Sin embargo, en la presentación en la Cámara de Diputados de los tres supuestos encargados de asegurar el orden y concierto de una nación, Juan Camilo Mouriño, de Gobernación; Eduardo Medina Mora, de la Procuraduría General de la República, y Genaro García Luna, de Seguridad Pública, el primero nos alertó acerca de algo que muestra por qué vivimos el deterioro actual.

Mouriño –el cuestionado funcionario debido a sus contratos con Pemex– dijo que no existe la certeza de que el gobierno pueda garantizar la seguridad pública. Ahora está claro que debemos seguir con los nervios crispados, aumentar las alertas y evitar cualquier trayecto peligroso. En síntesis, que el deber fundamental del Estado (cuidar a la población) será algo aleatorio, sin sustento.

Claro, para lograr dar una mediana eficacia, señaló el trío aludido, es indispensable dotar de más recursos a las dependencias a su cargo, inyectarle más dinero al casi inútil Centro de Investigación y Seguridad Nacional, esperar que haya una limpia amplia de policías –algunos, involucrados en todo tipo de actos delincuenciales, como lo demuestran las recientes capturas de bandas de secuestradores– y, seguramente, rezar para que la morenita del Tepeyac cumpla un nuevo milagro, aunque a últimas fechas debe estar harta de tantas peticiones, pues ni la selección de futbol logra los marcadores esperados ni los mafiosos aztecas dejan sus actividades: en lugar de disminuir sus acciones crecen sus redes en Argentina, Chile, Estados Unidos y hasta Italia, como supimos recientemente.

De los 75 compromisos adquiridos hace unos meses, hasta el momento se avanza en cinco, dijo Medina Mora.

En cuanto al acto terrorista cometido en Morelia, Michoacán, hay incertidumbre ¿Y si la matanza fue para atemorizar y luego desatar la represión en el país? La especulación hace que todo se vea bajo el cristal personal o grupal. Máxime en una nación que no ha dejado de lado su polarización por muchas cuestiones, especialmente la electoral de hace dos años. Por lo tanto, lo que necesita el país son certezas; parece que nadie las proporciona en estos tiempos tan líquidos, como asegura que vivimos el investigador Zygmunt Bauman.

En Michoacán, por cierto, está la cosa difícil. Que el gobernador Leonel Godoy afirmara, después de la masacre, haber recibido amenazas varias y no tender un dispositivo de seguridad es, cuando menos, irresponsable. Pero según informaciones en diferentes medios, en los 16 principales municipios del estado, “La Familia” controla casi todo; algo nada extraño: por eso se inició la “guerra”, hasta ahora perdida, de Felipe Calderón.

Todo parece sin sentido, mostró el panista Obdulio Ávila, al reclamarle a Mouriño la necesidad de pactar con la nación y hacer una política realmente de Estado, no como hasta ahora. Y hasta las albiazules, María de los Ángeles Jiménez y Dora Alicia Martínez, censuraron a los oficialistas.

El PRI dijo que la situación en seguridad era deficiente, demagógica y desordenada. El PRD calificó la presentación de la triada como algo sin sentido.

Estamos en momentos que el auge del crimen se entrelaza con las bajas expectativas económicas (en este renglón, México crecerá, si acaso, 1.9 por ciento el año próximo, debido a la prolongada crisis de Estados Unidos). Y esto puede traer un coctel más explosivo que el de Morelia. Por lo tanto, urge un pacto realmente de unidad, pero no sólo entre el poder Ejecutivo y los partidos, sino en el cual participe toda la sociedad. Y en el mismo se incluyan sanciones a los corruptos, criminales de muchos tipos (abusadores de servicios y quienes alzan precios sin medida) y a los que no cumplen la ley. ¿Será posible?

Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 15 de Octubre de 2008