Ver segunda parte:
Hace 70 años estallaba la Segunda Guerra Mundial.

¡Basta ya de acusar a Stalin!

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El ministro soviético de Asuntos Exteriores Mólotov firma ante su homólogo alemán, el nazi Ribbentrop, el Pacto Germano-Soviético, un tratado de no agresión entre ambos país y que fue realizado el 23 de agosto de 1939 en Moscú, en presencia de Stalin. Un mes más tarde la Alemania nazi invadía Polonia.
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Hace 70 años, la Alemania nazi de Adolfo Hitler y la Unión Soviética dirigida por José Stalin, firmaron un pacto de no agresión que pasó a la historia como el Pacto Mólotov-Ribbentrop, en mención a sus firmantes, los correspondientes ministros de Asuntos Exteriores de ambos países. Trascurridas siete décadas, siguen los debates de este acontecimiento que influyó en el destino de muchos pueblos en la II Guerra Mundial. El director del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Rusia Alexandr Chubarian, desde 1988, investiga el Pacto Molotov-Ribbentropp, y actualmente en Rusia, es considerado uno de los expertos más autorizados en la historia de las relaciones ruso-germanas.

En la presente entrevista concedida, el experto explica los antecedentes al pacto germano-soviético firmado hace 70 años, sus consecuencias, y la visión actual de los acontecimientos ocurridos en aquellos años.

Dmitri Babich: ¿Debe la Rusia contemporánea condenar el Pacto Molotov-Ribbentrop, o todavía tiene vigencia la fórmula expuesta en 1989 de que ese Pacto fue un acontecimiento normal para aquella época, aunque los "protocolos secretos" anexos al pacto fueron un acto amoral por parte de los firmantes?

Alexandr Chubarian: En los últimos años, el interés de la opinión pública por los acontecimientos relacionados con el Pacto Molotov-Ribbentrop ha crecido considerablemente, y el tono de los debates cada vez adquiere formas categóricas e irreconciliables.

La intensidad y ardor de las disputas no se debe a la aparición de nuevos documentos sino a interpretaciones antagónicas de los hechos derivados de ese acontecimiento histórico.

La tensión que impera no se debe a discrepancias entre historiadores y expertos. La confrontación que observamos es el producto de convulsiones de orden ideológico y político promovidas en la sociedad.

La situación empeora por actitudes preconcebidas que predomina en países vecinos, en particular, impulsadas por políticos influyentes en las repúblicas Bálticas y Polonia. Este factor ha politizado al máximo un asunto que debería ser material de investigación exclusiva para los historiadores.

La transparencia siempre ha dado mejores resultados que negar lo que es evidente. En su tiempo, la postura de la Unión Soviética fue sensiblemente vulnerable porque las autoridades soviéticas con obstinación negaron la existencia de los protocolos secretos anexos al Pacto Molotov-Ribbentrop.

Pero el reconocimiento y publicación de esos protocolos precisamente en tiempos de la URSS hace 20 años, ha reforzado nuestra postura y es una prueba de que Rusia rompió definitivamente con la política del silencio para comprender su historia.


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Dmitri Babich: Y no obstante, entre los historiadores predomina el debate en cuanto a que el Pacto Molotov-Ribbentrop fue el detonante de la II Guerra Mundial que comenzó una semana después de su firma, el 23 de agosto de 1939. Como es bien sabido, el 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas invadieron Polonia seguros de que la URSS no ayudaría a los polacos. ¿Está usted de acuerdo con esta tesis?

Alexandr Chubarian: No, no estoy de acuerdo. Conozco muy bien ese punto de vista, que entre otras cosas, se cita para argumentar la responsabilidad compartida que tiene la Alemania nazi y supuestamente la Unión Soviética en el inicio de la II Guerra Mundial.

Esa tesis quedó reflejada en una resolución aprobada por la Asamblea del Parlamento de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) ignorando acontecimientos evidentes que tuvieron lugar antes de que comenzara la guerra.

Hitler decidió invadir Polonia mucho antes de firmar el pacto de no agresión con la URSS, y en la primavera de 1939, ya había puesto en marcha los preparativos de la agresión, incluso fijo el 26 de agosto de 1939 como la fecha tentativa para el asalto, pero el ejercito alemán no pudo cumplir ese plazo y emprendió la invasión el 1 de septiembre.

