(Toque de trompeta). Esto me gusta. Muchas gracias. Muchas gracias. Creo que el Congreso necesita una de estas trompetas. (Risas). Suena muy bien. Suena como si Louis Armstrong estuviera ahí. (Risas).

Buenas tardes a todos. Es un gran honor para mí estar en Accra y hablar ante los representantes del pueblo de Ghana. (Aplausos). Estoy profundamente agradecido por la bienvenida que he recibido, igual que Michelle y Malia y Sasha Obama. La historia de Ghana es rica, los lazos entre nuestros dos países son fuertes y me enorgullece que ésta sea mi primera visita al África subsahariana como presidente de los Estados Unidos de América. (Aplausos).

Deseo agradecerles a la Sra. Presidenta de la Cámara y a todos los miembros de la Cámara de Representantes que sean nuestros anfitriones hoy. Deseo agradecerle al presidente Mills su excepcional liderazgo. A los ex presidentes: Jerry Rawlings, al ex presidente Kufuor, al vicepresidente, al juez jefe del Tribunal Supremo; muchas gracias a todos por su extraordinaria hospitalidad y por las maravillosas instituciones que han establecido aquí en Ghana.

Estoy hablando ante ustedes al final de un largo viaje. Empecé en Rusia para una cumbre entre dos grandes potencias. Viajé a Italia para una reunión de las principales economías del mundo. Y he venido a Ghana por una sencilla razón: El siglo XXI será configurado no sólo por lo que habrá de suceder en Roma, Moscú o Washington, sino que por lo que ocurra también aquí en Accra. (Aplausos).

Esta es la simple verdad de una época en la que las fronteras entre los pueblos se ven abrumadas por nuestras conexiones. Su prosperidad puede contribuir a expandir la prosperidad de América. Su salud y seguridad pueden contribuir a la salud y seguridad del mundo. Y la fuerza de su democracia puede ayudar a avanzar los derechos humanos de personas en todas partes.

Es por ello que no veo a los países y los pueblos de África como un mundo aparte; veo a África como una parte fundamental de nuestro mundo interconectado – (aplausos) – como asociados de los Estados Unidos en beneficio del futuro que todos deseamos para nuestros hijos. Esta asociación debe estar basada en responsabilidad y respeto mutuos, y es sobre esto que deseo hablarles hoy.

Debemos empezar con la simple premisa de que el futuro de África depende de los africanos.

Digo esto conociendo perfectamente el pasado trágico que algunas veces ha atormentado a esta parte del mundo. Después de todo, llevo en mí la sangre de África, igual que mi familia, (aplausos), la historia de mi familia incluye tanto la tragedia como los triunfos de la historia africana en general.

Algunos de ustedes saben que mi abuelo fue un cocinero de los británicos en Kenia, y si bien fue un anciano respetado en su aldea, sus empleadores lo llamaron “muchacho” durante una gran parte de su vida. Estuvo en la periferia de la lucha por la liberación de Kenia, pero aún así estuvo brevemente encarcelado durante los tiempos de la represión. En su vida, el colonialismo no era simplemente la creación de fronteras artificiales o condiciones comerciales injustas; era algo que se experimentaba personalmente, día tras día, año tras año.

Mi padre creció arreando cabras en una pequeña aldea, a una distancia imposible de las universidades estadounidenses donde vendría a obtener una educación. Alcanzó la mayoría de edad en un momento de extraordinaria promesa para África. Las luchas libradas por la generación de su propio padre dieron vida a nuevos países, empezando aquí mismo en Ghana. (Aplausos). Los africanos se estaban educando y se imponían en nuevas formas, y la historia estaba en marcha.

Pero a pesar del progreso realizado – y hubo progresos considerables en muchas partes de África – sabemos también que una gran parte de esa promesa queda todavía por realizarse. Países como Kenia tenían una economía per cápita mayor que la de Corea del Sur cuando yo nací. Estos países quedaron muy atrás. Partes del continente africano han sido devastadas por enfermedades y conflictos.

En muchos lugares, la esperanza de la generación de mi padre se tornó en cinismo, hasta en desesperación. Es fácil acusar y culpar de estos problemas a otros. Sí, un mapa colonial que no tenía sentido ayudó a fomentar los conflictos. Muchas veces el Oeste se dirigió a África como patrocinador o fuente de recursos, en lugar de socio; pero el Oeste no es responsable de la destrucción de la economía de Zimbabwe durante la década pasada, ni de las guerras en que se recluta a niños como combatientes. Durante la vida de mi padre, fue en parte el tribalismo, el patrocinio y el nepotismo de una Kenia independiente los que descarrilaron su carrera, y sabemos que este tipo de corrupción sigue siendo un hecho diario en la vida de demasiadas personas.

