Por: Eco. Luis Morales *

El desarrollo del conocimiento científico y técnico ha servido para satisfacer solamente las expectativas económicas y ambiciones ilimitadas de sus únicos dueños, los países desarrollados (léase G7, con Estados Unidos y Japón a la cabeza), las empresas transnacionales (ETN), “representantes de una porción diminuta de hombres y mujeres del planeta”, en quienes ha surgido con ímpetu y ambición un voraz apetito de dominio del hombre contra el hombre.

En la actualidad, alrededor de 37.000 ETN, con aproximadamente 170.000 filiales distribuidas en todo el planeta, acaparan más de la mitad de la producción mundial, controlan las reservas energéticas y las fuentes de materias primas, tienen un cuasi monopolio de la tecnología y de la investigación y concentran su producción en sectores estratégicos. De las políticas que adopten estas multinacionales dependen muchas veces la producción y el empleo de un gran número de países, de tal manera que la mayor parte de países y regiones del planeta centran su política económica en un desarrollo exógeno.

Así, los países denominados centrales, industrializados o desarrollados “han tomado el control y la hegemonía de la economía mundial en función de producir bienes de capital, tecnología de punta y conocimiento científico”; mientras que, en el “lado obscuro del planeta”, los llamados países periféricos, del tercer mundo o subdesarrollados, productores de materias primas, mano de obra barata (¿esclava?) y productos primarios, se debaten en la más profunda crisis, sea esta económica, política, moral, social….

El Gráfico I explica el grado de “interrelación forzada” que, a propósito del desarrollo científico y técnico, se establece entre los países desarrollados y los subdesarrollados.

Cada vez más, la brecha tecnológica va acrecentándose entre países ricos y países pobres, como consecuencia del “intercambio desigual y combinado” de la producción económica. Fundamento de la famosa y “milenaria” “Teoría de la Globalización de la Economía mundial” que, bajo el espectro del neoliberalismo, sataniza al planeta. Política neo-imperial, a la sombra de un nuevo y “metamorfoseado” Estado: el “ESTADO CORPORATIVO”, que excluye y margina absolutamente al ESTADO NACIONAL en la toma de las decisiones económicas y de su participación en las mismas; donde la producción de bienes y servicios, su distribución, consumo y fijación de precios, son regulados por las ETN, los monopolios económicos y las oligarquías del país y del mundo, disfrazándose en el libre mercado, como si éste por sí solo pudiese regularse; convirtiendo al Estado Nacional en un gendarme anti-popular, que con sus instituciones de seguridad y de represión avasalla a su propio pueblo, a sus hermanos, a sus hijos.

En el Gráfico II se presenta un análisis comparativo del papel del Estado Corporativo en el contexto de la interrelación países desarrollados vs. países subdesarrollados.

El “Estado Corporativo” ha sido, precisamente, el cónclave a través del cual los países, especialmente los subdesarrollados, soportan las consecuencias de las imposiciones económicas del capital transnacional. El grado de miseria que caracteriza a los mismos ha sido el arma letal que está acabando con miles de personas, conduciendo a la destrucción de las economías tercermundistas, las que, atadas a una deuda externa que cada vez se torna más impagable, se convierten, lenta y progresivamente, en una bomba de tiempo que, sin duda alguna, está por estallar.

Así, mientras un sector de la humanidad convive con la ciencia y su producción, a una inmensa mayoría de los pobladores del planeta apenas le quedan fuerzas para luchar contra el hambre, la desnutrición, …la muerte.

Tan solo echemos una mirada a lo que ocurre en el Congo (ex-Zaire), Uganda, Etiopia, India, Pakistán, Brasil, Haití, Colombia, o Ecuador mismo.

No obstante, siendo el fenómeno de la pobreza una forma de dividir artificialmente a la sociedad humana entre aquellos que viven por sobre el nivel de consumo, medido en términos de opulencia, y aquellos que no alcanzan dicho nivel de consumo, medido en términos de necesidades insatisfechas, la línea divisoria entre ser pobre y no serlo depende de una serie de consideraciones, económicas, sociales, políticas y aún culturales.

Por tanto, no es el tiempo en que para existir y mejorar nuestras condiciones de vida, precisamente se deba: cultivar un huerto, comprar en grandes cantidades, aprender a conservar los alimentos, criar algunos animales y mantener una buena higiene, como lo sugiere la teoría del consumismo; si no, tal vez...

* Economista. Catedrático de la
Facultad de Administración de la Universidad Central del Ecuador.