El descongelamiento de los hielos y la ampliación de la temporada de navegación por los mares que durante el invierno se cubren de hielo, permiten hablar de las perspectivas de acceso a los yacimientos naturales y recursos biológicos que yacen en el Océano Glacial Ártico.

Actualmente, la mayoría de países vecinos a la región del Ártico han desplegado intensas actividades en esa zona. Cada uno se esfuerza por reafirmar sus posturas de cara a posibles disputas sobre la soberanía de las aguas árticas, la plataforma marina y los recursos que allí se encuentran.

El profundo interés que actualmente suscita el Ártico es evidente porque existen muchos factores. El descongelamiento de los hielos permitirá la navegación permanente por la denominada Ruta Marina del Norte (RMN), una vía de transporte estratégica entre Europa y Asia.

La puesta en marcha de la RMN (así sea con la ayuda de buques rompehielos en la temporada de invierno) será un acontecimiento que podrá superar la importancia que tuvo en su tiempo la apertura del canales de Suez o el canal de Panamá tomados en conjunto.

La intensa actividad científica y económica desplegada en el Ártico, también ha despertado la atención de los militares cuyas obligaciones incluye la defensa de los intereses de cada uno de sus países en el caso de posibles conflictos. A partir de estas consideraciones, es posible pronosticar las contradicciones que pueden surgir en la defensa de esos intereses.

El control sobre los yacimientos naturales, especialmente los hidrocarburos encabezan la lista debido al aumento continuado de sus precios en el mercado mundial. Los yacimientos de petróleo y gas que se encuentren en aguas neutrales pueden ser objeto de contenciosos, y en momentos críticos, las disputas pueden extenderse a los campos de hidrocarburos que se encuentren en las zonas de exclusión económica (200 millas).

El asunto será cuál será el precio límite del barril de petróleo y el millar de metros cúbicos de gas que restringa a los países interesados reconocer el libre y equitativo acceso a los recursos naturales del Ártico.

El interés que tiene el Ártico en lo referente al trasporte también es importante. Cabe recordar que la RMN es el trayecto más corto entre Europa Occidental y el Sudeste Asiático. El buque que tome esa ruta, digamos, desde Holanda al Japón deberá recorrer una distancia de al menos 14.000 kilómetros.

Al mismo tiempo, el trayecto Holanda-Japón por el Océano Indicó a través del Canal de Suez y el Atlántico es de 20.000 kilómetros. O sea 24.000 kilómetros si se opta por la ruta a través del Océano Pacífico y el Canal de Panamá.

Estas rutas cortas son aplicables exclusivamente a buques relativamente pequeños, porque los de mayor calado, al no poder cruzar por Suez o Panamá, deberán bordear toda la costa de África recorriendo cerca de 27.000 kilómetros.

Un recorte tan pronunciado de distancias (de entre 6.000 y 13.000 kilómetros) tiene interés en el caso de que la RMN sea navegable durante todo el año, si aumenta considerablemente el tránsito de buques, y en consecuencia, se produce un sensible crecimiento económico de los puertos en los territorios adyacentes.

En este caso, Noruega y Rusia serán los países más beneficiados porque las rutas de navegación pasarán a lo largo de sus costas.

El incremento de la navegación marítima implica el desarrollo de la infraestructura costera a todo lo largo de las rutas y muy especialmente en su parte intermedia, es decir, entre el mar de Kara y el estrecho de Bering que comprenden los territorios más habitados.

Esto implica también el reforzamiento del control militar y fronterizo de la región con el objetivo de garantizar la navegación libre, y también combatir problemas característicos de las rutas mercantes como el contrabando, pesca ilegal, piratería y otros.

Además, se impone la necesidad de reforzar la defensa de los puertos, que también se convierten en objetivos importantes desde el punto de vista militar. Por primera vez, los apartados territorios árticos tendrán interés como objeto de posible colonización.

También es importante recordar los recursos biológicos del Ártico. El aumento de la población mundial plantea el aumento de los volúmenes mundiales de pesca, incluso en las latitudes norte. Los conflictos, relacionados con la pesca en los mares septentrionales son ya frecuentes. Al respecto, la prensa mundial dedicó amplios comentarios sobre el incidente de los pesqueros rusos cerca a la isla noruega de Spitzberg. Los expertos también recuerdan la "Guerra del Bacalao" entre Inglaterra e Islandia. Es evidente que con el aumento de los volúmenes de pesca y la ampliación de los sectores de captura el número de esos conflictos se incrementará en el futuro.

Al valorar las perspectivas de los países de la zona ártica, Rusia tiene recursos e instrumentos para defender sus intereses y ampliar su influencia en la región polar porque en comparación con otros países, tiene ventajas considerables.

Rusia controla la mayor parte de la RMN y cuenta con infraestructura vital a lo largo de su recorrido, incluidas ciudades y puertos que pueden servir de base para su posterior desarrollo.

Durante muchos años, Rusia realiza un programa continuo de investigaciones científicas polares incluso con estaciones flotantes sobre el hielo, lo que ha permitido la recopilación de información exclusiva de esa región.

Además, Rusia cuenta con una poderosa flota de rompehielos incluidos los nucleares que facilitan la travesía de barcos en solitario o de caravanas de buques en condiciones extremas.

Finalmente, en la zona del Ártico, Moscú tiene una presencia militar importante. Para garantizar la defensa de sus intereses en esta zona, cuenta con la Flota del Norte, base de elementos clave de su Armada de Guerra.

El potencial militar de la Flota del Norte de Rusia es superior a las fuerzas militares dislocadas en la zona por el resto de países.

Fuente: Ria Novosti, 16/ 05/ 2008.