El gobierno tailandés se puso en contacto con Cambodia, Laos, Myanmar y Vietnam para unir en un cártel a los principales países exportadores de arroz. El objetivo del cártel, inspirado en el modelo de la OPEP a la que pertenecen los principales exportadores de petróleo, parece ser aumentar las ganancias y disminuir a la vez la competencia entre sus miembros.

El arroz tailandés ya triplicó su valor en el transcurso de un año. Resulta difícil evaluar el impacto de a creación de ese cártel para China y la India (que exportan muy poco arroz, a pesar de ser los principales productores de arroz). En todo caso, un alza de precios a nivel mundial desviaría automáticamente la producción hacia la exportación. La India –para proteger su mercado interno– ya prohibió la exportación de arroz no basmati (el basmati es un tipo de arroz de calidad superior que se cultiva para la exportación).

Varios países asiáticos critican duramente el proyecto de creación de un cártel arrocero pues temen que contribuya a la generalización del hambre. Por su parte, las autoridades tailandesas señalan que ellas no tienen la menor responsabilidad en la crisis mundial de los alimentos, cuyas principales causas son las transformaciones agrícolas estructurales impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial; el alza coyuntural de los precios de los fertilizantes (derivados del petróleo), consecuencia de la guerra de los anglosajones en Irak; y el desvío de importantes áreas cultivables hacia la producción de biocombustibles para Occidente.