Hace más de un año publicamos un reportaje acerca de la actividad literaria de dos internas del Centro de Rehabilitación Social Femenino de Quito; explicamos cómo el arte, entintado de esperanzas y de sueños, les ayudaba a soportar la desesperanza y la pesadilla de estar privadas de su libertad.

En aquel tiempo, la ilusión nos acercó a la certeza de que se podía conformar un taller literario dentro de este Centro de Rehabilitación; pero la ilusión se desvaneció entre las rejas y las murallas, entre la indiferencia y la burocracia de las autoridades competentes…

Sin embargo, Claudia Duque no cesó de abrazar sus sentimientos y de hechizarlos en un papel; Claudia no cesó de acariciar su pasión: la poesía…

Así surgió ‘Alas al viento’, un poemario que viajó más allá de la desdicha y del dolor que supone estar prisionera; así nacieron estos versos que abanican futuros anhelos, mientras le cantan al amor y su contraparte, la soledad.

“En estos momentos difíciles de mi vida, he reencontrado su rumbo y sentido; ojalá estos poemas puedan mostrar una pequeña parte del dolor y el amor que estoy sintiendo.
Quizás en la soledad no está el dolor, tal vez en el olvido sí; la muerte misma es el olvido, por esta razón dejo estas palabras, para no olvidar que aun en los momentos más terribles, el espíritu humano puede sobreponerse y mostrar lo mejor de sí”, manifiesta Claudia.

La publicación del libro es una colaboración de la Escuela Politécnica del Ejército, y su vicerrectorado de investigación y vinculación con la colectividad; además, ‘Alas al viento’ tiene otro gran aliado: Ciro Salcedo, guía penitenciario que está convencido de que el arte puede ayudar a una rehabilitación social integral; por ello apoya toda manifestación creativa de los internos y los impulsa a seguir adelante, pese a la desazón, al pesimismo y a la rutina del encierro.

Ciro ilustró las páginas de este poemario; Ciro es otro enamorado del arte…

‘Alas al viento’: ¿hasta dónde puede volar la libertad en un libro? Seguramente la magia está en el proceso, en entintar los sentimientos cada día; en morir y renacer en cada verso…

Encerrada

Consiento mis sentidos,

me deleito en ellos,

para olvidar la mordida de la rata.

Atravieso la muralla,

solo a veces…

cuando me dejas traspasarla.

Me arrincono en la trinchera,

pero parece que sigo en el centro,

el crujir del cierre de la puerta

retumba en mis oídos,

carcome mi alma.

Ya no lo escucho… no le pongo cuidado,

adormezco el oído.

Pero al alma…

¿a ella cómo la callo?

¡Cómo le digo que no llore más!

Espera… ¿recuerdas el arco iris?

Afuera también llueve.

Las cortinas tapan las rejas,

y una flor de plástico

me recuerda la primavera,

al andén en la calle.

Quiero salir corriendo,

mis músculos se paralizan.

Espera… ¿recuerdas el arco iris?

Afuera también llueve

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