Pero sabemos también que ésta no es toda la historia. Aquí en Ghana, ustedes nos muestran una cara de África que el mundo pasa por alto demasiadas veces al ver solamente tragedias o una necesidad de recibir caridad. El pueblo de Ghana ha trabajado arduamente para establecer la democracia sobre una base más firme, con repetidas transferencias pacíficas de poder aún en elecciones estrechamente reñidas. (Aplausos). Y a propósito, puedo decir que por eso la minoría merece tanto reconocimiento como la mayoría. Con un gobierno mejorado y una sociedad civil emergente, la economía de Ghana ha registrado tasas de crecimiento impresionantes. (Aplausos).

Este progreso puede no presentar el drama de las luchas de liberación del siglo XX, pero téngase la seguridad de que por último será más significativo; ya que igual que es importante salir del control de otros países, es incluso más importante crear un país propio.

Creo, por lo tanto, que este momento es tan prometedor para Ghana y para África como el momento en que mi padre alcanzó la mayoría de edad y surgieron nuevos países. Este es un nuevo momento de gran promesa. Sólo que esta vez, hemos aprendido que no serán gigantes como Nkrumah y Kenyatta los que determinarán el futuro de África. En cambio, serán ustedes quienes lo determinarán: los hombres y las mujeres del parlamento de Ghana (aplausos); la gente que ustedes representan. Serán los jóvenes rebosantes de talento y energía y esperanza los que podrán reclamar el futuro que tantos en generaciones anteriores nunca realizaron.

Ahora, para cumplir esta promesa, debemos reconocer primero la verdad fundamental que ustedes han gestado en Ghana: que el desarrollo depende de un buen gobierno. (Aplauso). Este es el ingrediente que ha faltado en demasiados lugares, por demasiado tiempo. Este es el cambio que puede liberar el potencial de África; y esta es una responsabilidad que solamente los africanos pueden asumir.

En lo que respecta a Estados Unidos y al Oeste, nuestro compromiso no debe medirse solamente en los dólares que gastamos. He prometido aumentos sustanciales en nuestra ayuda al exterior, lo que va en interés de África y en interés de Estados Unidos. Pero la verdadera señal del éxito no está en que seamos una fuente de socorro perpetuo que ayude a la gente sólo a sobrevivir; está en que seamos socios de la creación de capacidad para un cambio transformacional. (Aplausos).

Esta responsabilidad mutua debe ser el fundamento de nuestra sociedad. Me concentraré hoy en cuatro áreas que son de importancia crítica para el futuro de África y de todo el mundo en desarrollo: la democracia, la oportunidad, la salud y la resolución pacífica de conflictos.

Primero, debemos apoyar a los gobiernos democráticos fuertes y sostenibles. (Aplausos).

Tal como dije en El Cairo, cada país da vida a la democracia de su propia manera y de acuerdo con sus propias tradiciones. Sin embargo la historia ofrece un claro veredicto: los gobiernos que respetan la voluntad de su propio pueblo, que gobiernan con consentimiento y no por la fuerza, son más prósperos, más estables, y tienen mayor éxito que los gobiernos que no lo hacen.

Esto trata de algo más que simplemente celebrar elecciones. Trata también de lo que ocurre en el período entre elecciones. (Aplausos). La represión puede adquirir muchas formas y demasiados países, incluso aquellos que tienen elecciones, son atormentados por problemas que condenan a su población a la pobreza. Ningún país va a crear riqueza si sus líderes explotan la economía para enriquecerse a sí mismos – (aplausos) – o si la policía, si la policía puede ser comprada por los narcotraficantes. (Aplausos). Ninguna empresa comercial desea invertir en un lugar donde el gobierno se lleva el veinte por ciento de las ganancias – (aplausos) – o donde el director de la autoridad portuaria es corrupto. Nadie desea vivir en una sociedad en la que el imperio de la ley cede el paso al imperio de la brutalidad y el soborno. (Aplausos). Eso no es democracia, eso es tiranía, aún si ocasionalmente se produce una elección en ese lugar. Este es el momento para que este estilo de gobierno termine. (Aplausos).

