Los ministros de Trabajo de los países de la Unión Europa logran un acuerdo para ampliar la semana laboral hasta 65 horas semanales, por encima de las 48 horas que rigen actualmente.

Esta resolución la alcanzan luego de seis intentos y cuatro años de forcejeos y negociaciones, que fueron liderados por Inglaterra y secundados por Francia e Italia; varios otros países se abstuvieron en la votación. En ella se privilegia los acuerdos entre el trabajador y el empresario individualmente.

La ministra eslovena de Trabajo y presidenta de turno del Consejo, Marjeta Cotman, declaró que el acuerdo alcanzado "ofrece protección para los trabajadores y trabajadoras y flexibilidad en la ordenación del tiempo de trabajo". El incremento de la jornada a 65 horas está sujeto a la aprobación de Parlamento Europeo, quien deberá hacer una segunda lectura y decidir sobre este tema.

Pese a que esta resolución establece que el trabajador deberá aceptar y firmar ‘voluntariamente’ el acuerdo con el empresario, no cabe duda de que se verán forzados a aceptarla, por temor al despido. Aún más se señala, que se podrá superar las 60 y 65 horas de trabajo semanales si hay un “acuerdo entre los interlocutores sociales o si así lo establece el convenio colectivo”.

Los Estados comunitarios no estarán obligados a calcular juntas las horas de empleo efectivo o de espera, en lo que respecta a los trabajadores de guardia. Por ejemplo, las horas de trabajo de los médicos o los bomberos solo podrán ser consideradas si atienden un paciente o apagan un incendio; el mismo análisis media para las horas de guardia (o de espera), éstas pueden ser no consideradas como parte de la jornada laboral. Para que esto sea reconocido deberá constar en la legislación de cada país.

Además, el acuerdo alcanzado establece que los descansos compensatorios puedan concederse en un periodo de tiempo razonable. Lo que es un ‘periodo razonable’ se definirá también en cada país según la legislación nacional; esto es en convenios colectivos o en un acuerdo entre empresarios y trabajadores.

Los trabajadores europeos han rechazado esta resolución por considerarla un retroceso en relación a sus derechos alcanzados, varios comentarios se refieren a señalar como una regresión al siglo 19, donde los trabajadores cumplían 12 y 14 horas de trabajo diario, con bajos salarios y sin las posibilidades de tiempo de ocio y de recuperación de la fuerza de trabajo. Algunos de esos cometarios señalan que “solo falta nos pongan unas cadenas y nos aten a los pocos árboles que quedan...”

La vieja Europa se hunde en un mar de contradicciones y de la crisis capitalista. Elevar la jornada de trabajo, vulnerar los derechos de los trabajadores, abrir la legislación para la superexplotación de la fuerza de trabajo, congelar sus salarios, elevar los tiempos de jubilación, tiene como propósito sostener las tasas de ganancia de los monopolios y empresarios europeos, sostener su pobre desempeño económico amenazado por la expansión de los capitales chinos y de otras potencias.
Esta medida no es más que otra muestra de la decrepitud del sistema capitalista, de lo insalvable de su crisis, de la necesidad de su superación por la sociedad de los trabajadores verdaderos productores de la riqueza social y sujetos activos del cambio.

Es un hecho que la reacción organizada de los trabajadores vendrá con fuerza conforme se empiece ha hacerse práctica esta medida.