Ante la falta de una asepsia adecuada (procedimiento para preservar de gérmenes infecciosos el organismo) en los quirófanos del Hospital de Traumatología Magdalena de las Salinas, Claudia Pacheco Hernández, de 26 años, contrajo la bacteria pseudomona, en su variante neumococo, lo que le provocó una neumonía que la llevó a la muerte casi tres meses después de su ingreso. Las autoridades de dicho nosocomio habían recibido constantes quejas sobre la mala atención que recibía la paciente.

El 19 de marzo de 2007, Claudia sufrió un accidente vial en el municipio de Texcoco. A bordo de una motoneta, chocó contra una camioneta que conducía Edgar Díaz Hernández. Permaneció inconsciente más de 10 minutos y sufrió fracturas múltiples en pierna y mano derecha, además de pérdida cutánea en la extremidad inferior afectada.

Claudia fue llevada al hospital de la Cruz Roja en Ecatepec, estado de México; sin embargo, la madre, Teresa Hernández, pidió que fuera trasladada al Magdalena de las Salinas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el Distrito Federal, ya que la víctima era derechohabiente. La paciente ingresó al hospital sólo con una fractura de tibia y peroné en la pierna derecha y un dedo de la mano derecha fracturado.

El IMSS es el principal sistema de seguridad social en México y atiende a 40 millones de derechohabientes en sus clínicas y hospitales ubicados en todo el país, para lo cual cuenta con un presupuesto anual que supera los 179 mil millones de pesos.

Teresa Hernández dice que su hija permaneció dos días en urgencias, donde se le practicó debridación (extirpación del tejido dañado) en la pierna derecha, para quitarle la piel destrozada y poder realizarle un injerto. El 22 de marzo la paciente fue subida a piso, lugar en el que, por más de un mes, la prepararon para llevar a cabo la cirugía.

Claudia entró a quirófano a las nueve de la mañana del 20 de abril y salió hasta las 10:30 de la noche con un agudo dolor de cabeza. La paciente le dijo a su madre que la habían tirado de la camilla y eso le había provocado una “enorme bola” junto al oído izquierdo.

Luego de la operación, dice Teresa, su hija se quejaba de un fuerte dolor de espalda y cabeza. El personal sólo le proporcionó hielo para aminorar la molestia. Además, asegura que fue en el quirófano donde contrajo la bacteria pseudomona, que le provocó una grave infección en todo el cuerpo que derivó en una neumonía, lo que finalmente le ocasionó la muerte el 3 de junio.

Teresa explica que uno de los doctores del hospital, luego de la muerte de su hija, le dijo que la bacteria pseudomona aerugina encuentra un terreno fértil de cultivo en los hospitales donde la limpieza y asepsia no son exhaustivas ni adecuadas. Como fue el caso, agrega, del quirófano donde fue intervenida Claudia.

Teresa Hernández asegura que, durante la estancia de su hija en el nosocomio, tres personas más murieron a causa de neumonía provocada por la misma bacteria. Todas las pacientes estaban ubicadas en el quinto piso del hospital.

Se solicitó una entrevista con las autoridades del IMSS, pero al cierre de la edición no hubo respuesta.

Árbitro cómodo

El caso de Claudia es uno entre los 1 mil 18 que recibió la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) de enero a septiembre de 2007 contra el IMSS. Se trata de quejas interpuestas por ciudadanos por malas prácticas médicas o deficiente atención. En 2006 ingresaron 737 denuncias; en 2005, 842; en 2004, 783; en 2003, 662; en 2002, 627; en 2001, 845 y en 2000 fueron 1 mil.

La Conamed es un órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, creado en 1996 para contribuir en la preservación del derecho a la protección de la salud, así como mejorar la calidad en la prestación de los servicios médicos. Para reclamar la reparación del daño, o el reembolso de gastos, los derechohabientes o sus representantes tienen dos años para presentar su queja ante la comisión, contados a partir del momento en que se identifica la mala práctica médica.

La vida de Claudia fue valuada en 147 mil pesos por las autoridades del IMSS. El avalúo fue respaldado por la Conamed, luego de que el instituto reconociera haber incurrido en malas prácticas médicas. Es el IMSS quien propone al afectado, conforme a la tabulación de la Ley Federal del Trabajo, la suma de dinero que se le entregará a título de compensación por el daño causado o por reembolso de gastos. A la fecha, Teresa no ha recibido el dinero.

Desde el momento que presentó la queja ante la Conamed –asegura–, el personal de la comisión parecía abogar más por el IMSS que por los familiares de la víctima.

—Ahí defienden los intereses del Seguro Social, no los de los afectados –lamenta–. Luego de todo el sufrimiento que ya padecimos, tanto la familia como los pacientes…

No hay quinto malo

Claudia murió con un gran hueco en la espalda producido por los doctores que la intervinieron, ya que –por los niveles de hemoglobina que registraba– hasta en cinco ocasiones se le intentó adherir el injerto de carne y piel en la pierna derecha sin éxito. Todo el músculo que se le pretendía injertar era extraído de la espalda.