Hay que destacar que el destino del Pacto germano-soviético-alemán firmado el 23 de agosto fue incierto hasta el último momento de su concertación. Esto quiere decir que independientemente del resultado de sus negociaciones con la URSS, Hitler no tuvo ninguna duda en cuanto a sus planes de invadir Polonia.

Inglaterra y Francia brindaron garantías a Polonia precisamente por la misma razón, es decir, Londres y París sabían con seguridad que Alemania se preparaba para la guerra, y el viaje urgente que hizo el ministro Ribbentrop a Moscú fue por la misma causa, el diplomático alemán tenía que terminar ese asunto pendiente con los soviéticos antes de comenzar la invasión de Polonia.

Dmitri Babich: Y no obstante, después de que Hitler invadió Polonia Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania, mientras que la URSS, no sólo permaneció al margen, sino que firmó con Alemania un tratado de amistad en septiembre de 1939.
¿Acaso no fue una muestra de apoyo al agresor?

Alexandr Chubarian: Es indiscutible que los protocolos secretos anexos al Pacto Molotov-Ribbentrop, la firma del tratado de amistad en septiembre de 1939 y la resolución impuesta en la URSS entre 1939 y 1940 que prohibió criticar la doctrina nacional-socialista fueron actos amorales que se merecen la condena que posteriormente se hizo tanto en Rusia y en el exterior.

Y a pesar de todo, los acontecimientos ocurridos en esos días no pueden explicarse únicamente bajo la óptica de que "Hitler decidió invadir a sus vecinos y Stalin se convirtió en su cómplice".

Soy partidario de que la investigación de la historia debe apoyarse en el estudio amplio de todos los factores implicados en los sucesos claves relacionados con las naciones y sus pueblos.

Ante el estudio de tal o cual fenómeno o acontecimiento como el inicio de la II Guerra Mundial, es indispensable analizar todos los factores implicados y no limitarse a destacar uno o dos momentos o circunstancias por alguna razón cómodas o favorables.

El pacto Molotov-Ribbentrop fue un fenómeno político-diplomático muy complejo. Y para hacer una valoración objetiva, es necesario tener en cuenta los antecedentes históricos que determinaron muchos aspectos de este asunto.

Es por eso que nosotros desviamos nuestra atención a sucesos ocurridos en 1938. Y no porque queramos obligar a nuestros colegas occidentales recordar el Tratado de Munich.

Simplemente, si no se tiene en cuenta el factor que tuvo Munich, no es posible explicar las razones que obligaron a Stalin a firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi.

Hasta la firma del acuerdo de Munich, en Europa había un consenso muy sólido en cuanto a Hitler y su régimen. Todas las potencias europeas, Inglaterra, Francia y la URSS mantuvieron una actitud muy negativa ante el régimen nazi impuesto en Alemania en 1933.

La firma del acuerdo de Munich hecho por tierra ese consenso. Desde el punto de vista moral, el acuerdo de Munich y el pacto Mólotov-Ribbentrop son muy parecidos el uno del otro, porque ambos documentos fueron suscritos de espaldas a aquellos pueblos cuyos destinos dependió de lo concertado en esos acuerdos.

En Munich, el 29 de septiembre de 1938, los representantes de Checoslovaquia estaban en una habitación contigua a la sala donde se reunieron los firmantes. Y sin consultar en absoluto su opinión, las partes (Inglaterra y Francia en un bando y Alemania e Italia por el otro) determinaron el destino de ese país.

A diferencia del Pacto Molotov-Ribbentrop, el tratado de Munich no trató sobre esferas de interés sino que directamente estableció la entrega a Alemania de parte de Checoslovaquia (una tercera parte de su territorio, el 40 por ciento de su industria y cerca de 5 millones de habitantes).

En esencia el tratado de Munich fue la repartición de un país soberano entre otros estados.

Y la URSS no estuvo en Munich. Stalin tenía mucha desconfianza a las democracias occidentales, más que el resto recelaba de Inglaterra y después de la firma del tratado de Munich, vio las intenciones de Londres de aislar a Moscú.

Dmitri Babich: ¿Y por qué de todas maneras, Stalin prefirió pactar con Hitler en lugar de los aliados occidentales? Sus oponentes afirman que Inglaterra, Francia y Polonia no pudieron aceptar las condiciones exigidas por Moscú de permitir el paso de las tropas soviéticas por sus territorios. Con los años, se pudo ver que Stalin después de entrar en el territorio de un país, muy pocas veces permitió a ese país actuar por su cuenta.

