Pues si lo hizo, y la Casa Blanca recordó al instante que existe un orden jurídico mundial. Resultó gracioso escuchar como el secretario adjunto de Estado norteamericano Nicolas Berns exigía a los serbios respetar el Derecho Internacional después que EEUU días antes, pisoteara las principales normas jurídicas mundiales al reconocer la independencia unilateral de Kosovo.

Causó asombro escuchar expresiones de condena a una situación que se desarrolló precisamente en la forma que la Administración de EEUU estableció de antemano.

El argumento principal de EEUU es que Kosovo es un caso único y especial.

Si eso es así, los recientes desórdenes en Belgrado también fueron un caso excepcional. El incendio sin precedentes de una embajada estadounidense como respuesta a la independencia única de Kosovo.

Y no vale la pena hacer ninguna comparación o expresar temores de que podrán repetirse otras situaciones de independencia, o que otras embajadas extranjeras podrán se incendiadas. Eso no va a ocurrir, porque se trata de un caso ú-ni-co.

Repetimos en otras palabras el sentido de este juicio porque es más que provechoso. Al condenar los actos de repudio en Belgrado, EEUU protestó porque parte de su territorio, como lo es su embajada, se intentó ocupar por extraños e incluso causar daños. El funcionario estadounidense recordó la convención de Ginebra sobre la inmunidad diplomática y desde el punto de vista legal, Berns tuvo razón.

¿Y porqué no recordar los estatutos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que garantizan la integridad territorial de los países soberanos?

Al reconocer la independencia de Kosovo, Washington de forma abierta cometió un acto de violación de la soberanía y la integridad territorial de Serbia.

¿Porqué protestar entonces, si estudiantes serbios cometieron actos análogos en relación a la embajada de EEUU? Como dirían los físicos, se cumplió la ley de Newton de acción y reacción. O respuestas simétricas como a veces, citan los diplomáticos.

Muy probablemente, para los estadounidenses fue desagradable y humillante mirar cómo los manifestantes serbios quemaban la bandera de su país.

Actualmente, en EEUU se recuerda muy poco los incendios de los templos ortodoxos de los serbios en Kosovo. La CNN muy pocas veces enseña a la audiencia norteamericana los actos de barbarie que también cometieron los grupos armados albano-kosovares en esa conflictiva región.

Al respecto, fue interesante notar cómo cambiaban los comentarios de los periodistas en relación a los sucesos de la embajada estadounidense en Belgrado.

Inicialmente los comentadores citaron a "miles de manifestantes" y posteriormente, sobre las mismas imágines los locutores hablaron de "puñados de nacionalistas". ¡Cómo les molesta a los estadounidenses reconocer sus propios errores!

Como también les molesta a los demás, incluso a los rusos, pero es que en los últimos años EEUU ha cometido actos antidemocráticos e ilegales de profundo calado en la palestra internacional.

De ser cometidos en el territorio estadounidense, ese tipo de delitos pueden ser castigados con penas severas como la cadena perpetua y la pena de muerte (cámara de gas, silla eléctrica o inyección letal).

A propósito de la pena de muerte, algunos sectores sociales cuestionan la calidad de democracia que puede enseñar un país que practica la pena de muerte en 35 de sus estados. ¿En donde comenzó el derrumbamiento del Derecho Internacional? Pues en la misma Serbia con los bombardeos de Belgrado en 1999 y después con la guerra contra Irak promovida por EEUU.

Traducidos a conceptos análogos en el lenguaje penal, los bombardeos de Belgrado y la invasión de Irak pueden ser catalogados al menos como atraco a mano armada y asesinato.

Según las leyes de los estados de Arkansas y Texas, la patria chica de los dos últimos presidentes de EEUU responsables de la guerra ilegal en Yugoslavia e Irak, esos delitos se castigan con la pena de muerte.

Pero en su casa, los presidentes estadounidenses no cometen actos de ese tipo y se comportan como caballeros muy decentes.

Esos presidentes tocan saxofón, montan en bicicleta, tienen amantes en sus despachos o sencillamente se caen de los sofás conservando siempre las normas del decoro.

En el léxico político de los dos últimos presidentes hay frases favoritas que los mandatarios emplearon mucho antes de emprender cada guerra:

"Estado Unidos ha recibido la misión de garantizar..." y según la coyuntura, añadían la frase de turno, "la libertad del pueblo de Kosovo", "la libertad del pueblo iraquí", "la paz y la prosperidad", "la democracia en todo el mundo".

Aunque ninguno de los presidentes en ningún momento precisó quién fue el que encomendó a EEUU empezar la guerra en Yugoslavia o en Irak.

Estos son detalles que el ciudadano estadounidense no presta atención hasta la muerte de alguno de sus parientes en las guerras que comienzan sus presidentes.

Y como hasta el momento en Kosovo no ha muerto ningún estadounidense, la opinión pública estadounidense no se inquieta por saber quién encomendó a EEUU ayudar a la mayoría albanesa de Kosovo y hasta qué punto los albano-kosovares tienen razón.

Si resulta que los albano-kosovares pidieron a EEUU intervenir en Kosovo, no se puede descartar que también sean invitados por los vascos, los catalanes, los corzos, e incluso la población de habla francesa de Quebec, que se siente incómoda en Canadá y está muy cerca.

Los que no tienen opción de la ayuda estadounidense son los kurdos que viven en Turquía, porque para la Casa Blanca, el separatismo que se siente en el territorio turco es malo...

Tras los daños ocasionados en su embajada en Belgrado, Estados Unidos hizo el correspondiente reclamo y en respuesta, recibió una nota oficial de las autoridades serbias. Para parte de la población serbia, esa nota fue vana porque las autoridades no tuvieron nada que ver en ese asunto. Así como Gobierno serbio no pudo defender la integridad territorial del país, tampoco pudo proteger la embajada que les confió el Gobierno estadounidense.

Las autoridades de Serbia no son responsables de los daños ocasionados a la embajada de EEUU en Belgrado.

Para muchos, ese Gobierno ha perdido toda legitimidad porque no pudo emprender ninguna medida para defender la integridad de su territorio. Ante una situación como la ocurrida, dispersar a la población resentidos con mucha justicia hubiese sido una acción más que vergonzosa.

La responsabilidad por la profanación de la bandera y los daños en la embajada estadounidense en Belgrado recae antes que todo en el presidente George W. Bush y su antecesor Bill Clinton y todo el séquito de funcionarios que ayudaron a la creación del mito sobre la exclusividad de la situación en Kosovo.

Fuente: Ria Novosti, 29/ 02/ 2008.