En el siglo XXI, las instituciones capaces, fidedignas y transparentes son la clave del éxito: parlamentos fuertes; fuerzas policiales honradas; jueces independientes (aplausos); una prensa independiente; un sector privado vibrante; una sociedad civil. (Aplausos). Estas son las cosas que dan vida a la democracia, porque esto es lo que cuenta en la vida diaria de la gente.

Ahora, una y otra vez, el pueblo de Ghana ha elegido el gobierno constitucional en lugar de la autocracia, y ha demostrado tener un espíritu democrático que permite que se manifieste la energía de su pueblo. (Aplausos). Vemos esto en los líderes que aceptan la derrota gentilmente – el hecho de que los opositores del presidente Mills estuvieran anoche a su lado para saludarme cuando bajé del avión dice volúmenes acerca de Ghana (aplausos); vencedores que resisten los llamados para ejercer fuerza contra la oposición en formas injustas. Vemos este espíritu en periodistas valientes como Anas Aremeyaw, que arriesgó su vida para informar de la verdad. Lo vemos en policías como Patience Quaye, que ayudó a enjuiciar al primer traficante de personas en Ghana. (Aplausos). Lo vemos en los jóvenes que dicen lo que piensan acerca del patrocinio, y que participan en el proceso político.

En todas partes de África, hemos visto innumerables ejemplos de gente que toma el control de su destino, y que efectúa cambios desde abajo hacia arriba. Lo vimos en Kenia, donde la sociedad civil y el sector empresarial se unieron para ayudar a poner fin a la violencia postelectoral. Lo vimos en Sudáfrica, donde tres cuartas partes del país votaron en la elección reciente – la cuarta desde que terminó el apartheid. Lo vimos en Zimbabwe, donde la Red de Apoyo Electoral se enfrentó a una represión brutal para defender el principio de que el voto de una persona es su derecho sagrado.

Ahora, que no quepa la menor duda: la historia está del lado de estos africanos valientes, no de aquellos que se valen de golpes de estado o cambios de la constitución para mantenerse en el poder. (Aplausos). África no necesita hombres fuertes, necesita instituciones fuertes. (Aplausos).

Estados Unidos no procura imponer ningún sistema de gobierno a ningún otro país. La verdad esencial de la democracia está en que cada país determine su propio destino. Pero lo que Estados Unidos hará es aumentar la ayuda a personas responsables y a instituciones responsables, con la atención enfocada en apoyar al buen gobierno; los parlamentos, que previenen los abusos del poder y aseguran que las voces de la oposición sean oídas (aplausos); el estado de derecho, que asegura una administración equitativa de la justicia; la participación cívica, de manera que los jóvenes se involucren; y las soluciones concretas contra la corrupción, como la responsabilidad forense y los servicios de automatización (aplausos), el fortalecimiento de las líneas directas, la protección de aquellos que desvelan situaciones ilegales con el fin de aumentar la transparencia y la rendición de cuentas.

Nosotros proporcionamos este apoyo. He ordenado a mi administración que preste mayor atención a la corrupción en nuestros informes sobre los derechos humanos. La gente en todas partes debería tener el derecho de iniciar un negocio o de obtener educación sin pagar un soborno. (Aplausos). Tenemos la responsabilidad de apoyar a aquellos que actúan en forma responsable y de aislar a aquellos que no lo hacen, y eso es exactamente lo que Estados Unidos hará.

Ahora bien, esto conduce directamente al segundo aspecto de nuestra asociación: sostener el desarrollo que proporcione oportunidades para mayor número de personas.

Con una mejor forma de gobierno, no tengo dudas de que África guarda la promesa de una base más amplia de prosperidad. Véase el éxito extraordinario de los africanos en mi país, Estados Unidos. Les está yendo muy bien, pues tienen el talento, tienen el espíritu emprendedor. La pregunta es, ¿cómo nos aseguramos de que los africanos tengan éxito aquí en sus propios países? El continente es rico en recursos naturales. Desde empresarios de teléfonos celulares hasta los pequeños granjeros, los africanos han demostrado tener la capacidad y la dedicación para crear sus propias oportunidades, pero también deben romperse los viejos hábitos. La dependencia de los productos básicos o de un solo tipo de exportación tiende a concentrar la riqueza en las manos de unos pocos y deja a la gente demasiado vulnerable a los cambios desfavorables de la economía.

