo ser considerados dueños absolutos de las guaneras. Compromiso que fue sintetizado en la frase: (50).

"Si Chile, que hoy, por el derecho de la fuerza, es poseedor de los depósitos de guano del Perú, me permite sacar, sin consentimiento del dueño, cuanto guano pueda, le daré una libra por cada tonelada, y del resto confiad en mi palabra, yo pagaré a los pocos tenedores que coadyuven al robo que perpetre Chile de las riquezas del Perú".

Chile aceptó la propuesta pero solicitó que le dieran libra y media por tonelada. Estas propuestas fueron publicadas por el "Time" de Londres y varios otros periódicos de Europa y América.

Al producirse la emancipación de América latina, Inglaterra realizó todo lo posible para adueñarse de esas colonias en la medida que pudiera lograrlo. Para asegurar las ventajas comerciales logradas, el ministro inglés de relaciones exteriores George Canning, comenzó por reconocer indirectamente a las nuevas repúblicas en 1823 mediante el nombramiento de cónsules para la protección del comercio. Deseosa de consolidar e incrementar esa situación, pero teniendo como rival a Estados Unidos, Canning invitó al presidente de los Estados Unidos, James Monroe, a una declaración conjunta, manifestando la oposición a cualquier intento de intervención de la Santa Alianza en América latina, con lo cual Inglaterra se precavía de la expansión colonialista norteamericana en el nuevo continente. Monroe consideró favorable la idea pero la tenaz oposición de su ministro de Estado, John Quincy Adams, al considerar que había otro poder extracontinental que había que detener, refiriéndose a Rusia dueña de Alaska que, había establecido mediante un úkase, la prohibición de pesca y navegación dentro de 100 millas de sus costas, que motivaron las protestas angloamericanas. Esa situación pesó más en la decisión americana, produciéndose en diciembre de 1823 la declaración de la llamada Doctrina Monroe que, en resumen, dice que Estados Unidos tiene el derecho de intervenir donde mejor le parezca en el íntegro de América, pero que, frente a confrontaciones entre países del continente o agresiones extracontinentales, que cada país se defienda como pueda.

Frente a esa política unilateral de Estados Unidos, Inglaterra se avoca de inmediato a encontrar aliados en el continente para suscribir o desarrollar acciones unilaterales y, el país que mejor se acomodó a sus deseos, fue Chile.

Esa política de obsecuencia chilena determinó que en 1865, cuando la flota española bloqueara Valparaíso, los diarios ingleses protestaran airadamente por tal acción, manifestando que el bloqueo realizado era como si se efectuara en un puerto británico, ya que Chile debía ser considerada como una provincia europea o mejor aún, británica. Así fue el colonialismo británico en Chile, sin embargo, no envió una sola embarcación a enfrentarse a España en defensa de la república mapochina.

Debemos tener presente que los acontecimientos mundiales fueron dirigidos por Inglaterra a través de la presencia de sus mercaderes, quienes procuraban mover al mayor volumen de importación de mercaderías inglesas y exportar a la isla materias primas, con transacciones en libras esterlinas, permitiendo incrementar el comercio exterior. Ya en 1823 Nathan Rothschild manifestó al Selecto Comité de la Cámara de los Comunes inglesa: (51).

"Este país en general es el banco del mundo entero; cualquier transacción en India, en China, en Alemania, en cualquier parte del mundo queda establecido y dirigido a través de este país".
Los ingleses habían jugado a la carta chilena, decretando la derrota peruana, cuando sus negocios decrecieron en el Perú debido a la nacionalización del salitre.

"The Times", el 1 de diciembre de 1862, al comentar las posibilidades para la formación o fusión de nuevos negocios en Inglaterra, que con las empresas que tiene en el país, que son las más (52):

"vastas y más variadas de lo que hubiera podido concebirse por el mayor visionario e incansable de los déspotas... Uno se pregunta qué campos de la actividad han sido dejados a individuos o asociaciones privadas. . . Nada que pueda suministrar placer o utilidad, desde la manufactura y venta de hielo en Liverpool al cultivo del café en los Hill Districts en la India ha escapado de la vigencia de esta organizada corporación".

Justamente ese conglomerado de negocios y bancos que conformaban la City y dominaban económica e industrialmente al mundo, son los que decidieron apoderarse del negocio del salitre peruano y boliviano. A ellos les importaba poco la nacionalidad del propietario, sólo buscaron el provecho utilitario.

