“En Colombia, vivimos lo que ahora comienza en México: secuestros no muy numerosos por los que se pedía mucho dinero y contra figuras conocidas; se pensó que sólo afectaba a un sector de la población. Por la indolencia del gobierno y la sociedad, ese delito creció hasta convertirse en un problema de seguridad nacional”, explica Mario Bahamón Dussan, teniente coronel del ejército colombiano, actual asesor de seguridad para ejecutivos de empresas trasnacionales.

Recuerda que en 1996 se registraba un secuestro al año; entre 2000 y 2001 escaló a 3 mil 542 casos. Por esa razón, afirma, una nación “tan próspera como México no debe seguir ese camino; nosotros lo recorrimos porque no sabíamos, pero ustedes tienen el modelo de Colombia”.

La advertencia de Bahamón, quien promueve en México su libro 99 malos consejos para ser secuestrado (99 Editions), tiene lugar a unos meses de que José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Procuración de Justicia y Acción Penal, manifestara que el Estado mexicano está en deuda política, legal y social con las víctimas del secuestro. “México vive la peor crisis de inseguridad y violencia en tiempos de paz”, expresó Ortega el 23 de abril. Describió que 2008 fue el año más violento por causa de los secuestros, pues acumuló 1 mil 28 denuncias por privación ilegal de libertad y dejó a 75 personas asesinadas.

El representante de esa organización social estimó que este país tiene el primer lugar en el mundo en secuestros, en asesinatos por secuestro y en robo con violencia. Ante semejante escenario, “el Programa Nacional de Seguridad Pública 2008-2012 es una tomada de pelo”. Señaló que ese plan carece de objetivos, metas y estrategias para resolver el problema de inseguridad y violencia en plazos determinados.

Datos recopilados por The Economist Intelligence Unit para el nuevo centro de estudios Institute for Economics and Peace revelan que México descendió 15 sitios; llegó al lugar 108 del Índice Global de Paz. Ahora, el país fue superado por naciones que hace 24 meses se consideraban como más inseguras: Mali y Congo Brazzaville. Su evaluación negativa destaca el aumento anual en la cantidad de muertes que resultan de la violencia del narcotráfico en Tijuana, Culiacán y Ciudad Juárez.

La violencia es “catalizada por una traumática crisis económica, exacerbada por una omnipresente corrupción y criminalidad en las instituciones de justicia”, según el informe redactado por Sultan Barakat, de la Universidad de York, y Bates Gill, del Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo.
Problema de todos

Bahamón Dussan es un hombre que hasta su retiro, a los 38 años de edad, fue el oficial más condecorado y quien más entrenamiento recibió del exterior. Admite que los grupos de protección privada son un riesgo, que algunos rayan en la ilegalidad y que la creación de paramilitares “fue un gravísimo error: se salieron de control ante la ineficiencia de las autoridades”.

El asesor en seguridad de corporativos trasnacionales explica que la sociedad colombiana creó sus propios organismos de defensa, pero al fortalecerse buscaron suplantar a la autoridad, especialmente en la acción armada. Ahora, a esos grupos de autodefensa se les responsabiliza de al menos 211 secuestros entre 1989 y 2000.

El antiguo comandante de la Escuela de Lanceros y exparacaidista recuerda que los colombianos creyeron que el secuestro sólo afectaba a los líderes políticos, grandes industriales, comerciantes o ganaderos, así como artistas destacados, “porque manejaban mucho dinero o pagaban un buen rescate”; pero cuando los delincuentes volvieron hacia todos los sectores de la población y hubo secuestros a cambio de rescates de 5 mil dólares, la sociedad comenzó a preocuparse. Esa práctica –que en México se conoce como secuestro exprés– se generalizó en Colombia con el nombre de paseo millonario, vigente hasta ahora.

Al contrastar la forma en que evolucionó en Colombia ese delito con el nivel que ya asumió en México, René Jiménez Ornelas –investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México– indica que el secuestro es la primordial forma que tiene una parte del crimen organizado de allegarse de efectivo en forma expedita.