De manera que en Ghana, por ejemplo, el petróleo trae grandes oportunidades y ustedes han sido muy responsables al prepararse para tener nuevos ingresos, pero como tantos saben en Ghana, el petróleo no puede convertirse simplemente en un nuevo cacao. De Corea del Sur a Singapur la historia muestra que los países prosperan cuando invierten en su gente y en su infraestructura (aplausos); cuando promueven múltiples industrias de exportación, desarrollan una fuerza laboral experta y crean espacio para empresas pequeñas y medianas que generan empleo.

Mientras África se esfuerce por hacer realidad esta promesa, Estados Unidos responderá extendiendo más nuestra mano. Al reducir los costos que van a consultores y administradores occidentales, queremos poner más recursos en manos de quienes los necesitan, mientras se capacita a la gente para que haga más por sí mismos. (Aplausos). Esa es la razón por la cual nuestra iniciativa de seguridad alimentaria de 3.500 millones de dólares se concentra en métodos y tecnologías nuevas para los agricultores, no simplemente enviar productores o bienes estadounidenses a África. La ayuda no es un fin en sí misma. El propósito de la asistencia extranjera debe ser la creación de las condiciones para que no haga falta más ayuda. Quiero ver que el pueblo de Ghana no sólo sea autosuficiente para tener alimentos, deseo verles exportando alimentos a otros países y ganando dinero. Ustedes pueden hacer eso. (Aplausos).

Ahora bien, Estados Unidos también puede hacer más que promover el comercio y las inversiones. Los países ricos debemos abrir nuestras puertas a los bienes y servicios de África de una manera significativa. Ese será un compromiso de mi gobierno. Y donde haya buen gobierno podremos ampliar la prosperidad a través de asociaciones públicas y privadas que inviertan en mejores carreteras y electricidad; creación de capacidad para entrenar a la gente para crear un negocio, servicios financieros que no sólo llegan a las ciudades sino también a las áreas pobres y rurales. Esto también responde a nuestros propios intereses… porque si se levanta a la gente de la pobreza y se crea riqueza en África, ¿saben qué? Se abrirán mercados nuevos para nuestros propios productos. De manera que es bueno para los dos.

Un área que ofrece tanto un peligro innegable como una promesa extraordinaria es la de la energía. África emite menos gases de efecto invernadero que cualquier otra parte del mundo, pero es la más amenazada por el cambio climático. Un planeta que se calienta propagará enfermedades, reducirá los recursos acuáticos y agotará las cosechas, generando condiciones que crearán más hambruna y conflictos. Todos nosotros, particularmente el mundo desarrollado, tenemos la responsabilidad de reducir estas tendencias, mitigándolas y cambiando la manera en que utilizamos la energía. Pero también podemos trabajar con los africanos para tornar esta crisis en oportunidad.

Juntos podemos trabajar asociados en beneficio de nuestro planeta y de la prosperidad, y ayudar a los países a aumentar el acceso a la energía, al tiempo que evitamos la fase más sucia del desarrollo. Piensen en eso: a través de África hay abundante energía eólica y solar, energía geotérmica y biocombustibles. Desde el valle del Rift hasta los desiertos del norte de África, desde las costas occidentales hasta los cultivos de Sudáfrica: los dones inagotables de África pueden generar su propia energía al tiempo que exporta energía limpia, lucrativa, al exterior.

Estas medidas son más que cifras de crecimiento en una hoja de cálculo. Se trata de que personas jóvenes con educación puedan conseguir trabajo para sostener una familia; de que un agricultor pueda llevar sus productos al mercado; de que un empresario emprendedor con una idea buena pueda iniciar un negocio. Se trata de la dignidad del empleo; se trata de la oportunidad que debe existir para los africanos en el siglo XXI.

Así como el gobierno es vital para la oportunidad, también es crítico para el tercer aspecto del que quiero hablar: fortalecer la salud pública.

En años recientes se han hecho progresos enormes en partes de África. Muchas más personas con VIH/SIDA viven productivamente y obtienen las medicinas que necesitan. Acabo de ver una maravillosa clínica y hospital concentrada particularmente en la salud materna. Pero todavía son demasiados los que mueren por enfermedades que no deberían matarlos. Cuando mueren niños por la picadura de un mosquito, y las madres mueren al dar a luz, sabemos que hay que progresar más.

