De la Administración saliente, Obama recibe una herencia muy complicada en materia de política exterior y de un golpe, no será posible desembarazarse de todos los problemas, porque en política internacional, países como EEUU no pueden dar virajes repentinos.

Hará falta cierto tiempo, y el asunto será cuánto tiempo necesitará Obama para reconsiderar los conceptos de su Gobierno sobre Rusia.

EEUU debe reconsiderar sus posturas con respecto a Rusia porque esto ya lo ha hecho Europa y sin un ajuste de estrategia hacia el Viejo Continente, Washington difícilmente podrá sostener su influencia y prestigio.

Seguramente Barack Obama será mejor presidente que George W. Bush porque ser peor que Bush es algo imposible.

Incluso el senador republicano John McCain, teniendo en cuenta su biografía y plataforma política, seguramente también sería mejor que Bush, aunque hay que reconocer que estos planteamientos son más bien reacciones emocionales.

En política, las cosas son diferentes, en algunos casos es poco con ser bueno, y se dan ocasiones cuando ser malo es insuficiente.

El interrogante ampliamente difundido sobre qué será mejor para Rusia, Obama o McCain, se oculta una visión muy limitada de un asunto que en realidad es más complicado.

En realidad, lo que Rusia necesita es que el presidente que asuma el poder en EEUU se ponga al día con la realidad y que la Casa Blanca al fin aprenda a ver, escuchar y comprender lo que está pasando en el mundo.

Independientemente de la forma en que se analice la Administración de Bush-hijo, en lo que se refiere a Rusia, parece que él y Condoleezza Rice no pudieron salir de los esquemas que imperaron en los tiempos de Ronald Reagan.

De esta forma EEUU quedo rezagado de un mundo que ha cambiado vertiginosamente, y ahora, le corresponde alcanzar a Europa, Asia y a Rusia.

Todos los países del mundo marchan hacia delante, mientras que EEUU sigue apostando a que es una potencia monopolista de exclusividad mundial.

La nueva Administración estadounidense debe considerar a Rusia de otra forma porque ya no se trata de la Rusia tambaleante de Borís Yeltsin, ni la Rusia en vías de recuperación de Vladímir Putin, sino una Rusia totalmente nueva.

La Rusia nueva no aspira a restablece una ideología imperialista o recuperar "zonas de influencia".

Sencillamente, Rusia está reafirmando sus intereses nacionales de acuerdo a su importancia económica y geopolítica en el mundo por el perímetro de sus fronteras, lejos de ellas, y en cualquier punto de los dos hemisferios.

La Rusia nueva, no es aquella Rusia que se dejó engañar con que la OTAN no se ampliaría a costa de los países del bloque socialita, las repúblicas bálticas, Ucrania y Georgia.

En muchas ocasiones Rusia dio muestras de buena voluntad y confianza. Actualmente, el balón se encuentra del lado de EEUU, y en consecuencia, debe convencer a Moscú de sus buenas intenciones y no lo contrario.

Rusia sabe muy bien que es lo que no quiere de Obama. Moscú no quiere que Obama siga los juegos nucleares de Bush en la República Checa y Polonia donde planea emplazar su sistema de defensa antimisil dirigido contra Rusia.

Los argumentos de que el sistema es una respuesta a la amenaza iraní ya no convencen a nadie, y recientemente, Medvédev declaró que Moscú responderá al DAM de EEUU con el emplazamiento de misiles Iskander en el enclave ruso de Kaliningrado.

Rusia no quiere que Washington en el perímetro de su frontera siembre régimen con políticos marionetas como Saakashvili. ¿Por qué EEUU no permite que cada país decida su propio destino?

Rusia no quiere que el papel de la ONU sea remplazado por la OTAN en el futuro y que las bases del Derecho Internacional no se rectifiquen según "circunstancias" como ocurrió en Kosovo y Yugoslavia.

Rusia no quiere un progreso ficticio en las negociaciones sobre la estabilidad estratégica, la no proliferación de armas de aniquilamiento masivo y aspira a que se establezca un clima de trasparencia en las negociaciones en torno al DAM en Europa.

Es mucho lo que Moscú no quiere de Obama, pero Rusia no está del todo segura sobre lo que el nuevo presidente estadounidense se dispone hacer.

Es evidente que los estadounidenses no van a renunciar a su idea del liderazgo global, pero la situación actual los obligara a redistribuir sus fuerzas en la arena internacional optando por una cooperación más estrecha con Europa, China y Rusia para solucionar muchos problemas mundiales.

Moscú y Washington no tienen que ser aliados y tampoco adversarios, y si Obama lo quiere, Rusia y EEUU pueden establecer un nivel de interrelación estable a partir de la reducción de armamento.

Podemos ponernos de acuerdo sobre un nuevo tratado global sobre la reducción y el control de armamento nuclear en sustitución del Tratado sobre la reducción y limitación de las armas ofensivas estratégicas (START-1) cuyo plazo expira en diciembre del año próximo.

Semejante tratado puede ser firmado en el verano u otoño boreal de 2009.

Obama puede elegir entre lograr un nuevo régimen de control de armamento y la cooperación con Rusia en asuntos como Irán, Corea del Norte y la renuncia al DAM en Europa.

O optar por una variante menos optimista, que prevé la agudización de las relaciones bilaterales entre Rusia y EEUU que pueden empeorarse todavía más si Washington tutela el ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN.

Aquí cabe recordar que la reciente guerra del Cáucaso tuvo un efecto positivo. Este conflicto obligó a muchos en Occidente a comprender que la expansión de la OTAN hacia las fronteras sur de Rusia amenaza con desestabilizar seriamente las relaciones entre Rusia, Europa y EEUU.

La paliza que recibió Saakashvili fue la última advertencia de que el mundo ya cambió y no es posible encerrar a Rusia con regimenes marionetas.

Cuando Medvédev habla que Rusia tiene intereses privilegiados con sus países vecinos está describiendo las mismas relaciones que tienen otros países, por ejemplo, las relaciones entre EEUU e Inglaterra.

La esencia que encierran las palabras de Medvédev, y que pueden considerarse como mensaje a Obama es simple.

No es posible atentar contra la seguridad regional y las fronteras de Rusia con provocaciones como la aventura georgiana o el DAM en la República Checa y Polonia y al mismo tiempo declarar que EEUU está dispuesto a cooperar con Moscú en el fortalecimiento de la seguridad estratégica y global.

Semejante postura hipócrita, característica de la política de Bush y Rice ya son inadmisibles y a Moscú le gustaría que en política exterior, Obama de un giro y cambie de forma radical su actitud hacia Rusia, de lo contrario, no habrá negocio.

Fuente: Ria Novosti, 18/ 11/ 2008.