Agrega que en el país cobró importancia el fenómeno que algunos especialistas llaman la “democratización del secuestro”, que alude a la expansión del delito en todos los sectores. Anota Ornelas, coautor con Olga Islas del libro El secuestro, problemas sociales y jurídicos, que en el Estado de México la privación ilegal de la libertad alcanza niveles muy altos: hay regiones, como el municipio de Chalco, en donde se cometen secuestros para obtener rescates de entre 3 mil y 5 mil pesos; “esto pega directamente a las poblaciones de bajos recursos”.

Otra práctica muy lucrativa de la delincuencia organizada es la extorsión, que va en ascenso a nivel nacional, indica el coordinador de la Unidad de Análisis sobre Violencia Social del IIS. Da como ejemplo lo que ocurre en Aguascalientes: ahí “las extorsiones van a todo nivel, pues los cuerpos paramilitares les cobran a pequeños y grandes empresarios el derecho de trabajo, lo cual significa que para que puedan seguir trabajando, deben pagar una mensualidad”.

Sin embargo, la extorsión más usual se expresa en una frase: “Tenemos secuestrado a su hijo”. A ese primer efecto dramático se agrega el llanto o el grito de alguien para lograr que el familiar del presunto secuestrado “coma cuento”, es decir, que crea y acepte todo cuanto pretende el extorsionador, dice Bahamón Dussan.

La forma en la que extorsionadores y secuestradores obtienen información sobre sus presuntas víctimas no es tan difícil, explica a su vez Jiménez Ornelas. Entre otros medios, recurren a los bancos de datos de las tiendas de autoservicio, de los registros bancarios e instituciones públicas, dice.

Perfil de un delito

El informe El secuestro: conceptos y estrategia de atención de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), difundido el 2 de agosto de 2009, es un intento desde el Estado por delinear el perfil de quienes cometen privación de la libertad. A juicio de analistas de esa dependencia, la edad de la mayoría de los secuestradores oscila entre 22 y 35 años, y “proceden de familias disfuncionales”. Tal dictamen coincide con el diagnóstico que brindó hace un año, el 19 de septiembre de 2008, el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Monte Alejandro Rubido García, en la XXIV sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública.

En el consejo, Rubido García manifestó: “No es menor destacar el antecedente familiar, ya que la mayoría de los secuestradores proviene de familias disfuncionales y permisivas”. Sin embargo, para René Jiménez Ornelas, la apreciación del gobierno mexicano sobre el origen familiar de los secuestradores no es del todo real, pues aunque hay quienes sí tienen ese perfil, “encontramos bandas que provienen de grupos sociales de alto nivel económico y no necesariamente de familias desequilibradas”.

Además, el documento de la SSP indica que los secuestradores se iniciaron en la delincuencia robando en la vía pública y, posteriormente, en viviendas, hasta llegar al robo de automóviles y transporte de carga y culminar con asaltos a bancos o furgones blindados. Agrega que cometen secuestros, “en buena medida, por su adicción a las drogas”. Trabajaron como choferes y comerciantes informales, es decir, ocupaciones con flexibilidad de horario para hacer seguimientos y asistir a las casas de seguridad que poseen, por lo que en algunas personas el ciclo que los lleva del hurto callejero al secuestro sólo duró un año y medio, señala el estudio realizado entre 685 secuestradores.

El informe indica que en México se ejecutan las tres modalidades del delito: “De alto impacto”, que perpetran grupos armados o radicales; los relacionados con el “crimen organizado”, que buscan captar recursos para las mafias, y los “exprés o coyunturales” por extorsión, robo, venganza personal o motivos pasionales. Las principales víctimas son: comerciantes (27.8 por ciento), estudiantes (21.3 por ciento), empleados (16.2 por ciento) y empresarios (14.5 por ciento); y por edades, la mayoría fue de 16 a 30 años (37 por ciento), seguidos por los de 0 a 15 años (14 por ciento), por delante de los grupos de edad de 41 a 60 años, y de 31 a 40 años, con 12 por ciento.

El informe agrega que, en promedio, en 2009 los delincuentes pidieron 9.7 millones de pesos (unos 729 mil dólares) por cada secuestrado, por debajo de los 14 millones (1.04 millones de dólares) que demandaban en 2008; de esas sumas, sólo se paga el 5.5 por ciento de lo requerido por los captores.

De acuerdo con el investigador Jiménez Ornelas, el secuestro en México no está ligado a la pobreza, sino que “es la desigualdad social donde se desarrollan estos delitos”. India es más pobre que muchos países de América Latina y ahí no se cometen tantos secuestros como tampoco en países muy desarrollados y con sociedades muy adineradas.