Sin embargo, debido a los incentivos, con frecuencia ofrecidos por los países donantes, más médicos y enfermeras africanos se van al extranjero o trabajan en programas que se concentran en una sola enfermedad; y esto crea necesidades en la atención primaria y en la prevención básica. Mientras tanto, los individuos africanos también tienen que tomar decisiones responsables que prevengan la propagación de enfermedades, al tiempo que promueven la salud pública en sus comunidades y países.

De manera que por todo África vemos ejemplos de personas que enfrentan estos problemas. En Nigeria una campaña interreligiosa de cristianos y musulmanes ofrece un ejemplo de cooperación para enfrentar la malaria. Aquí en Ghana y a través de África vemos ideas innovadoras para satisfacer las necesidades de atención, por ejemplo mediante iniciativas de salud que usan la comunicación por Internet para permitir que los médicos de las grandes ciudades apoyen a los de los pueblos pequeños.

Estados Unidos apoyará estos esfuerzos a través de una estrategia de salud global, integral, porque en el siglo XXI tenemos que actuar por nuestra conciencia pero también por nuestro interés común, porque cuando un niño muere en Accra por una enfermedad que se puede prevenir, eso nos hace de menos en todas partes; y cuando en cualquier rincón del mundo hay enfermedades sin control sabemos que pueden propagarse a través de océanos y continentes.

Y es por eso que mi gobierno ha comprometido 63.000 millones de dólares para hacer frente a estos desafíos: 63.000 millones de dólares. (Aplausos). Sobre la base de las fuertes acciones del presidente Bush continuaremos la lucha contra el VIH/SIDA. Buscaremos la meta de poner fin a las muertes por malaria y tuberculosis y trabajaremos para erradicar la polio. (Aplausos). Lucharemos… combatiremos las enfermedades tropicales ignoradas. Y no nos enfrentaremos solos a las enfermedades… invertiremos en sistemas de salud pública que promuevan el bienestar y se concentren en la salud de las madres y de los niños. (Aplausos).

Ahora bien, al asociarnos en busca de un futuro más saludable, también debemos detener la destrucción causada no sólo por la enfermedad sino también por los seres humanos, de manera que el último aspecto que trataré es el conflicto.

Permítanme que sea claro: África no es la caricatura grosera de un continente en guerra perpetua. Pero si somos sinceros, para demasiados africanos el conflicto es una parte de su vida, algo tan constante como el sol. Hay guerras por tierras y hay guerras por recursos. Y todavía es demasiado fácil para quienes no tienen conciencia manipular a comunidades enteras para que vayan a la guerra por religiones y entre tribus.

Estos conflictos son una piedra de molino atada al cuello de África. Ahora bien, todos tenemos muchas identidades: de tribu y de etnia; de religión y de nacionalidad. Pero definirse como alguien que se opone a otro que pertenece a una tribu diferente, o que rinde culto a un profeta diferente, es algo que no tiene cabida en el siglo XXI. (Aplausos). La diversidad de África debería ser una fuente de fuerza, no una causa de división. Todos somos hijos de Dios. Todos compartimos aspiraciones comunes: vivir en paz y seguridad; tener acceso a la educación y a las oportunidades; amar a nuestras familias y a nuestras comunidades y a nuestra fe. Esa es nuestra humanidad común.

Es por eso que debemos defender la humanidad en nuestro medio. Nunca se ha justificado, nunca es justificable apuntar a inocentes en nombre de una ideología. (Aplausos). Forzar a los niños a matar en guerras es la sentencia de muerte de una sociedad. Condenar a las mujeres a la violación continua y sistemática es la marca última de la criminalidad y de la cobardía. Debemos dar testimonio del valor de cada niño en Darfur y a la dignidad de cada mujer en el Congo. Ninguna fe o cultura debería condonar los ultrajes contra ellos. Y todos nosotros debemos esforzarnos por lograr la paz y la seguridad necesarias para el progreso.

Los africanos están ante este futuro. Aquí también, en Ghana, vemos como ustedes ayudan a señalar el camino hacia adelante. El pueblo de Ghana debería enorgullecerse de sus contribuciones a los esfuerzos de pacificación del Congo hasta Liberia y al Líbano (aplausos) y de sus esfuerzos para resistir el flagelo del comercio la droga. (Aplausos). Recibimos de buen grado las medidas que están tomando organizaciones como la Unión Africana y ECOWAS para resolver mejor los conflictos, para mantener la paz y para apoyar a los necesitados. Y fomentamos la visión de una estructura de seguridad regional fuerte que pueda traer fuerzas transnacionales eficaces para que actúen cuando sea necesario.

