Extra, 21-9-1992

En olor de multitud.- Gentes de todas las clases sociales, de todos los matices de piel que posee nuestro país, marcharon por las céntricas calles de Miraflores manifestando su anhelo de ver el reino de la paz instalado en el Perú. Cierto que a través del destierro definitivo de la violencia. Por eso, hombres y mujeres, de cabellos rubios y frentes cetrinas, altos y bajos, de vestir elegante y humilde, confundidos en el recuerdo a los mártires caídos por el terrorismo, elevaron sus vivas y lemas, sus esperanzas transidas de dolor sincero y hambre convicta porque el Perú deje de ser escenario donde la vida no valga. Donde cada día que pasa es el recuento sobre quién o cuántos murieron. Después del 12, el pueblo ha recuperado el optimismo. Y así lo sintieron las miles de personas que estuvieron en Miraflores.

Abrazo simbólico.- Los alcaldes de Villa El Salvador, Rodríguez, y de Miraflores, Andrade, saludaron a la ciudadanía desde el balcón municipal, ante el aplauso cerrado de los asistentes. Ambos líderes, de dos barrios duramente castigados por la demencia criminal, han demostrado que el Perú sí es una posibilidad y que su historia merece la respuesta imaginativa de sus hijos. Ambos conceptos, de los que hablara en su libro autobiográfico Jorge Basadre, se dieron cita en la jornada cívica de ayer. Podemos aniquilar al terrorismo y pacificar al país y somos capaces de lograr que nuestra tierra sea albergue y refugio, para que nuestros hijos estudien, trabajen e impulsen un país por los grandes derroteros del mundo moderno. Con paz, integración continental y democracia.

Soldados de la causa.- Acompañando militantemente la marcha por la paz, se vio a los ex parlamentarios Manuel Moreyra y Fausto Alvarado; a Francisco Diez Canseco, presidente del Consejo por la Paz, artistas, escritores, periodistas, empresarios, canillitas, policías, vendedores ambulantes, comerciantes, hombres, niños y mujeres de todo Lima, plenos de alegría por la nueva etapa que se abre en la historia patria.

Tengamos en cuenta.- Que hace apenas una semana, 1509, el sanguinario adalid de SL, rumia sus reflexiones pseudo-filosóficas tras las rejas. Sus costumbres y vicios ya son de conocimiento nacional. Con razón el dicho popular reza: “No todo lo que brilla es oro”. Que el sábado, las huestes terroristas atentaron contra los vecinos de Los Sauces, lugar en que fuera capturado, sin pena ni gloria 1509; que dos policías fueron asesinados y que mañana o en cualquier momento, estos individuos, proseguirán su labor disociadora y letal y que en Miraflores, en la marcha popular no hubo miedo y apenas vigilancia policial prudente, porque el pueblo ha reivindicado el coraje y las ganas de decir su voz inspirada de patriotismo constructivo y de promesa de porvenir. Que la organización de la marcha fue un ejercicio de aficionados y que muchos miles más pudieron haber llegado para acompañar el cortejo que sancionara, por voluntad sagrada y democrática de la ciudadanía, la muerte del miedo y la reivindicación de las mejores tradiciones pacíficas del pueblo peruano.

Por eso.- Lo que ocurrió ayer no fue solamente una movilización. Fue una respuesta, un gesto, una actitud, una conducta, la misma que en todo el país, de ahora en adelante, será norma y principio, para arrinconar a los profesores huecos de la violencia. Acaso, algún historiador futuro, verifique, en la jornada de ayer en Miraflores, la génesis de una nueva etapa de lucha del pueblo peruano en su reconquista de la libertad y la esperanza. Después de la infausta experiencia de la guerra con Chile, en 1879, sin líderes, con la improvisación por norma; de la eclosión social de los años 30 y la división que segmentara al Perú, hoy en 1992, hemos encontrado una pista para el mañana, de un porvenir que dejar a los que vienen, en el terreno de la paz y el desarrollo sin sacrificio de la libertad individual y cautivos, eso sí, de la esperanza que se llama Perú.

titre documents joints