Lo anterior está corroborado por las palabras del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile y, al mismo tiempo, accionista de la Compañía Chilena de Salitre, Alejandro Fierro, quien expresó: (53).

"Es de pública notoriedad que el Perú ha edificado su sistema fiscal y consiguientemente el económico de todo el país, sobre la base estrecha y esterilizadora de un monopolio altamente suspicaz y opresivo. Dueño en parte, de los dos abonos químicos que requiere para su fertilidad y producción el suelo europeo, ha pretendido de tiempo atrás de imponer la ley a los agricultores de aquella parte del mundo, sin tener en cuenta que equilibrados como se hallan entre Europa y América la producción y los consumos, aquella como manufacturera y ésta como productora de las materias primas, necesariamente tiene que recaer sobre la última las consecuencias de las carestía artificial que se imponga al producto europeo, ya que está consignado y demostrado que dentro de la ley de la solidaridad económica no hay jamas ni daños ni beneficios parciales. . .

"Quede, pues, constancia, de que efectivamente el conflicto bélico que el Perú ensancha tomando en él indebida participación, reviste todos los caracteres de una gran cuestión de producción, que afecta por su base la condición de las subsistencias en una gran parte del mundo; cuestión en la que el Perú y Chile enarbolan banderas opuestas; la del monopolio explotador aquel; éste el de la producción libre, regular, armónica, que no recargue el costo del producto agrícola en Europa, para no reagravar el precio del producto manufacturado en América".

Se aprecia la profunda defensa que el ministro chileno hace a la economía agraria europea, como si se doliera que los europeos paguen un poco más por el salitre o el guano. Lo que no dijo o ignoraba el señor Alejandro Fierro era que su manifestación solo expresaba una parte del problema y no justamente la mayor, consistente en la industria química que recién nacía y donde los nitratos tenían enorme importancia.

Es necesario tener presente que en esa época Inglaterra estaba en el auge de su poderío económico e industrial, dedicados a invertir grandes sumas en el país y sus colonias, pero igualmente fuera de ellas cuando así les interesaba.

Explotaban grandes depósitos de oro, estaño y plomo en Australia, pero también el estaño lo extrajeron de Malaya, España les proporciona mercurio y hierro y, Estados Unidos fue gran proveedor de materias primas. Cuando necesitaban algo, lo conseguían por cualquier medio, incluso la fuerza, pero prefirieron la diplomacia disimulada, el soborno, la mentira y el engaño.

En ese mundo industrial de creciente mercado interno y exportación, los nitratos comenzaron a crecer en importancia al incrementar el conocimiento de la química aplicada, que les permitió obtener acido nítrico del salitre, el cual a su vez fue utilizado en la preparación de explosivos, en especial el glicerol trinitrato, más conocido como TNT, o nitroglicerina y con ella la preparación de dinamita y que durante muchas décadas fue el más poderoso explosivo y, el control de su producción, brindaba increíbles utilidades. Otras derivaciones fueron los nitrobencenes o anilinas, lo cual revolucionó la industria textil de la cual Inglaterra era el más grande productor mundial, sin mencionar las propiedades de oxidador de metales, como base a la preparación de lacas y es origen de los plásticos. Igualmente se inició la industria químico farmacéutica con la serie de productos nitrogenados, así como el inicio de los productos nitro alifáticos que dieron lugar a los solventes.

Esa industria química inglesa tuvo como principal abastecedor, desde fines del siglo XVIII, a los yacimientos de caliche que descubrieron y explotaron en la India, pero dichas salitreras no fueron de mayor cuantía y rápidamente comenzaron a agotarse, llevando a una disminución y casi paralización de esa creciente industria, por eso, cuando llegó la noticia que en Perú y Bo-livia habían descubierto gigantescos depósitos, los ingleses decidieron inmediatamente hacerlos suyos, que para eso eran los dueños del mundo y, al colocarse el Perú en posición nacionalista en defensa de sus riquezas, fue cuando el consejo económico de comerciantes, y banqueros decidieron la guerra y derrota del Perú, ya que Chile se prestaba a cualquier maniobra por dolosa que fuera.