Mientras cifras oficiales en México advierten que el fenómeno va en ascenso, autoridades colombianas afirman que en 2009 descendió a 188. Para Jiménez, “las cifras oficiales son un verdadero poder que sirve para el discurso mediático y más aún en tiempos de crisis”. Comenta que la información gubernamental en 2005 dejó libre a Campeche de delitos violentos y mostró el descenso en 400 por ciento en Tabasco.

Para prevenir el secuestro, Mario Bahamón asegura que el secuestrador es un delincuente al que se debe neutralizar con medidas preventivas; “mantenerse alerta sin caer en la paranoia”. Su principal consejo es “no ser confiado: hablamos con cualquier persona, respondemos al teléfono y damos información nuestra o de los nuestros sin desconfiar”. En el caso de México, dice, es necesario saber que el delito existe y que, en la medida en que crece, afecta a todos.

El plagio en los medios colombianos

Herbin Hoyos recibió en 2008 el Premio Nacional de Periodismo en Colombia y el primer Premio Perfil Internacional a la libertad de prensa. Su nombre se asocia a los miles de secuestrados en su país que cada domingo por la noche, si sus captores se los permiten, escuchan el programa radial “Voces del secuestro”, por el que los cautivos conocen los mensajes de sus familias. Esto ocurre desde hace 15 años, tiempo en que el programa ha transmitido la voz de más de 16 mil secuestrados. Herbin ha manifestado que es el único periodista del mundo que desea que su programa acabe, pues prometió que mantendrá abierto su canal hasta que sea liberado el último secuestrado de Colombia.

Considera que sólo la participación organizada de la sociedad puede vencer el secuestro que mantiene cifras muy altas. Tan sólo el programa “Voces del secuestro” registró 4 mil 263 secuestrados en ese país, de los que se cree que la mitad han sido asesinados. Director del programa, especialista en la cobertura de la Guerra del Golfo, el conflicto en los Balcanes, en Sierra Leona, Chechenia, Israel y los territorios palestinos, Herbin indica que “Voces” mantiene al secuestrado siempre vigente, constante e inmediata la imagen de la libertad; es una terapia. Si su condición mental no abriga la imagen del regreso, quieren morir.

Por su parte, Mauricio Acosta pretende que su documental Secuestrados sirva a países en los que el secuestro cobra mayor relevancia (México, Venezuela y Brasil). “El mensaje para América Latina: que entiendan de dónde vino ese problema que no ha parado en Colombia”, explicó en la transmisión de su video por History Channel en mayo de 2009. En 40 minutos, el video busca que el auditorio latinoamericano comprenda que la industria del secuestro en América Latina, que “hasta ahora es incipiente”, es un proceso y puede convertirse en un “arma de guerra si no se unen Estado y el pueblo”. (NE)

99 malos consejos para ser secuestrado

El coronel colombiano Bahamón Dussan condensa su experiencia y entrenamiento en seguridad en 99 medidas preventivas; como reconoce que “los latinos son muy machos y no obedecen ningún consejo”, formula de manera negativa sus consejos para que los reviertan los mexicanos y se protejan; algunos de los primordiales:

1. No determine su nivel de riesgo: grande, mediano o bajo. Si se expone, será secuestrado

2. Sea rutinario. La rutina es la fuente para planear, organizar y ejecutar el secuestro. No tome la misma ruta, no llegue al trabajo a la misma hora ni regrese por la misma ruta

3. Piense que nunca tendrá este problema. Olvida que vive en un país riesgoso

4. Sea crédulo, especialmente con extraños

5. Sea un picaflor. Los hombres exitosos son como la miel a las abejas: las mujeres se ganan su confianza y los conducen al lugar donde serán capturados

6. No se deje reemplazar por nadie. Vaya a todas partes, eso facilita mucho el secuestro

7. ¡Olvídelo! Usted no está siendo estudiado, ignore que es un blanco potencial

8. Sea un libro abierto. No proteja la información de usted, de su familia y de su empresa

9. No reporte actos sospechosos. Nada sucede por azar: los actos sospechosos pueden continuar hasta que poco a poco pierda la capacidad de observación y todo le parezca natural

10. No mantenga buena relación con las autoridades