Una abierta confrontación ideológica y política vive el país en el actual proceso electoral. Es un proceso distinto, nuevo, diferente, porque aparte de que se eligen en esta primera vuelta las principales dignidades en el marco de una nueva Constitución, la correlación de fuerzas es favorable para las posiciones democráticas, patrióticas y de izquierda. Hoy esta tendencia es mayoritaria y se proyecta a alcanzar un nuevo triunfo.

Sin embargo, esta proyección sustentada en las últimas encuestas establece que existen grandes diferencias entre el apoyo que recibirían, por un lado, la candidatura del presidente Correa y, por otro, el que tienen las listas de asambleístas de PAIS.

La intensa ofensiva ideológica y política de la derecha y el imperialismo está articulada en los grandes medios de comunicación y protagonizada por dispersos pero activos grupos de derecha, que compiten entre sí por destacarse en el ataque al Gobierno y a la izquierda. Es un coro altisonante que enfila su acción a la tergiversación, a la deslegitimación de los cambios hasta hoy producidos, que recurre y recurrirá a la campaña sucia, a los falsos rumores que crean nerviosismo e incertidumbre, como la supuesta llegada de contenedores con una nueva moneda que sustituiría al dólar.

El objetivo central de esta ofensiva es golpear lo más que se pueda la figura del presidente Correa, y crear, a su vez, desconfianza y merma de respaldo a las listas para asambleístas.

Es decir, la derecha, que también da por descontado el triunfo de Correa, busca que éste no tenga los niveles de votación de elecciones pasadas. Pero, sobre todo, le apunta a la posibilidad de lograr varios escaños en la nueva Asamblea Nacional, desde donde asegurar un espacio para la conspiración y obstaculización del proceso de cambios que vive el Ecuador.

Es evidente que si la derecha alcanza esos propósitos solo puede ser a costa de reducir los puestos parlamentarios que hoy mayoritariamente están constituidos por el Movimiento PAIS y el Movimiento Popular Democrático, MPD.

Para la izquierda, y particularmente para la izquierda revolucionaria, es imperativo en este proceso afirmar en el pueblo la confianza en sus propias fuerzas, en la posibilidad y necesidad de profundizar los cambios, de no retroceder ni ceder un solo espacio a la derecha y al imperialismo, de contar con un número importante de representantes parlamentarios que mantengan firmes las banderas de los intereses de los trabajadores y los pueblos, que en definitiva sirvan para garantizar esos cambios.

Las fuerzas patrióticas y populares tienen como antecedente inmediato una destacada actuación en la Asamblea Nacional Constituyente, una firme y consecuente posición en defensa de los intereses de la educación, de la salud, de la seguridad social; situación que se ha reiterado en el actual ‘congresillo’, en el cual han defendido la soberanía, los recursos mineros, los intereses de los asegurados al IESS, entre otros aspectos. Pero, además, porque tienen una propuesta coherente y acorde con las actuales necesidades del país y de los pueblos.

No cabe duda de que el debate y la confrontación que vivimos enfrenta a las viejas ideas y prácticas del capitalismo y la burguesía, con la perspectiva de cambios revolucionarios, de la instauración de la Patria Nueva y el Socialismo.

La izquierda debe y puede crecer, la clave está en continuar combatiendo a la derecha y al imperialismo en todas sus expresiones y en todos los espacios donde se presenten.