La situación fluctuante de utilidades o pérdidas por el "Banco de Londres, México y Sud América" a partir de 1868 fue otro elemento decisivo para la guerra. El banco había gozado de prosperidad y bonanza y sus accionistas en Inglaterra cobraban anualmente magníficos dividendos, pero la política nacionalista de Balta orientada al desarrollo nacional mediante la construcción de ferrocarriles de penetración en especial de Lima a Huancayo y de Mollendo y Arequipa a Cusco y Puno, determinaron cuantiosos empréstitos que se pagaban con las riquezas del guano y el negocio del banco floreció hasta que se firmó el contrato con Dreyfus como único agente para la venta del guano en Europa, lo cual alteró la situación, al no ser el "Banco de Londres, México y Sud América" el que manejó el dinero y, la remisión de utilidades procedentes del Perú disminuyen drásticamente, obligando a los directores del banco a buscar nuevas fuentes de ingresos y compensasen las pérdidas de la sucursal peruana, lo cual los lleva a la apertura de una sucursal en Iquique, 1872, y aprovechar la creciente exportación de salitre que se embarcaba por ese puerto. Seguidamente aperturaron otra sucursal en Valparaiso.

La revolución de los hermanos Gutiérrez y crisis fiscal originada por la caída de precios, no sólo del guano, sino otras exportaciones peruanas como azúcar y algodón, determinaron una recesión económica, hasta que se llegó a la quiebra del país en 1876, y con el precio del guano en baja cotización, lo cual produce grandes pérdidas al Banco y las consiguientes protestas de sus accionistas y disminución de confianza del público inglés.

Pese a mantener la sucursal de Lima abierta, sus negocios declinaron y las operaciones se orientaron a favor de Chile, que se presentó como el país con el cual se podrían efectuar mejores negocios, si tuvieran el salitre en sus manos.

Un elemento de trascedencia en la derrota frente a Chile se debió a la pérdida, por parte del gobierno peruano, de créditos y capacidad de financiación frente a los países europeos, en especial Inglaterra, por causa de la irracional e irresponsable política económica, hacendaria de gobierno y diplomática que desarrollaron los diferentes gobiernos peruanos desde el 11 de octubre de 1822, cuando se efectuó el primer préstamo en Inglaterra por la suma de un millón doscientas mil libras esterlinas (£1’200.000) para atender los gastos de la naciente república y la guerra de la independencia, y desde ese desafortunado comienzo, la deuda en una u otra forma y por uno u otro gobierno fue incrementando y por ello hipotecando las diferentes rentas del Perú. Se comenzó en 1822 con las rentas de la Casa de la Moneda y Aduanas en forma preferencial y a partir del año 1842 se continuó con el guano, después siguió el salitre, los ferrocarriles y todo aquello que produjera alguna utilidad, pues los sucesivos gobiernos, en más o en menos se dejaron engañar y robar o permitieron que así sucediera en forma reiterada por los inescrupulosos agentes ingleses y franceses en connivencia con peruanos que solo vieron las arcas fiscales como elementos de lucro personal.

Por parte de Inglaterra, la casa Gibbs inició sus actividades como agente peruano para la venta del guano desde el 19 de febrero de 1842 cuando se suscribió el Contrato para la venta del guano en Inglaterra e intervinieron como contratistas Quiroz y Allier, —fueron los primeros en suscribir un Contrato el año anterior— ademas de Puymerol Poumarroux & Cía y Gibbs Crawley & Cia. En esa fecha, las deudas anteriormente comprometidas fueron consolidadas en nuevos préstamos con grandes ventajas para los prestamistas y sus agentes y total desventaja y pérdida para el gobierno peruano.

Cuando Gibbs, frente a la inicua explotación que realizaba fue sustituido por Thomson T. Bonar y Cia en 1861, protestó y trató de recuperar su posición de agente y al no lograrlo, inició sus intrigas con el gobierno de Chile para despojar al Perú y Bolivia de sus riquezas, brindándole dinero, créditos y servicio de espionaje en sus agencias y sucursales en territorio peruano. No sólo se orientó al guano, sino igualmente al salitre que comenzaba a figurar como la principal riqueza. Inglaterra que siempre defendió los intereses de sus súbditos, sin importarle la honestidad de sus negocios, acreditó a Chile el papel de país cumplidor de sus compromisos y por ello debía hacerse dueño de las riquezas guaneras y salitreras, que como buenos socios sabrían repartir la riqueza entre el león y el ratón.

