Una de las más inverosímiles características de la vida cotidiana de cualquier habitante es su convicción que todo camina muy mal, que las leyes sólo sirven a quien puede sufragar su mantenimiento y que en Perú no pasa nada de nada porque “así son las cosas” y porque “la memoria es muy frágil” o “la política es así”. Entonces de pura contemplación ya superamos los 180 años de vida republicana y, en efecto, la vituperable abyección moral y espiritual de la vida nacional, lejos de tentar un horizonte, deriva, cada vez más hondo, hacia un hueco ignoto.

En el país sobran los análisis, cada quien tiene su propia interpretación y sus ortodoxas verdades, aunque la coincidencia de no hacer nada, es multánime. Los partidos políticos, más bien colectividades productoras de burócratas que exaccionan los fondos del Estado, pasan una de sus noches más negras. Sin líderes integérrimos, ideas renovadas o modernas, se esconden sin que nadie los persiga por su mínima valía. Y cuando hablan, la gente presume que siempre hay negocios o “faenones” detrás, término que popularizara un abogado que sabe mucho y aún no expresa o agota la cantera de sus secretos. (Para tranquilidad de algunos, de eso no hay duda).

¿Cómo puede vivir tranquilo un país en que sus “líderes” o “formadores de opinión” no llegan a los 100 en medición IQ estándar y a duras penas pueden diferenciar un teléfono celular de un emparedado con chorizo? Verbi gracia, un infeliz que es, hasta la ocurrencia lo ignorábamos, parlamentario, cobró notoriedad, no por las leyes o iniciativas ganadas en la justa polémica en Comisión o Pleno, sino porque fue apuñalado por su esposa. El mejor comentario es el que escuché a pocas horas del suceso: “¡qué pena que no murió”. El Establo persiste en ser una de las entidades nacionales que atrae el odio ecuménico de todas las clases sociales.

Aquí no pasa nada. En días recientes advertí sobre una extraña –de Ripley y no de Baldor- circunstancia en Reniec en que un proceso de menor cuantía pasó de 3 a 5 millones de dólares y nadie se toma la molestia, en ninguna parte, de averiguar sobre el crimen matemático. Diríase que muy ocupada la nación y su prensa comercial y auspiciadora, en temas de tan alta importancia como los crímenes a fierrazo limpio, las violaciones a menores y los conchabos para matar a padres adinerados, declina el escrutinio meticuloso de sucesos que ¡dilapidan el dinero de los impuestos que paga la ciudadanía! Ninguna agrupación, política o civil, muestra especialización en esta clase de majaderías repetitivas y cuyos fautores tienen extraños privilegios.

Aquí no pasa nada. Un ministro de Transportes es enlodado en un asunto administrativo como es la producción de brevetes y le hacen hacer el ridículo, porque ofreció lo que no podía cumplir, y el Director General del MTC ¡simplemente no da la cara! ¿Para qué, si el titular Cornejo es tan bobo que lo hace por él? Detrás del intríngulis está nada menos que el poder maniqueo y vigente de un ex primer ministro que tiene a su embajador José Luis Castañeda Neyra listo para suceder al titular. Y aunque el famoso José Luis, el mismo que figura en el libro de Gustavo Gorriti, Petroaudios y como co-visitante del empresario dominicano al alimón con del Castillo, carece del más elemental conocimiento sobre Transportes, allí sigue reinando, firme y convicto pero cumpliendo órdenes del más alto nivel. ¿Por encargo de quién y para qué?

Estas y muchas otras preguntas corren el riesgo de ser leídas con sonrisa y preocupación ¡por 5 segundos! y ser olvidadas automáticamente. El cerebro acrítico del país fue una maniobra perversa generada en decenas de años. Pueblo que no repara en sus yerros y cobardías, vuelve a cometerlas con el agravante insuperable de ser un conjunto social que merece la suerte que tiene por su manifiesta incapacidad de saltar las vallas. En cambio, si exportáramos tarados o semi-humanos ¡hasta pagaríamos la deuda externa!

Los análisis, libracos, ensayos, quejas y ayes, son insuficientes, devienen en esguinces efímeros o accidentes deleznables. ¿Qué hacemos? ¿se ha puesto a pensar, dilecto amigo lector, que debería pensar en que es parte de la gran solución nacional que acabe con estas desverguenzas? Si no lo hizo, comience y que sus hijos o nietos culminen la proeza de hacer un Perú limpio, justo y culto.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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