Estados Unidos tiene la responsabilidad de trabajar con ustedes como socio para hacer avanzar esta visión, no sólo con palabras sino con apoyo que fortalezca la capacidad africana. Cuando hay genocidio en Darfur o terroristas en Somalia, estos no son problemas africanos simplemente… son desafíos de seguridad mundiales y exigen una respuesta mundial.

Y es por eso que estamos aquí listos para asociarnos por medio de la diplomacia, la asistencia técnica y el apoyo logístico, y respaldaremos los esfuerzos para hacer responsables a los criminales de guerra. Y permítanme ser claro: Nuestro Comando de África no está concentrado en establecer una avanzada en el continente, sino en enfrentar estos desafíos comunes para hacer avanzar la seguridad de Estados Unidos, de África y del mundo. (Aplausos).

En Moscú hablé de la necesidad de un sistema internacional en el que se respeten los derechos universales de los seres humanos y se opongan las violaciones de esos derechos. Y eso debe incluir un compromiso de apoyar a quienes resuelvan los conflictos pacíficamente, sancionando y deteniendo a quienes no lo hagan, y ayudando a quienes hayan sufrido. Pero en última instancia serán las democracias vibrantes como las de Botswana y Ghana las que hagan retroceder las causas de conflicto y hagan avanzar las fronteras de la paz y de la prosperidad.

Como dije antes, el futuro de África depende de los africanos.

El pueblo de África está listo para reclamar ese futuro. Y en mi país, los afroestadounidenses, incluidos muchos inmigrantes recientes, han prosperado en todos los sectores de la sociedad. Lo hemos hecho a pesar de un pasado difícil y hemos extraído fuerza de nuestra herencia africana. Sé que los africanos, con instituciones fuertes y una voluntad firme, pueden realizar sus sueños en Nairobi y Lagos, Kigali, Kinshasa, Harare, y aquí mismo en Accra. (Aplausos).

Ustedes saben, hace 52 años, los ojos del mundo estaban puestos en Ghana. Y un joven predicador llamado Martin Luther King viajó aquí, a Accra, para ver arriar la bandera británica e izar la bandera de Ghana. Esto fue antes de la marcha a Washington o del éxito del movimiento de los derechos civiles en mi país. Le preguntaron al Dr. King cómo se sintió al ver el nacimiento de un país. Y él respondió: “renueva mi convicción en el triunfo último de la justicia”.

Ahora ese triunfo tiene que ganarse una vez más, y lo deben ganar ustedes. (Aplausos). Y le hablo particularmente a los jóvenes de toda África y de aquí mismo en Ghana. En lugares como Ghana la gente joven constituye más de la mitad de la población.

Y esto es lo que ustedes deben saber: el mundo será lo que ustedes hagan de él. Ustedes tienen la capacidad de exigir responsabilidad a sus gobernantes y de crear instituciones que sirvan al pueblo. Ustedes pueden servir en sus comunidades y aprovechar su energía y educación para crear nueva riqueza y establecer nuevas conexiones con el mundo. Ustedes pueden conquistar la enfermedad y terminar los conflictos y realizar el cambio desde abajo hacia arriba. Ustedes pueden hacerlo. Sí, ustedes pueden, (aplausos), porque en este momento la historia está en marcha.

Pero estas cosas pueden hacerse sólo si todos ustedes asumen responsabilidad por su futuro. Y eso no será fácil. Llevará tiempo y esfuerzo. Se sufrirá y se producirán reveses. Sin embargo les puedo prometer algo: Estados Unidos estará con ustedes a cada paso del camino, como socio y como amigo. (Aplausos). La oportunidad, sin embargo, no vendrá de ninguna otra parte. Debe venir de las decisiones que tomen todos ustedes, de las cosas que hagan ustedes, de la esperanza que ustedes tienen en sus corazones.

Ghana, tu herencia es la libertad. Ahora es tu responsabilidad construir sobre los cimientos de la libertad. Y si lo haces miraremos hacia atrás dentro de años a lugares como Accra y diremos que este fue el momento en que se realizó la promesa; este fue el momento en que se forjó la prosperidad, cuando se superó el dolor y comenzó una nueva era de progreso. Este puede ser el momento en que presenciamos el triunfo de la justicia una vez más. Sí, se puede. Muchísimas gracias. Que Dios les bendiga. Gracias. (Aplausos).