La concreción de la nueva Constitución se ha iniciado. Son los pueblos quienes entran en escena, esta vez para poner en marcha los derechos y garantías que la nueva carta política establece. Hay, sin embargo, quienes pretenden ponerle trabas, cortapizas, bajo la tradicional visión del ejercicio del poder. Y habrá de seguro quienes pretendan distorsionar su real significado, utilizarla para atacar al gobierno y, por tanto, al proceso de cambio.

Respecto a lo primero, algunos hechos han marcado el inicio de este nuevo proceso político. En la Amazonía, la actitud frontal de los indígenas para impedir que se inicien los trabajos para la explotación de petróleo en su zona, tiene que ver con el ejercicio del derecho a decidir que la nueva Constitución establece. Más allá de las dificultades que ello pueda generar en el gobierno, lo que interesa es que esta acción ha demostrado que existe la conciencia de que los pueblos son importantes y tienen derecho a ser escuchados, a participar de las grandes decisiones del Estado, sobre todo si afectan a su vida. Significa que existe la claridad de que nadie podrá imponer por la fuerza una decisión sin la consulta y participación de los sectores sociales involucrados.

Los estudiantes secundarios han salido nuevamente a las calles, a decir presente, a mostrar su decisión enfrentar con firmeza este reto de participar como actores políticos de primera línea en los asuntos del Estado. Se oponen a la posible elevación de los pasajes y exigen la emisión por parte del Ministerio de Educación del carné que conquistaron en medio de su lucha.

El otro hecho tiene que ver con la educación gratuita, sobre todo en la de tercer nivel. La más grande Alama Mater de nuestro país ha resuelto aplicar sin más trámite el derecho de sus estudiantes a ingresar gratuitamente. La Senplades ha reaccionado poniéndole obstáculos a este proceso, pero el ambiente que se vive es de optimismo, puesto que se ha comenzado a mirar las realizaciones que implica la vigencia de la nueva Constitución. Y las acciones continuarán.

Sin embargo, hay que estar claros de que lo que corresponde en este escenario a los pueblos es una actitud consecuente con el proyecto de cambio. No se puede, a pretexto de exigir los derechos de la nueva Constitución, hacerle juego a la derecha, que no desperdiciará oportunidad para desestabilizar, para conspirar.

La acción de los pueblos tiene que ver con respaldar el cambio, con involucrarse de manera decida en él, y para ello es necesario combatir a la derecha, continuar desenmascarándola, pues ahora tratan de cambiar de careta. Busca disfrazarse de "ciudadanía independiente" para atacar a las fuerzas progresistas.

Construir la unidad y participar en la construcción de un proyecto de realizaciones y nuevas conquistas es una obligación para quienes buscan el cambio.