Mientras vemos el desenlace de la actual crisis, recordemos que la conquista de la libertad de expresión comienza con la irrupción violentísima de la lucha por la Independencia. Las “hojas sueltas” que se imprimían clandestinamente convocaban a participar e informaban con veracidad, respecto del movimiento abortado la noche del 15 de septiembre, cuando Hidalgo, en el atrio de la iglesia de Dolores, pronunciaba a todo pulmón:

“Mexicanos: ¡Mueran los gachupines! ¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la América libre!”

Los campesinos reunidos (y sorprendidos) repitieron las encendidas expresiones en ese momento glorioso y durante 11 años más, hasta la consumación de la Independencia, agregando lo de “¡Viva la Independencia… viva la América… muera el mal gobierno!”

En ese contexto aparecieron las “hojas sueltas” con textos, proclamas e información sobre la lucha social que forjan la libertad de expresión, de crítica, propuestas y reclamos en forma de demandas. También en la metrópoli peninsular, para combatir la invasión napoleónica, daban los pasos para conquistar esos derechos (ver el libro de José Álvarez y Gregorio de la Fuente, El nacimiento del periodismo político. La libertad de imprenta en las cortes de Cádiz: 1810-1814).

Esas hojas circularon de mano en mano con la llegada de los insurgentes, y en los pueblos se reunían en torno al que sabía leer para escuchar la lapidaria frase “¡Muera el mal gobierno!”, que en todas las versiones del “grito de Dolores” que se conocen no dejó de figurar como el motivo principal de esa gesta heroica.

Con ellas nace la libertad de expresión. Se publicaban casi simultáneamente a la llegada de la imprenta en 1539. El más antiguo testimonio periodístico “es una hoja volante fechada el 10 de septiembre de 1541” (Humberto Musacchio, Historia gráfica del periodismo mexicano). Ya el 20 de diciembre de 1810 circuló el periódico El Despertar Americano.

Estas “hojas sueltas” fueron el vehículo del movimiento social que encabezaron los Hidalgo, los Morelos, los Allende, las Josefa Ortiz… apoyados y seguidos por el naciente pueblo republicano asido al patriotismo de la tierra donde los conquistadores establecieron las encomiendas, con los mexicanos en situación de esclavos. Y si la lucha por la independencia corrió como pólvora encendida (en el doble sentido de la expresión), fue por esas “hojas sueltas” que pusieron los cimientos para la libertad de expresión.

Los revolucionarios de 1810-1821 imprimieron esos “primeros textos informativos que por su oportunidad pueden ser considerados periodísticos, aparecieron en las llamadas relaciones, hojas volantes, traslados, nuevas o noticias. Éstos eran papeles sueltos que se publicaban cuando lo ameritaban los acontecimientos”, escribe Musacchio.

Y el estallido y su década de acción ameritaron que la revolución de Independencia hiciera uso de las “hojas sueltas” para publicitar su dramática hazaña. Y así es que los mexicanos, sobre la marcha de su naciente nación y manifestaciones republicanas a través de una democracia directa, pusieron los cimientos de la libertad de expresión, desde entonces duramente defendida.