La madre dice que el hueco que presentaba Claudia en la espalda fue un factor que propició que la neumonía se le complicara al grado de llevarla a la muerte.

Teresa asegura que el día que murió su hija sólo había un médico en terapia intensiva y una enfermera por cada dos pacientes, así que al momento que se complica el estado de salud de Claudia, no había quién la atendiera. Murió con los pulmones destrozados por la neumonía.

Negligencias en todo el país

Casos como el de Claudia no son aislados. En Ciudad Juárez, Chihuahua, María Guillermina Salinas, de 48 años, encontró la muerte luego de que le practicaran una operación de hernia hiatal y vesícula. Le perforaron el estómago y el pulmón, lo que le provocó que los jugos gástricos se esparcieran por todo el cuerpo.

La hernia hiatal es una afección en la cual una porción del estómago sobresale dentro del tórax, a través de un orificio que se encuentra ubicado en el diafragma, la capa muscular que separa el tórax del abdomen y que se utiliza en la respiración.

El 24 de octubre de 2007, Guillermina se sometió a la cirugía en el hospital general de zona número 35. A cargo de la operación estuvo el doctor Fernando de Jesús Hernández. Al termino de la misma, la paciente fue subida a piso, pero se quejaba de un dolor agudo en el vientre y tenía problemas para respirar. El personal médico creía que era alguna complicación del asma que la aquejaba desde hace más de 22 años.

Guillermina fue intervenida cuatro veces más. En la segunda, que fue exploratoria, el doctor se percató de que el estómago estaba perforado; sin embargo, en esta cirugía le lastimaron el pulmón, lo que provocó que el material gástrico entrara al órgano.

Diana Pérez, hija de la víctima, dice que fue hasta la tercera operación cuando se le hizo una limpieza interna para tratar de retirar la materia gástrica, que ya estaba esparcida por todo el cuerpo. En una cuarta intervención el médico detectó un absceso “gigantesco”, que le provocó un desangramiento.

—El doctor nos dijo que ese absceso ya tenía varios días y no entendía por qué el médico que la había operado antes no lo había visto.

El 19 de noviembre le realizaron la quinta cirugía, una vez más exploratoria. Sin embargo, por ser día festivo, había poco personal en el hospital y no trabajaban en laboratorio ni las personas encargadas de llevar a cabo los estudios médicos. Sin estudios previos, la intervención sólo sirvió para que el médico corroborara que el corazón y el riñón ya no funcionaban bien y era cuestión de horas para que Guillermina muriera.

La presencia de jugos gástricos en el cuerpo le provocó un choque séptico y un colapso pulmonar, así como fallas orgánicas múltiples, que la llevaron a la muerte el 20 de noviembre.

La familia Salinas se quedó sin el sustento principal, ya que Guillermina trabajaba para mantener a sus dos hijos de 15 y 22 años, así como a su esposo, quien es diabético y cuenta con un trabajo de medio tiempo que le da un ingreso de 700 pesos semanales.

La señora Guadalupe Rodríguez, de 45 años, vivió la misma situación que Guillermina: la operó el doctor Hernández de la hernia hiatal y vesícula. Murió el pasado 3 de diciembre en las mismas circunstancias, dejando dos hijos huérfanos. Su esposo había muerto un año antes. Guadalupe era el único sostén de la familia.

Revista Contralínea / México

Fecha de publicación: 2a quincena Febrero de 2008

Testimonios del “derecho a la salud”

“Mi hijo sufrió la muerte por una desatención o desconocimiento del tratamiento a seguir por el médico de guardia que estuvo el día que ingresó al hospital. Padecía una enfermedad de nombre deficiencia renal crónica e ingresó por un fuerte dolor de cabeza. La doctora de guardia no se dio cuenta que había sufrido, al menos, un infarto hasta después de 30 minutos de estaren el hospital. Trató de reanimarlo pero fue demasiado tarde.”

Lenin Morales Soto

“El pasado 17 de diciembre operaron a mi sobrino, de cuatro meses de edad, a corazón abierto en el hospital Siglo XXI. El cirujano intervino sin que el niño haya estado en ayuno, lo que provocó que dentro del quirófano broncoaspirara. Hasta el día de hoy se encuentra en terapia intensiva debatiéndose entre la vida y la muerte.”

Érika Pérez

“En marzo de 2007, mi hijo de cuatro meses de edad perdió la vida por un efecto postvacunatorio. Durante el tratamiento cambiaron tres veces el diagnóstico y por ende el manejo médico, porque no querían decir que fue a consecuencia de las vacunas aplicadas en este instituto”. Después de la muerte del bebé, Adriana fue visitada por dos personas, una trabajadora social y un epidemiólogo, quienes querían que les fuera entregado el carnet del niño porque ahí se encuentran anotadas las vacunas que le fueron suministradas, cuenta la madre.