Alexandr Chubarian: Recordemos las negociaciones británicas-franco-soviéticas que tuvieron lugar en Moscú en el verano de 1939. En esas negociaciones se habló de las posibilidades de ayudar a los países de Europa Oriental en el caso de una agresión por parte de Hitler.

Las garantías para las repúblicas bálticas se abordaron en junio de 1939, y en agosto transcurrieron conversaciones interminables sobre Polonia y Rumania. El 20 de agosto, los franceses informaron a los soviéticos que había logrado convencer al ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Józef Beck, y que Varsovia estaba dispuesta a permitir el paso de las tropas soviéticas por su territorio.

Pero por parte de Polonia no hubo ninguna declaración oficial. Y de esta manera, quedó sepultada definitivamente la cooperación entre Inglaterra y Francia con la URSS, antes de la firma del pacto Molotov-Ribbentrop.

En cuanto a si Stalin hubiese ocupado Polonia, Rumania u otro país por cuyo territorio pasaran las tropas soviéticas, previo acuerdo con los aliados occidentales, se trata de una hipótesis bastante discutible.

Hubo ejemplos de países a los que la URSS impuso su régimen político, pero también hubo países donde las tropas soviéticas entraron y salieron dejando que esos países se desarrollaran de la forma en que quisieron.

Me refiero a Irán, Austria, y Finlandia después de la Guerra a pesar de que un delegado soviético formó parte de la Comisión de Control de los Aliados. Y no obstante, todos esos países conservaron su autonomía.

Eso mismo pudo ocurrir con Polonia, si Francia Inglaterra le hubiesen proporcionado garantías fiables.

Dmitri Babich: Es decir, sencillamente, ¿Hitler le propuso a Stalin una variante más ventajosa que Inglaterra y Francia?

Alexandr Chubarian: En las conversaciones con Inglaterra y Francia el asunto sobre los territorios que posteriormente fueron incluidos en la zona de los intereses soviéticos se discutió únicamente desde el punto de vista del paso de las tropas soviéticas, en este caso, Hitler avanzó más y propuso dividir la zona de intereses.

Pero como quedo demostrado posteriormente, Hitler cumplió sus promesas durante un plazo muy corto. Ya en noviembre de 1940, cuando Mólotov viajó a Berlín y las relaciones entre la URSS y Alemania ya estaban deterioradas, Hitler le espetó al jefe de la diplomacia soviética. "¿Y quien le dijo a usted que tendrían el derecho de anexarse esos territorios? ¡Esto no se desprende del pacto! " dijo entonces Hitler.

Y esta es precisamente la gran lección que se desprende de los acontecimientos ocurridos entre 1938 y 1941 en Europa.

Cada vez que los países por separado intentan garantizar su propia seguridad a costa de otros, y de paso ignoran las amenazas que pueden ser comunes, la seguridad colectiva es la que sale perdiendo y junto con ella, la seguridad de cada uno de los países por separado.

Hasta el último momento de 1941, cuando estalló la guerra, todos los países de Europa intentaron pactar con Hitler. El líder nazi prometió todo a todos y después, también a todos los engañó.

Dmitri Babich: A partir de su punto de vista, ¿considera usted que Alemania y la URSS no son los únicos responsables de la repartición de Polonia en septiembre de 1939?

Alexandr Chubarian: Las potencias occidentales también tienen cierto grado de responsabilidad en esos acontecimientos. Cuando el 17 de septiembre las tropas soviéticas entraron en las regiones orientales de Polonia, en Inglaterra se oyeron voces sobre la necesidad de declarar la guerra a Alemania y de imponer sanciones contra la URSS.

Pero al final, el gobierno británico se limitó a dar garantías de seguridad a Polonia únicamente en sus fronteras orientales, y no adoptó ningún tipo de sanciones contra la URSS.

Al contrario, expreso satisfacción ante el hecho de que las tropas soviéticas se detuvieron en la denominada línea Kerson, es decir la línea que dividió a Polonia y la URSS después de la declaración de independencia de Polonia en noviembre de 1918.

Dmitri Babich: ¿De qué forma Inglaterra expresó satisfacción por la entrada de las tropas soviéticas a la parte oriental de Polonia?