Al margen de las intrigas anglo-chilenas y los Gibbs como uno de sus agentes y testaferros, fueron los sucesivos gobiernos peruanos los que forjaron y desencadenaron la ruina del Perú, pues con su actuar carente de rectitud y cumplimiento de los compromisos contraídos fueron labrando el descrédito del país ante los gobiernos y fuentes crediticias extranjeras, en especial las anglo francesas, al haberse perdido toda credibilidad, por los desaciertos, engaños y dualidad de comportamiento que en forma irresponsable realizó el gobierno y sus agentes, llegándose al momento que nadie les creía y para resarcirse del dinero comprometido en sucesivos prestamos, ofrecieron ayuda a Chile para que les devolviera el capital e intereses que el Perú no podía cancelar y por el contrario, la deuda incrementaba al ser imposible por parte del gobierno peruano poner en orden la hacienda pública y estimular otras fuentes de riqueza y el país se desenvolviera dentro de una ordenación fiscal que estabilizara el gasto en armonia a los ingresos y no como venia sucediendo, que estos sólo cubrían a no más de dos tercios de los egresos, y que en su mayor porcentaje de más del 65o/o estaban referidos a los ingresos del guano.

22 - North el aventurero

Desde el momento que Valparaíso se convirtió en el principal puerto exportador de salitre en 1860, los intereses anglo chilenos trataron de lograr las mejores concesiones en territorio boliviano. En 1869 llegó a Chile John Thomas North enviado por una firma inglesa para instalar maquinarias. Poco después se retira de la compañía y logró el cargo de Ingeniero Jefe en el ferrocarril de Carrizal en los yacimientos de nitrato Santa Rita. Apreciando que en los campamentos mineros se requería de todo, en especial agua potable, se dedicó a suministrarla, y para ello organizó una flota de barcos cisternas que llevaran el líquido. Apoyado en el éxito, adquirió acciones en la industria del nitrato a la par que se hizo representante de las compañía navieras, decidiendo retirarse a Inglaterra en 1875 convertido en hombre rico.

Al comienzo de la guerra y cuando Chile capturó Tarapacá, North se hizo presente en Iquique y, mostrando su buena fe al triunfador, le vendió uno de sus barcos cisternas y a los otros integrantes de la flota los colocó a su disposición. Al mismo tiempo se asoció con Robert Harvey, quien desempeñaba el cargo de Inspector General de Nitratos del Gobierno Peruano. Harvey inmediatamente se puso a órdenes de Chile y conservó el cargo. El tercer socio fue John Dawson que en varias oportunidades fue el gerente del "Banco de Londres, México y Sud América" en Lima, así como Iquique y Valparaíso. En 1879 estaba de gerente en Valparaíso. En esa forma North logró tener en sus manos la magnífica información que sobre salitre y salitreras le proporcionaba Harvey y el dinero del Banco por medio de Dawson, incluso este último, trató que el Banco adquiriera bonos y acciones, en especial aquellas que aún pudieran encontrarse en Lima. Como el desarrollo bélico se presentara por demás favorable, el gobierno chileno, cumpliendo su compromiso con el gran capital inglés y sus socios, en Santiago, el 11 de junio de 1881, por decreto reconoció la plenitud de los derechos de los propietarios de minas, bonos y acciones. Harvey que pasó de un gobierno a otro con el mismo cargo de Inspector General conoció anticipadamente la intención del gobierno chileno de reconocer la propiedad de los bonos, entonces, con sus socios, incrementaron las compras por las cuales pagaron centavos y, al darse el decreto, resultaron dueños de inmensas cantidades de salitreras, por lo cual, en forma inmediata formaron diversas compañías en Londres para la explotación conjunta de la nueva riqueza o venderles las salitreras a precios magníficamente encarecidos, iniciándose el auge increíble de las transacciones de salitre en la bolsa londinense.

En 1886 quedaron tres grandes empresas dueñas del salitre, las tres organizadas por North: Compañía de Nitrato de Liverpool, Compañía de Nitrato Colorado y la Primitiva Compañía de Nitratos. En 1888 se hicieron dueños de la mayor parte de las acciones de la Compañía Ferrocarrilera de Nitratos que, al ser la única, usufructuó a su antojo el monopolio. Posteriormente fundaron el "Banco de Tarapacá y Londres" que resultó el centro bancario en el negocio de nitratos.

Como corolario de esta situación, cuando el presidente Balmaceda trató de nacionalizar la riqueza salitrera, como lo hizo el Perú, los ingleses fomentaron y financiaron una revolución que lo llevó a suicidarse en 1891.