País multinacional, multiétnico y pluricultural, son algunos de los conceptos que a partir de los años 90 el movimiento indígena ecuatoriano enarboló como bandera de lucha. Algunos conceptos se recogieron en la Asamblea Nacional Constituyente de 1998 y hoy han vuelto a reactualizar el debate.

Muchos de los sectores de la derecha ecuatoriana han puesto el grito en el cielo cuando la CONAIE, la FEINE, la FENOCIN y la FEI han mocionado que al Ecuador se lo declare como Estado plurinacional. Son los mismos sectores de la oligarquía cuya intención es el separatismo disfrazado de autonomías, como es el caso de la Confederación Latinoamericana de Instituciones Autonómicas de la cual forma parte la élite guayaquileña y santacruceña en Bolivia.

Históricamente, lo que se conoció como el imperio Incaico, el Tahuantinsuyu, fue conformado por tribus, ayllus, confederaciones de tribus, lo que más tarde se conocería como pueblos y nacionalidades.
Una de las políticas que tuvieron los Incas fue respetar y asimilar la cultura del vencido, contrario a los conquistadores españoles que con la ley y la espada, trataron de desaparecer las culturas ancestrales e impusieron una política de explotación, esclavismo y expoliación, la misma que aún continúa hasta nuestros días.

En el Ecuador no ha existido conciencia de clase, el regionalismo logró fracturar aún más el estado-nación a fin de que la burguesía agroexportadora de la Costa y terrateniente de la Sierra siguiera dominando con mentalidad feudal hasta que irrumpió en el imaginario social el movimiento indígena, cuyo mayor logro fue visibilizar al indio y poner a discusión temas fundamentales como su cosmovisión y visiones particulares de la economía.

Frente al discurso de la plurinacionalidad, la derecha, enemiga del cambio, se aferra con uñas y dientes a la ecuatorianidad, la misma que hasta no hace mucho consideraba que el indio ni siquiera tenía alma y que era poco menos que un burro de carga, alimentando así el racismo.

El planteamiento del movimiento indígena no es nuevo, pensemos en la desaparecida Unión de Repúblicas y Soviéticas (URSS) la cual se constituyó como unión de naciones y grupos étnicos afines bajo el amparo de la ideología visionaria de Lenin, que logró convertirla en una potencia mundial.

Ciertos académicos postmodernos que hoy se baten en retirada, se rasgan las vestiduras intentando hacer creer a la opinión pública que de declararse el Ecuador un estado plurinacional estaríamos a las puertas de una suerte de balcanización, pero lo que no dicen es que la guerra en los Balcanes respondió a intereses del capitalismo y el imperialismo norteamericano y europeo.

Reconocer al Ecuador como un Estado plurinacional es reconocer los derechos territoriales de los pueblos y sus nacionalidades, sus formas de subsistencia y su soberanía alimentaria, su arte y su cultura, sus derechos de propiedad intelectual en sus conocimientos ancestrales, su derecho a la autodeterminación, a la posibilidad de que se le consulte a la comunidad sobre los hechos trascendentales del Estado, etc., es decir que por fin el Estado los incluya en la toma de decisiones para construir una patria libre, soberana y socialista.

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