Alexandr Chubarian: En declaraciones del ministerio británico de Asuntos Exteriores, el Gabinete Militar e incluso el Parlamento de Inglaterra. Es más, no se emprendió ninguna campaña o acto de repudio contra la URSS. No hubo siquiera un disparo en 1939 para defender Polonia.

Tampoco se intentó la más mínima demostración de acciones de guerra para desviar la atención de las tropas alemanas de Polonia.

Con las repúblicas bálticas la situación fue similar, los países occidentales no reconocieron la anexión de las repúblicas bálticas a la URSS jurídicamente, pero aceptaron la anexión como hecho consumado. De esta manera, los países occidentales también son responsables por los acontecimientos que ocurrieron en ese entonces en Europa Oriental.

No sólo Stalin y Hitler practicaron la diplomacia secreta. Ya siendo primer ministro británico, tras la dimisión de Austen Chamberlain en el verano de 1940, Winston Churchill escribió una carta a Stalin en la que le propuso firmar un pacto secreto entre Inglaterra y la URSS. A cambio de la lealtad de la URSS a Inglaterra Churchill prometió a Stalin que nadie sabría sobre el pacto suscrito y que tras la victoria sobre Alemania, Inglaterra reconocería de hecho la pertenencia de las repúblicas bálticas a la URSS.

Dmitri Babich: ¿Esa carta, ha sido publicada? ¿Cómo respondió Stalin a la propuesta?

Alexandr Chubarian: Esa carta se conserva en el archivo del ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS, copia de esa carta se encuentra en los archivos británicos, y yo la publiqué en mi libro. Según testimonios hablados, después de leer la carta, Stalin sonrió maliciosamente y dijo: "Este promete que reconocerá después de la guerra todo lo que todos reconocerán de hecho". Por lo visto, a Churchill le interesó muy poco el destino de las repúblicas bálticas.

Dmitri Babich: Pero Churchill únicamente se tuvo que "tragar" la anexión de las bálticas, mientras que Stalin organizó y dirigió esa anexión. Resulta entonces, que de todas maneras, la mayor responsabilidad de todo recae sobre Rusia.

Alexandr Chubarian: De todas maneras, la responsabilidad recae sobre la URSS y no sobre Rusia.

Aplicar el principio de que Rusia es el principal heredero de la URSS para resolver asuntos de responsabilidad histórica es una empresa arriesgada y demasiado compleja.

Vale la pena recordar el hecho de que un grupo muy limitado de personas por el lado soviético tuvieron relación directa con el proceso final para la preparación del documento. Stalin, Molotov y Voroshilov, que condujo las negociaciones con los franceses y los británicos. Incluso el futuro dirigente soviético Nikita Jrushev, que en ese tiempo ya era miembro del Buró Político del Partido Comunista de la URSS supo sobre el pacto únicamente en la noche del 23 de agosto después de que fue suscrito.

Actualmente, políticos de Polonia y las repúblicas bálticas intentan que este asunto sea discutido por organizaciones internacionales, y algunas entidades del poder como por ejemplo el parlamento de Lituania ha exigido a la Rusia contemporánea el pago de compensaciones por el "periodo de ocupación".

¿Qué se pude hacer en este caso? Si la actitud de los oponentes no fuera radical, posiblemente la reacción de Rusia hubiera sido más moderada. Hay que tener en cuenta de que se trata de una historia que pasó hace muchos años y su estudio debe tener un carácter más teórico que práctico.

¿Cómo se puede pedir cuenta a la generación actual sobre los actos de Stalin y sus colaboradores sobre los cuales los ciudadanos de la URSS no tuvieron información?

Y no es posible equiparar el estalinismo con el nazismo al menos porque el sistema soviético demostró la capacidad de que pudo cambiar su esencia: los protocolos secretos del pacto Molotov-Ribbentrop fueron publicados en tiempos del presidente soviético Mijail Gorbachov, el carácter criminal de esos protocolos fue reconocido y condenado cuando todavía existía la Unión Soviética.

En cambio, el régimen hitleriano nunca demostró su capacidad de transformarse. El régimen nazi siempre estuvo relacionado con la práctica abierta del genocidio de otros pueblos. El estalinismo ideológicamente no se basó en el genocidio, su esencia siembre la ocultó tras consignas propagandísticas y populistas y el pueblo soviético fue su víctima principal.

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Entrevistó Dmitri Babich

Fuente: Ria Novosti, 24 de agosto de 2009.