Por: Msc. Mariana Pallasco*

La Unión Nacional de Educadores (UNE – Nacional) tiene su propuesta de “Educación para la Emancipación”, la cual es un trabajo colectivo de maestros, estudiantes, padres de familia, organizaciones sociales y de quienes requerimos el cambio urgente.

Nuestra propuesta, que está concretada en un proyecto educativo editado en texto desde el 2004 y reactualizado en el 2008, viene ganando respaldo en la práctica docente, como una propuesta innovadora que supera el conductismo, el constructivismo, la teoría de la inteligencias emocionales, las famosas competencias por el concepto del “Aprendizaje-Desarrollo”, es decir, del individuo por ser el social que trabaja en función de la transformación de su entorno.

Los maestros y maestras unionistas, democráticas, de izquierda y revolucionarios, que hacemos educación desde las aulas de las escuelas públicas, hemos venido analizando y confrontando lo que han significado las políticas educativas de los distintos gobiernos, las mismas que hoy se reflejan en los resultados catastróficos en la educación, pues una educación alejada de la realidad social y que no trabaja por resolver las necesidades y contradicciones fundamentales de una sociedad, siempre fracasará.

Una propuesta liberadora

Surge de los maestros de base, de los maestros unionistas, de los explotados, de los trabajadores del campo y la ciudad, de los niños, de los padres de familia, con pensamiento patriótico, de avanzada; nace de la iniciativa y creatividad de quienes buscamos el cambio, la revolución y una sociedad justa y equitativa, pues la Patria aún no es de todos.

La nueva Escuela propuesta por la UNE, la Asociación de Facultades de Filosofía, la Universidad Central, los Estudiantes Secundarios y Universitarios, se va construyendo con el aporte de cada uno de sus actores, es decir, no es una propuesta acabada, peor aún con recetas pre-establecidas.

Esta nueva Escuela no es esquemática, establece orientaciones generales y pone en juego el desarrollo de la iniciativa y creatividad de los actores, esencialmente de los maestros. La Escuela para la Emancipación no ata el pensamiento, lo desarrolla.

Esta propuesta está permitiendo generar un gran movimiento de maestros que se arma cada día de la ideología, la teoría y el conocimiento científicos, que procuran llevarlo a la práctica en la enseñanza de las ciencias y en la formación y desarrollo de la personalidad de los niños, jóvenes y profesionales, haciéndolos reflexivos y críticos pero sobre todo transformadores de su entorno y, a la vez, de su propia vida.

La Escuela Nueva privilegia el desarrollo del pensamiento íntimamente ligado a la relación social del ser humano, en confrontación al individualismo, eje de las propuestas tradicionales. Es una Escuela que parte del análisis de los problemas sociales reales, que establece la metodología de la “Situación Problémica” y el “Proyecto en el Aula”.

Hemos tenido gratas experiencias en relación a los niños y jóvenes incorporados a la problemática social, de su institución, de su barrio, de su provincia, nacional e internacional, ya no son los meros receptores de información, sino que se convierten en los generadores de esa información, y constructores de su conocimiento colectivo, en minga, en trabajo social, y en la participación directa en la búsqueda de las soluciones.

Esta propuesta apunta a no tener niños, jóvenes y profesionales indiferentes con los problemas de la sociedad, del medio ambiente, la explotación, la pobreza, el acontecer político social, sino protagonistas de su formación, e íntimamente ligados con la práctica social.

La Escuela para la Emancipación une el proceso científico del aprendizaje-desarrollo al de TEORÍA-PRÁCTICA. Sostiene la unidad dialéctica “Actividad-Conciencia” (Leontiev), el desarrollo del conocimiento ligado a la actividad social, la conciencia ligada con la práctica social. Entonces, depende de la actividad que realice el ser humano el desarrollo de su conciencia, y está a un nivel elevado “la convicción”, la cual le hará luchar contra la injusticia y la inequidad.

Así, el maestro rompe con el estereotipo creado por la escuela tradicional, rígido, imponente, autoritario, sabelotodo; cambiándolo por el de guía, acompañante, mediador, que tiene la obligación de prepararse más, porque guiar es más complejo que dictar; debe ser diseñador del proyecto de vida de sus estudiantes, no un simple reproductor de un currículo o listado de contenidos o la famosa “malla curricular”, amigo en lugar de represor, líder en su aula, en la institución, en la comunidad y en la vida política nacional.

El niño, el joven, el profesional, no es más considerado un saco vacío que hay que llenar, o un libro en blanco donde hay que escribir; es protagonista de su desarrollo pero en colectivo, aprende a actuar en equipo, en conjunto, desarrolla la creatividad y la iniciativa en relación y respeto a los demás; aprende solidaridad, aprende que siendo más somos más fuertes, rescata su esencia individual con relación a los demás, transforma su entorno, influye en sus semejantes y al mismo tiempo se transforma a sí mismo.

Estamos convencidos de que la Escuela para la Emancipación es la propuesta que alcanza razón y fuerza en las entrañas de nuestro pueblo, surgió de él y avanza a paso firme en el camino a una Educación Liberadora.

*Magister Mariana Pallasco, Secretaria de Comunicaciones de la Unión nacional de Educadores.